¿Por qué cambia el clima?

La ciencia da explicaciones, pero a veces los argumentos son contradictorios y recíprocamente excluyentes. Sobre el calentamiento del globo las explicaciones son varias y ninguna convence a toda la población científica.

12 mayo, 2006

Para el lego no suele ser difícil entender lo que sabe la ciencia, pero
sí cómo es que sabe lo que sabe. Los procesos mediante los cuales
se enuncian las teorías se ven, desde afuera, como misteriosos túneles
oscuros donde las preguntas ingresan por un extremo y las respuestas emergen –
nadie sabe cómo – por el otro. Uno de esos misterios es el cambio climático.

La tierra se ha calentado 1,4° Fahrenheit (-17 Celsius, o centígrados)
en los últimos cien años. Los escépticos lo admiten, pero
se mofan de quienes lo explican diciendo que la causa son los gases de invernadero
producidos principalmente por la quema de carbón, petróleo y gas.
Se inclinan, en cambio, por la explicación que atribuye el cambio a la
variabilidad natural del sistema o a fuerzas naturales, como un sol más
caliente. Después de todo, dicen, los glaciares y el océano ártico
se derritieron mucho antes de que existiera la primera chimenea.

Cierto, dice Thomas Knutson, especialista del Science Journal, en el Wall
Street Journal
. Pero a medida que los climatólogos refinan los procedimientos
de detección y atribución de causas, van entendiendo cada vez más
las huellas de los últimos cambios, que son tan anómalos que no
podrían ser naturales. Para el climatólogo Ben Santer (California).
“los factores que afectan el clima — sean naturales o humanos – tienen rúbricas
originales.

Una rúbrica es el patrón de calentamiento en la atmósfera.
Décadas de información aportada por satélites y globos climáticos
muestran que la atmósfera inferior, o troposfera, se ha calentado mientras
que la atmósfera superior, o estratosfera, se ha enfriado. “Si aumenta
la producción energética del sol, la atmósfera debería
calentarse desde la estratosfera hasta la superficie de la tierra”, dice
Santer. Y eso es contrario a lo que se observa. Los gases de invernadero no producen
un calentamiento uniforme. Calientan la troposfera y enfrían la estratosfera.

Otra rúbrica es el patrón de calentamiento en los mares. Cerca de
84% del calentamiento total de la Tierra durante los últimos 40 años
produjo un calentamiento de los océanos de 1°. En teoría, el
culpable sería un sol más caliente. Pero el sol aumentó su
producción de energía menos de 0.1% en ese lapso, según datos
de satélite. Eso no alcanza para explicar siquiera unos pocos puntos porcentuales
del calentamiento, dice el científico marino Tim Barnett, del Instituto
Oceanográfico de La Jolla, California, quien en 2005 realizó un
estudio sobre calentamiento de los océanos que luego publicó Science.

¿Podría el calentamiento reflejar oscilaciones naturales? En ese
caso sólo se calentarían los océanos, porque si uno agrega
calor a un océano, hay que sacarlo de otro. “Para que se calienten
todos los océanos, hace falta agregar calor al sistema, y eso descarta
la variabilidad natural desde el punto de vista de la termodinámica, dice
Barnett.

¿Podría el calentamiento provenir de calor natural, geotermal? Sólo
si el calentamiento fuera mayor en el piso del mar. Y no lo es.

Los científicos consideran la posibilidad de que la variabilidad natural
en el sistema climático de alguna manera explica los cambios observados.
Para verificarlo peinan información de miles de millones de años
sobre cuánto y con qué frecuencia cambio el clima por causa de fenómenos
naturales como El Niño o la oscilación del Atlántico norte.

Es como observar un número astronómico de manos de póquer
y contar cada cuánto a los jugadores se les dan cinco cartas del mismo
palo. Una vez que uno conoce esa probabilidad (0.002), comienza a sospechar si
alguien recibe esa combinación de cartas dos veces seguidas (probabilidad
0.000004). Puede ser una casualidad, pero los número sugieren otra cosa.

Por eso, cuando los glaciares y el mar helado se derriten y los patrones de lluvia
cambian, los científicos sospechan algo parecido a al ejemplo del póquer.
“Nunca hemos visto variabilidad natural a escala global como la que hemos
tenido en los últimos 100 años,” dice el físico Michael
Oppenheimer de la universidad de Princeton.

Un estudio dado a conocer en estos días también encontró
pruebas de que las cartas pueden estar marcadas. El debate sobre qué causó
el aumento de los grandes huracanes gira alrededor de si son producto de una patadita
que da la tierra de vez en cuando o si resultan de mares calentados por cambio
climático antropogénico. En un estudio presentado en la conferencia
de la American Meteorological Society, los científicos advirtieron
calentamiento en en todas las cuencas oceánicas donde se forman huracanes.
Las variaciones naturales tienden a atacar una cuenca por vez.

Para el lego no suele ser difícil entender lo que sabe la ciencia, pero
sí cómo es que sabe lo que sabe. Los procesos mediante los cuales
se enuncian las teorías se ven, desde afuera, como misteriosos túneles
oscuros donde las preguntas ingresan por un extremo y las respuestas emergen –
nadie sabe cómo – por el otro. Uno de esos misterios es el cambio climático.

La tierra se ha calentado 1,4° Fahrenheit (-17 Celsius, o centígrados)
en los últimos cien años. Los escépticos lo admiten, pero
se mofan de quienes lo explican diciendo que la causa son los gases de invernadero
producidos principalmente por la quema de carbón, petróleo y gas.
Se inclinan, en cambio, por la explicación que atribuye el cambio a la
variabilidad natural del sistema o a fuerzas naturales, como un sol más
caliente. Después de todo, dicen, los glaciares y el océano ártico
se derritieron mucho antes de que existiera la primera chimenea.

Cierto, dice Thomas Knutson, especialista del Science Journal, en el Wall
Street Journal
. Pero a medida que los climatólogos refinan los procedimientos
de detección y atribución de causas, van entendiendo cada vez más
las huellas de los últimos cambios, que son tan anómalos que no
podrían ser naturales. Para el climatólogo Ben Santer (California).
“los factores que afectan el clima — sean naturales o humanos – tienen rúbricas
originales.

Una rúbrica es el patrón de calentamiento en la atmósfera.
Décadas de información aportada por satélites y globos climáticos
muestran que la atmósfera inferior, o troposfera, se ha calentado mientras
que la atmósfera superior, o estratosfera, se ha enfriado. “Si aumenta
la producción energética del sol, la atmósfera debería
calentarse desde la estratosfera hasta la superficie de la tierra”, dice
Santer. Y eso es contrario a lo que se observa. Los gases de invernadero no producen
un calentamiento uniforme. Calientan la troposfera y enfrían la estratosfera.

Otra rúbrica es el patrón de calentamiento en los mares. Cerca de
84% del calentamiento total de la Tierra durante los últimos 40 años
produjo un calentamiento de los océanos de 1°. En teoría, el
culpable sería un sol más caliente. Pero el sol aumentó su
producción de energía menos de 0.1% en ese lapso, según datos
de satélite. Eso no alcanza para explicar siquiera unos pocos puntos porcentuales
del calentamiento, dice el científico marino Tim Barnett, del Instituto
Oceanográfico de La Jolla, California, quien en 2005 realizó un
estudio sobre calentamiento de los océanos que luego publicó Science.

¿Podría el calentamiento reflejar oscilaciones naturales? En ese
caso sólo se calentarían los océanos, porque si uno agrega
calor a un océano, hay que sacarlo de otro. “Para que se calienten
todos los océanos, hace falta agregar calor al sistema, y eso descarta
la variabilidad natural desde el punto de vista de la termodinámica, dice
Barnett.

¿Podría el calentamiento provenir de calor natural, geotermal? Sólo
si el calentamiento fuera mayor en el piso del mar. Y no lo es.

Los científicos consideran la posibilidad de que la variabilidad natural
en el sistema climático de alguna manera explica los cambios observados.
Para verificarlo peinan información de miles de millones de años
sobre cuánto y con qué frecuencia cambio el clima por causa de fenómenos
naturales como El Niño o la oscilación del Atlántico norte.

Es como observar un número astronómico de manos de póquer
y contar cada cuánto a los jugadores se les dan cinco cartas del mismo
palo. Una vez que uno conoce esa probabilidad (0.002), comienza a sospechar si
alguien recibe esa combinación de cartas dos veces seguidas (probabilidad
0.000004). Puede ser una casualidad, pero los número sugieren otra cosa.

Por eso, cuando los glaciares y el mar helado se derriten y los patrones de lluvia
cambian, los científicos sospechan algo parecido a al ejemplo del póquer.
“Nunca hemos visto variabilidad natural a escala global como la que hemos
tenido en los últimos 100 años,” dice el físico Michael
Oppenheimer de la universidad de Princeton.

Un estudio dado a conocer en estos días también encontró
pruebas de que las cartas pueden estar marcadas. El debate sobre qué causó
el aumento de los grandes huracanes gira alrededor de si son producto de una patadita
que da la tierra de vez en cuando o si resultan de mares calentados por cambio
climático antropogénico. En un estudio presentado en la conferencia
de la American Meteorological Society, los científicos advirtieron
calentamiento en en todas las cuencas oceánicas donde se forman huracanes.
Las variaciones naturales tienden a atacar una cuenca por vez.

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