Las mujeres y el alcohol

Un libro publicado por Ann Dowsett Johnston analiza la íntima relación entre las mujeres y el alcohol y las razones de por qué la gente, en general, no se puede resistir al alcohol.

3 enero, 2014

¿Por qué bebemos? Porque es agradable. El alcohol aumenta la producción corporal de un neurotransmisor llamado dopamina, que nos da sensaciones de placer y calidez.

 

El mundo está lleno de borrachos, chicas con ojos perdidos y hombres durmiendo sobre las aceras. Los receptores de dopamina en el cerebro necesitan más y más alcohol para registrar estimulación, por lo que la gente termina bebiendo cada vez más para tratar de volver a captar el placer.

Mientras tanto, va hablando más alto, la voz se vuelve cada vez más ronca y la corteza cerebral se atrofia, el hígado y el páncreas explotan y la gente se vuelve adicta. Las enfermedades relacionadas con el alcohol cuestan en américa del Norte US$ 220.000 millones al año.

 

La vida universitaria gira alrededor del alcohol. En Gran Bretaña la factura psicológica, moral y financiera será descomunal, especialmente porque la bebida es 44% más asequible en términos reales de lo que era en 1980, cuando el vino y el jerez eran lujos que se disfrutaban solo en Navidad, y en forma muy discreta.

 

Hoy las mujeres comienzan a beber a los 15, luego van a la Universidad, que es un ambiente inundado de alcohol y luego continúan con el hábito de beber porque no forman familias hasta que cumplen muchos más años que antes. En todos los campus univeirsitarios los eventos giran alrededor de la bebida. Los abstemios no son bien vistos.

La gente de marketing entendió la tendencia y envían el mensaje de que ofrecer una bebida es elegante y tiene onda. Las mezclas con vodka o ron fueron inventadas para atraer a los jóvenes y susceptibles.

La industria de las bebidas alcohólicas promocionan sus productos deslizando la idea de que, tanto a los jóvenes como a los viejos, les pasan cosas buenas cuando beben. El licor calma, calma la ansiedad, adormece la depresión. Pero luego comienza a crear lo que antes alivió.

¿Mucho trabajo? ¿Mucho estrés? ¿Abrumadas? ¿Tristes? El alcohol es la solución.

 

La autora cuenta que así le llegó la adicción. “Bebía para olvidar. Bebía para aturdirme. Bebía para no ser yo”; afirma que la soledad, el agotamiento y el aburrimiento la llevaron a la adicción hasta que decidió entrar a un grupo de rehabilitación. Para ella Alcohólicos Anónimos no debería ser una institución anónima, porque eso entraña una idea de estigma y vergüenza.

“El alcohol está donde estaba el tabaco 40 años atrás, y cuando finalmente se acepten los lazos entre la bebida y el cáncer de mama, de esófago o de recto, se podrán comenzar a aplicar a la industria de las bebidas alcohócilas las lecciones aprendidas con el control al tabaco sobre precio, publicidad y acceso.”

 

Es, para ella, especialmente terrible que se aliente a beber a las mujeres, puesto que tienen hígados más chicos que los hombres y menor nivel de enzimas que descomponen y eliminan el alcohol de la sangre. También se intoxican antes cuando están altos los niveles de estrógeno.

 

 

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