La vida secreta de los niños bravucones

¿Por qué algunos niños deciden intimidar a otros? La respuesta es simple, dice James Lehman,  autor de “The Secret Life of Bullies”, porque eso resuelve sus problemas sociales. Es más fácil amedrentar a otros que manejar las propias emociones y aprender a resolver problemas.

27 mayo, 2014

La conducta abusiva (o bullying como se está popularizando la palabra también aquí) es la proverbial “salida fácil” y lamentablemente muchos chicos y chicas la adoptan.

Los hombres que pegan o intimidan a sus esposas y gritan a sus hijos nunca aprendieron a ser ni buenos esposos ni buenos padres. Entonces se convierten en peleones. Y el resto de la familia vive atemorizado. Nada se puede resolver porque el abusador siempre se sale con la suya. La cadena de mando se establece por la fuerza. “Sólo habrá paz si acá se hace lo que yo digo”, parecen decir.

La agresión puede adoptar la forma de violencia o abuso emocional. Y no solo los adultos operan así. Innumerables niños usan el berrinche con el mismo fin: “o me das lo que quiero o aguantarás mi rabieta”.

Retrato de un bravucón

La conducta abusiva puede tener varios orígenes. Uno es la violencia en el hogar y otro  podría  ser una discapacidad en el aprendizaje que inhibe la capacidad de aprender  habilidades sociales e intelectuales.  Los niños usan la agresión, con violencia física y abuso verbal, para suplantar esas habilidades. Entonces, no tienen que aprender a resolver sus problemas, sólo amenazan a otros niños. No tienen que aprender a  solucionar coas porque empujan o insultan a sus compañeros. Entonces, para cuando cumplen 10 años, esa conducta ya está incorporada y se ha convertido en la respuesta natural a cualquier situación donde se sienten incómodos socialmente, o inseguros, o atemorizados, o aburridos o cohibidos.

Adolescentes y mentalidad de pandilla

Cuando se habla de adolescentes se habla de un fenómeno totalmente diferente, dice Lehman. La realidad es que muchos adolescentes actualmente en la educación secundaria tienen una actitud abusiva entre sí. Hay grupos que se dedican a maltratar  a otros, verbalmente o emocionalmente, con mentalidad de pandilla.  Cuando esos chicos comienzan a insultar a otros y a cuestionar su sexualidad,  se hace siempre para dominarlos.  Si el atacado no quiere ser víctima, se tiene que unir al grupo.  Los chicos que no se socializan bien, los tímidos o los muy pasivos, suelen ser elegidos como blanco.  Y el peligro de la violencia siempre está detrás.  Esta es una tendencia muy destructiva que prevalece hoy en los colegios secundarios. Los padres y directivos escolares que la ignoren se están haciendo un flaco favor. Esta conducta es hiriente y dañina. Traumatiza a los chicos que reciben los ataques. Se debería hablar de esto en clase desde la escuela primaria.  Ellos necesitan aprender lo que significa, cómo resolverlo y cómo reaccionar ante un bully.

Si esto no se aprende, los chicos atacados pensarán que hay algo malo en ellos y este círculo vicioso se perpetúa. Los niños deben también aprender a controlar sus impulsos y controlarse cuando quieren golpear, herir o intimidar a otros.  Si no hay un esfuerzo concertado para terminar con los peleones en la escuela, nada cambiará.

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