Mozos de restaurante, una profesión en vías de extinción

En Europa hay una alarmante escasez de jóvenes que aspiran a convertirse en mozos (camareros) de restaurante. La profesión no tiene el prestigio de los chefs. Aparecen entonces restaurantes donde los platos se piden en pantalla y llegan a la mesa sobre plataformas.

4 diciembre, 2009

<p>Los grandes restaurantes europeos se quejan a coro de la falta de candidatos a &ldquo;trabajar en la sala&rdquo;. Un &ldquo;<em>restauranteur</em>&rdquo; cuenta que recibe un curr&iacute;culum al d&iacute;a de personas que aspiran al puesto de cocinero, pero solo uno al mes de los que quieren trabajar en la sala; los institutos de formaci&oacute;n est&aacute;n llenos de estudiantes de cocina pero son poqu&iacute;simos los inscriptos que eligen la orientaci&oacute;n del servicio.</p>
<p>Hay explicaciones. La vida en el sal&oacute;n del restaurante es dura y no tiene el prestigio de la de un <em>chef</em>. Son los <em>chefs</em> los divos del momento: Los entrevistan las revistas (y no s&oacute;lo&nbsp;las revistas del sector); son protagonistas en TV, ponen su imagen para promocionar&nbsp;accesorios de cocina y, en general, son muy solicitados por la publicidad.</p>
<p>En cambio los camareros &ndash; mozos, para nosotros los argentinos &ndash; comienzan por acarrear un nombre un poco obsoleto y hasta peyorativo. En ingl&eacute;s se les llama <em>waiters</em>, pues la palabra deriva de aquella persona parada a poca distancia de la mesa &ldquo;a la espera&rdquo; de que se le pidiera algo. En Francia, responden al llamado de &quot;<em>gar&ccedil;on</em>&quot;, tengan la edad que tengan. En Italia, la asociaci&oacute;n de hoteles y restaurantes est&aacute; auspiciando un concurso entre estudiantes de institutos hoteleros para proponer un nuevo nombre a esta ocupaci&oacute;n. La idea es revalorizar un poco el rol de esta figura bastante poco considerada en el mundo <em>restauranteur</em>.</p>
<p>De todas maneras, el problema no est&aacute; en el nombre. Es la profesi&oacute;n que ha perdido protagonismo. En sus or&iacute;genes ten&iacute;an un rol m&aacute;s activo. Hacia finales del siglo XVIII, Cesare Ritz, fundador de las reglas de hospitalidad francesa y de la cadena hotelera hom&oacute;nima, junto a Auguste Escoffier, famos&iacute;simo cocinero de la &eacute;poca, reformaron las reglas de la recepci&oacute;n de alto nivel. Abandonaron los largos mesones generales e introdujeron las peque&ntilde;as mesas individuales, cada una atendida por un camarero. &Eacute;ste tra&iacute;a el plato desde la cocina y le daba el &uacute;ltimo toque antes de presentarlo al comensal. Podr&iacute;a decirse que era el &uacute;ltimo eslab&oacute;n en la cadena de la cocina&nbsp;a la mesa. Pero luego los platos comenzaron a salir listos de la cocina y el rol del mozo/camarero aparentemente fue perdiendo importancia.</p>
<p>&quot;No obstante, el camarero no es un simple portaplatos. Es el representante de la cocina, es el que explica el plato, el que aconseja, el que cuida al cliente y el que &ndash; deber&iacute;a &ndash; enorgullecerse de su funci&oacute;n&quot;, dice Steve Dublanica, famoso por su blog sobre la vida de los mozos que luego se convirti&oacute; en libro: &ldquo;<em>La resa del conto</em>&rdquo;. Y agrega: &ldquo;Hoy se espera que un mozo sea alergista, <em>sommelier</em>, censor del abuso de celulares, confesor, artista, m&eacute;dico de urgencia, arquero que ataje todo, pol&iacute;glota, v&aacute;lvula de escape, confesor, maestro de buen gusto y <em>chef amateur</em>.</p>
<p>En tanto, mientras los due&ntilde;os de los altos restaurantes se desviven por encontrar personal profesional, otros restaurantes se vuelcan a t&eacute;cnicas alternativas, donde la tecnolog&iacute;a hace parte o toda la tarea de los camareros. En Londres el restaurante <em>Inamo</em>, de cocina asi&aacute;tica, tiene mesas con <em>touch screen </em>de alta definici&oacute;n donde la pantalla cumple simult&aacute;neamente funciones de mantel y de men&uacute;: con un toque es posible ordenar, leer la descripci&oacute;n de los platos y tambi&eacute;n ver a los cocineros en acci&oacute;n. Al camarero le corresponde s&oacute;lo llevar el pedido a la mesa.</p>
<p>Pero en <em>Bagger&rsquo;s</em>, restaurante en Nuremberg, (Baviera, Alemania), llevaron la automatizaci&oacute;n al extremo: no hay mozos. All&iacute; todo es automatizado en el sal&oacute;n de las mesas, donde los clientes, cada uno con un puesto computarizado, eligen los platos, los ordenan presionando la tecla correspondiente y una red de plataformas automatizadas deposita el plato en la mesa. La f&oacute;rmula ha tenido tanto &eacute;xito que los propietarios est&aacute;n pensando en convertirse en cadena. Pero que la atm&oacute;sfera sea rob&oacute;tica no quiere decir que la comida sea <em>fast food </em>ni nada que se le parezca. Lo computarizado es solamente el sistema de pedido/servicio, mientras un escuadr&oacute;n de cocinaros elabora sus platos en la cocina a partir de ingredientes frescos y de estaci&oacute;n.</p>
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