Refutada la neurociencia en cuanto a crianza de bebés

Un grupo de académicos cuestiona a la neurociencia y su “enfoque extremo en la primera infancia”, según el cual los primeros tres años son clave para el futuro desarrollo intelectual y afectivo de la criatura.

14 septiembre, 2011

<p>En la Universidad de Kent acaba de celebrarse una conferencia sobre la importancia del v&iacute;nculo entre padres e hijos en los primeros a&ntilde;os de vida. Lo que plante&oacute; all&iacute; un grupo de acad&eacute;micos es que la neurociencia (&ldquo;neurobasura&rdquo; como dicen algunos), con su insistencia en afirmar que la primera infancia es clave para la personalidad futura del infante, ha puesto tanta presi&oacute;n en padres y madres, que los no pueden por razones de trabajo dedicarles todo el tiempo que quisieran, sienten mucha culpa mucha ansiedad.</p>
<p>Bajo el liderazgo de John Bruer, autor de The Myth of the First Three Years, dicen que la neurociencia ha dado demasiada importancia a la relaci&oacute;n entre la conexi&oacute;n entre padres e hijos en los primeros a&ntilde;os de vida para el desarrollo futuro. Este argumento &ndash;que lo que importa no son los genes sino la crianza – es antiguo en la comunidad cient&iacute;fica. En la conferencia se argument&oacute; contra la noci&oacute;n de que los ni&ntilde;os quedan &ldquo;marcados&rdquo; psicol&oacute;gica y emocionalmente en los primeros tres a&ntilde;os de la vida y que la presencia de las figuras paternas cumple un rol crucial.</p>
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Esta teor&iacute;a de la crianza como elemento indispensable tiene sus bases en un estudio cient&iacute;fico que ensay&oacute; los efectos de la hormona cortisol, una sustancia que el cerebro produce cuando est&aacute; en situaciones de angustia o ansiedad. La teor&iacute;a neurocient&iacute;fica postula que si el beb&eacute; es dejado demasiado tiempo solo, la producci&oacute;n de cortisol ser&aacute; excesiva y podr&iacute;a exponerlo, m&aacute;s tarde en su vida, a depresi&oacute;n y ansiedad o a violencia y agresi&oacute;n.</p>
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Esta postura respecto a la infancia temprana ha tenido duras consecuencias en los padres trabajadores. &ldquo;La culpa –dice Ellie Lee, una soci&oacute;loga de la Universidad de Kent- est&aacute; convirtiendo a la maternidad en un karma cuando tendr&iacute;a que ser divertido&rdquo;. Las jornadas se concentraron en el efecto que esta rutina de atenci&oacute;n especial tiene en las mujeres que ahora no s&oacute;lo se tienen que preocupar por la seguridad f&iacute;sica y la felicidad de sus hijos sino tambi&eacute;n por su potencial neuronal y su inteligencia.</p>
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Algunos de los testimonios hablan por si mismos. Hay mujeres que dicen haber engordado 30 kilos por sentirse culpables de dejar a sus hijos por un rato para ir al gimnasio. Otras dicen no tener tiempo para su propia recreaci&oacute;n porque su &uacute;nico entretenimiento es estar con sus hijos. Frank Furedi, otro de los soci&oacute;logos participantes, cree que &ldquo;es muy f&aacute;cil, si uno est&aacute; preocupado por c&oacute;mo se van a desarrollar los hijos, convertirse en obsesivo.&rdquo;</p>
<p>Stuart Derbyshire, psic&oacute;logo de la Universidad de Birmingham, es a&uacute;n m&aacute;s cr&iacute;tico. &ldquo;La realidad es que cualquier deficiencia que los chicos puedan sufrir en los primeros cinco a&ntilde;os de su vida puede ser revertida en la adultez. Los cient&iacute;ficos que quieren promover tratamientos tempranos o vender libros, dan mal nombre a la neurociencia&rdquo;.</p>
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