Yates de lujo, o un status que se mide en metros

Blohm und Voss, un astillero alemán, está construyendo el “Eclipse”, un superyate al parecer encargado por Roman Abramóvich, un oligarca ruso. El precios es un secreto, pero se sabe que tendrá 159,5 metros de eslora.

26 marzo, 2008

Por ende, este barco tendrá dos metros más que el actual campeón, “ad-Dubái”, un paquidermo de 11.600 toneladas, cuya longitud alcanza a 157,5 metros. Su dueño es el emir de ese país, jeque Mohámmed bin Rashid al-Maktum y no añadió ese par de metros por casualidad: los superyates son la última moda entre multimillonarios. Agotadas las competencias a ver quién levanta el edificio más alto, tiene más Rolls-Royce, ocupa el palacio más rumboso o mantiene la mayor flota de aviones privados, les toca el turno a las naves.

Pese a crecientes señales de recesión en algunas economías occidentales y la menor demanda del público, hay todavía demasiada plata suelta entre los potentados del mundo. A medida como ese grupo se hace más rico, aumenta el tamaño de sus yates.

“Si una nave de ese tipo pasa los cien metros de eslora, se pierde intimidad”, señala el “Yacht report” en la web. “Pero, claro, uno pueden pavonearse mejor y ahí reside una fuerte motivación: tener algo más grande y espectacular que exhibir”. Ahora, Abramóvich y su “Eclipse” amenazan la primacía del jeque al-Maktum.

El ruso es un poco obsesivo al respecto. Ya posee en “Extasyea” (85 metros) y el “Pyelorús” (113 m.). En internet, se afirma que también es suyo el “Sigma” (118 m.), que imita a un buque de guerra.

Hace cuatro año, a Lawrence Ellison (Oracle) le entregaban el “Rising sun” (Sol naciente, 136 metros). Con esa nave, superaba al “Octopus” (Pulpo, 125 m.), propiedad de Paul Allen. Esto pesaba en Sillicon valley, pues Allen era uno de los cofundadores de Microsoft.

Como Abramóvich, un creciente número de áureos armadores no proviene de Occidente. Existe en el planeta una increíble cantidad de dinero ocioso. Gran parte sale de Rusia, Ucrania, India y países petroleros de Levante, África o Latinoamérica. El auge de yates es una señal.

Según “ShowBoats international”, otro portal, han sido encargados o están en construcción en el mundo unos 920 barcos de 25 metros o más de eslora, el mínimo en la categoría de lujo. La estimación es a 1997 y cuadruplica el total a diez años antes. Los mayores avances les caben a los segmentos más altos: 49 unidades de 60 a 75 metros, 23 de mayor longitud.

Se requieren dos a cuatro años para terminar un barco, pero los precios suben a tal ritmo que algunos propietarios venden los suyos antes de estar listos… y hacen buenas diferencias. Los valores se han incrementado 10 a 20% en 2006-7. Hoy, un yate de 100 metros puede costar alrededor de US$ 230 millones y el monto llega a US$ 650 millones para una unidad de 150 metros. Navegan por el planeta unos dos mil yates de superlujo (36 t. de eslora en más), pero los expertos presumen que quedan 200.000 multimillonarios aún sin el suyo.

Por ende, este barco tendrá dos metros más que el actual campeón, “ad-Dubái”, un paquidermo de 11.600 toneladas, cuya longitud alcanza a 157,5 metros. Su dueño es el emir de ese país, jeque Mohámmed bin Rashid al-Maktum y no añadió ese par de metros por casualidad: los superyates son la última moda entre multimillonarios. Agotadas las competencias a ver quién levanta el edificio más alto, tiene más Rolls-Royce, ocupa el palacio más rumboso o mantiene la mayor flota de aviones privados, les toca el turno a las naves.

Pese a crecientes señales de recesión en algunas economías occidentales y la menor demanda del público, hay todavía demasiada plata suelta entre los potentados del mundo. A medida como ese grupo se hace más rico, aumenta el tamaño de sus yates.

“Si una nave de ese tipo pasa los cien metros de eslora, se pierde intimidad”, señala el “Yacht report” en la web. “Pero, claro, uno pueden pavonearse mejor y ahí reside una fuerte motivación: tener algo más grande y espectacular que exhibir”. Ahora, Abramóvich y su “Eclipse” amenazan la primacía del jeque al-Maktum.

El ruso es un poco obsesivo al respecto. Ya posee en “Extasyea” (85 metros) y el “Pyelorús” (113 m.). En internet, se afirma que también es suyo el “Sigma” (118 m.), que imita a un buque de guerra.

Hace cuatro año, a Lawrence Ellison (Oracle) le entregaban el “Rising sun” (Sol naciente, 136 metros). Con esa nave, superaba al “Octopus” (Pulpo, 125 m.), propiedad de Paul Allen. Esto pesaba en Sillicon valley, pues Allen era uno de los cofundadores de Microsoft.

Como Abramóvich, un creciente número de áureos armadores no proviene de Occidente. Existe en el planeta una increíble cantidad de dinero ocioso. Gran parte sale de Rusia, Ucrania, India y países petroleros de Levante, África o Latinoamérica. El auge de yates es una señal.

Según “ShowBoats international”, otro portal, han sido encargados o están en construcción en el mundo unos 920 barcos de 25 metros o más de eslora, el mínimo en la categoría de lujo. La estimación es a 1997 y cuadruplica el total a diez años antes. Los mayores avances les caben a los segmentos más altos: 49 unidades de 60 a 75 metros, 23 de mayor longitud.

Se requieren dos a cuatro años para terminar un barco, pero los precios suben a tal ritmo que algunos propietarios venden los suyos antes de estar listos… y hacen buenas diferencias. Los valores se han incrementado 10 a 20% en 2006-7. Hoy, un yate de 100 metros puede costar alrededor de US$ 230 millones y el monto llega a US$ 650 millones para una unidad de 150 metros. Navegan por el planeta unos dos mil yates de superlujo (36 t. de eslora en más), pero los expertos presumen que quedan 200.000 multimillonarios aún sin el suyo.

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