Quilmes añade otra marca de precio y Budweiser cambia de agencia

La belga Interbrew (familia Van Damme) pactó con la brasileña AmBev –su socia en la Argentina- y lanza su marca insignia, Stella Artois. Entretanto, Cervecerías Chilenas Unidas (CCU) toma agencia para manejar Budweiser en el país.

22 diciembre, 2004

Tras dos años con Iguana como única marca de precio, Quilmes busca competir más en el segmento de cervezas caras. En 2002, efectivamente, la fusión con AmBev (accionista minoritaria de los Bemberg) le hizo perder la marca holandesa Heineken. Ahora, la líder del mercado a precio barato –su marca tiene casi 70%-, presenta Stella Artois. Al respecto, cabe señalar que la diferencia de precio entre cervezas más caras y más baratas es menos acentuada que en los mercados mayores.

Como Iguana, la marca belga se fabricará donde antes se producía Heineken, la planta de Zárate. Obviamente, la meta es enfrentar a la alemana Warsteiner, cuya marca de batalla (Isenbeck) planea nuevas hostilidades publicitarias. Si bien el consumidor argentino de cervezas caras no hace mucha diferencia, Warsteiner –como Quilmes hace muchos años- es una lager tipo Pilsen, mientras las otras son lager-lager.

La nueva situación es curiosa. El grupo CCU tomó Heineken y, vía Kepel y Mata, relanzará Budweiser. En la versión conocida aquí, es una típica cerveza liviana de Milwaukee, pero históricamente proviene de la original (todavía fabricada en la República Checa), quizás una de las dos pilsener más típicas del mundo. La otra es Urquell. Cabe consignar que, en general, las Pilsen se atienen al decreto de 1516 –suscripto por el emperador Enrique IV, un Habsburgo- sobre pureza de procedimientos y productos.

También abarca las cervezas negras tipo bock. En la Argetina, este segmento ha sufrido altibajos. Muy popular hace 50 años (la “Africana” de Bieckert era líder entre seis), fue diluyéndose hasta fines de los ´90. Hoy parece regresar vía Quilmes (que vende su marca y Bieckert, tomada cuando desapareció su rival más antigua) y Schneider. En la cartera de “marcas dormidas” está la bock de Palermo, otra firma extinta hace tiempo.

Algunas fuentes confunden los tantos. Por ejemplo, se alude a un “microsegmento” de marcas importadas, donde figuran la mexicana Corona, la rusa Guinness o la germana Löwenbrau (las tres de precio más bien alto). Pero, sin embargo, la proliferación de “pubs estilo argentino” parece haber suspendido la importación de la Guinnes stout, la más clásica y la mejor de la marca, pues el resto son ales. Los locales usan Guinness draught, una cerveza mucho más liviana que la otra, por lo cual los importadores también la traen en lata.

Por otro lado, una de las mejores lager del mundo, la japonesa Sapporo, se ha hecho humo con la convertibilidad. Esta cerveza fue, junto con la estadounidense Miller (que se encuentra aquí en versión brasileña), la primera en pasteurizar vía frío extremo. El proceso evita el deterioro de sabor que genera la pasteurización convencional. Hoy, el verdadero microsegmento top lo ocupan docenas cervezas artesanales en circulación, algunas de ellas sublimes.

Pero las cervezas fabricadas en el Río de la Plata afrontan otro riesgo: la despersonalización. Esto se observa especialmente en Uruguay, tras la toma del grupo Salus por una firma francesa. Su marca Patricia –una de las más tradicionales- ya no tiene el sabor original. Quienes lo añoran deben conformarse con Norteña. En todo caso, el consumidor oriental tiene un problema más duro: la cerveza cuesta 50% más que en la Argentina y el público gana 40% menos.

Tras dos años con Iguana como única marca de precio, Quilmes busca competir más en el segmento de cervezas caras. En 2002, efectivamente, la fusión con AmBev (accionista minoritaria de los Bemberg) le hizo perder la marca holandesa Heineken. Ahora, la líder del mercado a precio barato –su marca tiene casi 70%-, presenta Stella Artois. Al respecto, cabe señalar que la diferencia de precio entre cervezas más caras y más baratas es menos acentuada que en los mercados mayores.

Como Iguana, la marca belga se fabricará donde antes se producía Heineken, la planta de Zárate. Obviamente, la meta es enfrentar a la alemana Warsteiner, cuya marca de batalla (Isenbeck) planea nuevas hostilidades publicitarias. Si bien el consumidor argentino de cervezas caras no hace mucha diferencia, Warsteiner –como Quilmes hace muchos años- es una lager tipo Pilsen, mientras las otras son lager-lager.

La nueva situación es curiosa. El grupo CCU tomó Heineken y, vía Kepel y Mata, relanzará Budweiser. En la versión conocida aquí, es una típica cerveza liviana de Milwaukee, pero históricamente proviene de la original (todavía fabricada en la República Checa), quizás una de las dos pilsener más típicas del mundo. La otra es Urquell. Cabe consignar que, en general, las Pilsen se atienen al decreto de 1516 –suscripto por el emperador Enrique IV, un Habsburgo- sobre pureza de procedimientos y productos.

También abarca las cervezas negras tipo bock. En la Argetina, este segmento ha sufrido altibajos. Muy popular hace 50 años (la “Africana” de Bieckert era líder entre seis), fue diluyéndose hasta fines de los ´90. Hoy parece regresar vía Quilmes (que vende su marca y Bieckert, tomada cuando desapareció su rival más antigua) y Schneider. En la cartera de “marcas dormidas” está la bock de Palermo, otra firma extinta hace tiempo.

Algunas fuentes confunden los tantos. Por ejemplo, se alude a un “microsegmento” de marcas importadas, donde figuran la mexicana Corona, la rusa Guinness o la germana Löwenbrau (las tres de precio más bien alto). Pero, sin embargo, la proliferación de “pubs estilo argentino” parece haber suspendido la importación de la Guinnes stout, la más clásica y la mejor de la marca, pues el resto son ales. Los locales usan Guinness draught, una cerveza mucho más liviana que la otra, por lo cual los importadores también la traen en lata.

Por otro lado, una de las mejores lager del mundo, la japonesa Sapporo, se ha hecho humo con la convertibilidad. Esta cerveza fue, junto con la estadounidense Miller (que se encuentra aquí en versión brasileña), la primera en pasteurizar vía frío extremo. El proceso evita el deterioro de sabor que genera la pasteurización convencional. Hoy, el verdadero microsegmento top lo ocupan docenas cervezas artesanales en circulación, algunas de ellas sublimes.

Pero las cervezas fabricadas en el Río de la Plata afrontan otro riesgo: la despersonalización. Esto se observa especialmente en Uruguay, tras la toma del grupo Salus por una firma francesa. Su marca Patricia –una de las más tradicionales- ya no tiene el sabor original. Quienes lo añoran deben conformarse con Norteña. En todo caso, el consumidor oriental tiene un problema más duro: la cerveza cuesta 50% más que en la Argentina y el público gana 40% menos.

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