Recesión: ¿augura el fin de la dominancia masculina?

Durante milenios, los machos han manejado Occidente. Pero la peor recesión en 75 años parece en vías de cambiar las cosas. Así presume el influyente semanario Foreign Policy. Su tesis postula un desplazamiento del poder y suena serio.

12 julio, 2010

<p>En lo que FP define como &ldquo;silencioso pero profundo&rdquo; cambio que modificar&aacute; la historia social, &ldquo;la recesi&oacute;n instalada en 2006 apunta a consecuencias revolucionarias&rdquo;. Una se&ntilde;al es el efecto desproporcionado de la crisis en los hombres en comparaci&oacute;n con las mujeres, algo que el mundo blog llama ya &ldquo;machorrecesi&oacute;n&rdquo; y no tiene que ver con una &ldquo;recesi&oacute;n macha&rdquo;.<br />
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Entre noviembre de 2008 y octubre de 2009, m&aacute;s de 80% de despidos recay&oacute; sobre hombres en Estados Unidos, se&ntilde;alaba la oficina federal de estad&iacute;stica laboral. N&uacute;meros similares exhibe la Eurozona. Eso significa en total unos ocho millones de desocupados nuevos en ambas &aacute;reas.<br />
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Los sectores de tradicional hegemon&iacute;a masculina &ndash;construcci&oacute;n, industria pesada, autom&oacute;viles- declinan en demanda laboral en mayor grado y a m&aacute;s ritmo que donde prevalece la mano de obra femenina. Por caso, atenci&oacute;n m&eacute;dica, educaci&oacute;n, comunicaciones u oficinas p&uacute;blicas. De esa forma, al concluir 2009 la recesi&oacute;n occidental hab&iacute;a dejado en la calle unos 28 millones en hombres en las econom&iacute;as centrales y algunas emergentes. <br />
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Por supuesto, el machismo es un estado de &aacute;nimo, no de empleo. No obstante, &ldquo;los castigados por la machorrecesi&oacute;n est&aacute;n menos preparados para afrontar los costos psicol&oacute;gicos a largo plazo que les representa perder el trabajo y la autoestima&rdquo;, se&ntilde;ala el American Journal of Public Health. En suma, el desempleo y el deterioro de ingresos ejercen m&aacute;s presiones sobre la salud mental masculina que sobre la femenina.<br />
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A medida como estas tendencias se desarrollen, invadir&aacute;n el campo social y, luego el pol&iacute;tico. Basta considerar los efectos electorales del fen&oacute;meno. Por ejemplo, en Islandia una implosi&oacute;n econ&oacute;mica llev&oacute; los votantes a algo in&eacute;dito: echar una &eacute;lite masculina responsable de la crisis y poner como primera ministro una lesbiana. Ese mismo proceso ubic&oacute; mujeres al frente de bancos, municipios y empresas. Poco despu&eacute;s, otro pa&iacute;s endeudado, Lituania, eligi&oacute; su primera presidente, la economista Dalia Grybauskaite.<br />
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Estos acontecimientos denotan que la sociedad empieza a rechazar actitudes masculinas t&iacute;picamente machistas &ndash;por ejemplo, especular con riesgos financieros- a la postre, delet&eacute;reas e insostenibles en el mundo real. Al respecto, FP cree que el legado m&aacute;s duradero de la recesi&oacute;n &ldquo;ser&aacute; el fin de machismo&rdquo;. <br />
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As&iacute; anticipaban en 2001 conductistas econ&oacute;micos como Braddock Barber o Terance Odean, analizando factores asociados a la ludopat&iacute;a y el exceso de confianza prevalecientes en los mercados de riesgo. Para ambos, se deben al cromosona Y.</p>
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