Plan para financiar tratamiento de enfermedades pobres

Lo lleva a cabo OneWorld Health, una farmacéutica sin fines de lucro con el auspicia de fundaciones y donaciones. El para investigar y desarrollar tratamiento para las enfermedades que se dan en los países del Tercer Mundo.

2 mayo, 2005

El instituto OneWorld Health, primera empresa farmacéutica norteamericana que no tiene fines de lucro, acaba de presentar los resultados de un amplio test clínico en el congreso del Tercer Mundo sobre Leismaniasis, en Palermo, Italia. La leismaniasis es una infección parasitaria transmitida por una mosca de arena. La prueba muestra que un antibiótico llamadp paromicina es efectivo para el tratamiento de la versión más peligrosa de la enfermedad, que es la leismaniasis visceral y afecta a un millón y medio de personas en el mundo. El dato es interesante por razones médicas pero más todavía porque muestra un cambio de actitud en el método del instituto.

A pesar de que 90% de las enfermedades del mundo caen en el mundo en desarrollo, sólo 3% del gasto en investigación y desarrollo de la industria farmacéutica está dirigido a esas enfermedades. El resto se destina a buscar tratamiento para las enfermedades de los ricos. El instituto fue fundado por Victoria Hale justamente para corregir esta discrepancia. Con años de experiencia como científica en el negocio farmacéutico y de biotecnología, y en la Food and Drug Administration, Hale sabía que muchos proyectos de desarrollo de drogas para enfermedades de pobres se abandonan por falta de financiamiento. Sabía, también que había una brecha entre los departamentos universitarios con inclinación académica y las firmas farmacéuticas. Esa brecha podía ser llenada por un organismos que identifiquen carencias y consigan los fondos necesarios para el desarrollo de esas necesidades y fuercen a los investigadores a contribuir con el proceso de desarrollo sin interés comercial.

Hasta ahora, ha conseguido algunas donaciones. In 2002 Celera Genomics dio al instituto un prometedor compuesto para la cura del mal de Chagas, que infecta a 12 millones de personas en América latina. La universidad de Yale también cedió la licencia para una droga que podría también curar el mal de Chagas. La universidad de California le dio un computesto para el tratamiento de la schistosomiasis, que afecta a 200 millones de personas en África subsahariana. El compuesto en el que el instituto está más interesado, la paromicina – no necesita licencia pues la patente ha expirado; actualmente se lo está usando para combatir una cantidad de parásitos. Pero nunca se lo usó contra la leismaniasis.

La leismaniasis visceral ocurre predominantemente en Bangladesh, Brasil, India, Nepal y Sudán. Sus síntomas incluyen fiebre, pérdida de peso, agrandamiento del hígado y anemia. Hay varias drogas para combatirlo, pero su utilidad es limitada no sólo porque es caro sino porque en muchos casos los parásitos se han vuelto resistentes a él.

A mediados de la década del ’90 la Organización Mundial de la Salud (WHO) comenzó a tratar la leismaniasis visceral con una forma inyectable de paromicina Las pruebas en pequeña escala demostraron que la droga era segura y parecía curar. Pero llegó un momento en que el desarrollo se detuvo porque la WHO no pudo encontrar patrocinante para una prueba a gran escala que podría haber comparado la paromicina con tratamientos existentes. En el año 2001, la doctora Hale propuso a la WHO que se hiciera cargo de las pruebas. La WHO accedió, el dinero fue facilitado por la fundación de Bill y Melinda Gates y el instituto se asoció a cuatro centros de salud en el estado indio de Bihar para probar una droga contra la amphotericina B, un tratamiento muy caro.

La prueba mostró que las dos drogas funcionaban más o menos bien. En ambos casos, 99% de los pacientes respondieron dentro de cuatro semanas. Como un tratamiento completo de anphotericina B cuesta US$ 120 mientras que el instituto calcula que un tratamiento de paromicina saldrá US$ 10, el cambio parece razonable. El instituto, sostenido por otra donación de la Fundación Gates, proyecta presentar una solicitud para aprobación regulatoria ante el ministerio de Salud Indio el año próximo. Si se lo otorgan, la fabricación será llevada a cabo por Gland Pharma, una farmacéutica con sede en Hyderabad.

El instituto OneWorld Health, primera empresa farmacéutica norteamericana que no tiene fines de lucro, acaba de presentar los resultados de un amplio test clínico en el congreso del Tercer Mundo sobre Leismaniasis, en Palermo, Italia. La leismaniasis es una infección parasitaria transmitida por una mosca de arena. La prueba muestra que un antibiótico llamadp paromicina es efectivo para el tratamiento de la versión más peligrosa de la enfermedad, que es la leismaniasis visceral y afecta a un millón y medio de personas en el mundo. El dato es interesante por razones médicas pero más todavía porque muestra un cambio de actitud en el método del instituto.

A pesar de que 90% de las enfermedades del mundo caen en el mundo en desarrollo, sólo 3% del gasto en investigación y desarrollo de la industria farmacéutica está dirigido a esas enfermedades. El resto se destina a buscar tratamiento para las enfermedades de los ricos. El instituto fue fundado por Victoria Hale justamente para corregir esta discrepancia. Con años de experiencia como científica en el negocio farmacéutico y de biotecnología, y en la Food and Drug Administration, Hale sabía que muchos proyectos de desarrollo de drogas para enfermedades de pobres se abandonan por falta de financiamiento. Sabía, también que había una brecha entre los departamentos universitarios con inclinación académica y las firmas farmacéuticas. Esa brecha podía ser llenada por un organismos que identifiquen carencias y consigan los fondos necesarios para el desarrollo de esas necesidades y fuercen a los investigadores a contribuir con el proceso de desarrollo sin interés comercial.

Hasta ahora, ha conseguido algunas donaciones. In 2002 Celera Genomics dio al instituto un prometedor compuesto para la cura del mal de Chagas, que infecta a 12 millones de personas en América latina. La universidad de Yale también cedió la licencia para una droga que podría también curar el mal de Chagas. La universidad de California le dio un computesto para el tratamiento de la schistosomiasis, que afecta a 200 millones de personas en África subsahariana. El compuesto en el que el instituto está más interesado, la paromicina – no necesita licencia pues la patente ha expirado; actualmente se lo está usando para combatir una cantidad de parásitos. Pero nunca se lo usó contra la leismaniasis.

La leismaniasis visceral ocurre predominantemente en Bangladesh, Brasil, India, Nepal y Sudán. Sus síntomas incluyen fiebre, pérdida de peso, agrandamiento del hígado y anemia. Hay varias drogas para combatirlo, pero su utilidad es limitada no sólo porque es caro sino porque en muchos casos los parásitos se han vuelto resistentes a él.

A mediados de la década del ’90 la Organización Mundial de la Salud (WHO) comenzó a tratar la leismaniasis visceral con una forma inyectable de paromicina Las pruebas en pequeña escala demostraron que la droga era segura y parecía curar. Pero llegó un momento en que el desarrollo se detuvo porque la WHO no pudo encontrar patrocinante para una prueba a gran escala que podría haber comparado la paromicina con tratamientos existentes. En el año 2001, la doctora Hale propuso a la WHO que se hiciera cargo de las pruebas. La WHO accedió, el dinero fue facilitado por la fundación de Bill y Melinda Gates y el instituto se asoció a cuatro centros de salud en el estado indio de Bihar para probar una droga contra la amphotericina B, un tratamiento muy caro.

La prueba mostró que las dos drogas funcionaban más o menos bien. En ambos casos, 99% de los pacientes respondieron dentro de cuatro semanas. Como un tratamiento completo de anphotericina B cuesta US$ 120 mientras que el instituto calcula que un tratamiento de paromicina saldrá US$ 10, el cambio parece razonable. El instituto, sostenido por otra donación de la Fundación Gates, proyecta presentar una solicitud para aprobación regulatoria ante el ministerio de Salud Indio el año próximo. Si se lo otorgan, la fabricación será llevada a cabo por Gland Pharma, una farmacéutica con sede en Hyderabad.

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