El monto es casi idéntico al de la deuda externa pública nacional. En 2006 aumentó 3%. Que se recuerde, jamás ha disminuido, mucho menos en crisis como la de 2001/2. Son estimaciones del vapuleado Indec.
Al margen de estadísticas, hay una señal clásica. Como ocurre en la rambla montevideana, basta contar –en avenida del Libertador, por ejemplo- la cantidad de coches nuevos que circula por minuto. En general, para comprar esos automóviles un argentino de ingresos medios-medios precisaría de treinta sueldos para arriba o un financiamiento que, para igual lapso, resulta por demás costoso. Pero la ventad e vehículos bate máxima tras máxima…
A diferencia de la deuda nacional, la riqueza no declarada ha llegado a niveles sin precedentes. Pero, en general, los expertos no creen que eso se origine en egresos importantes de capitales. A la inversa, el año pasado se registraron ingresos netos (diferencia entre entradas y salidas) por US$ 1.400 millones.
Un factor más plausible reside en el alza de rindes sobre fondos colocados en el exterior. Ocurre que va quedando atrás una fase de tasas bajas, lo cual reprecia activos en euros, libras y francos suizos. Sin duda. el fenómeno va en desmedro del dólar, pero se trata de ciclos inevitables.
La condncta de esos capitales es tradicionalmente regresiva. Cuatro años de expansión por encima de 8,5% anual no han generado la confianza necesaria para que siquiera parte de esa plata empiece a volver. El pretexto siempre es igual: ausencia de horizontes a largo plazo y malas experiencias en el pasado. No obstante, la misma fuente revela que las firmas extranjeras obtuvieron utilidades importantes y marcaron un récord superior al de 1994: los giros de dividendos a matrices sumaron US$ 5.410 millones, pero la reinversión alcanzaba 2.240 millones. En verdad, los argentinos colocados afuera trasuntan una idea esencialmente suntuaria de la riqueza.
El monto es casi idéntico al de la deuda externa pública nacional. En 2006 aumentó 3%. Que se recuerde, jamás ha disminuido, mucho menos en crisis como la de 2001/2. Son estimaciones del vapuleado Indec.
Al margen de estadísticas, hay una señal clásica. Como ocurre en la rambla montevideana, basta contar –en avenida del Libertador, por ejemplo- la cantidad de coches nuevos que circula por minuto. En general, para comprar esos automóviles un argentino de ingresos medios-medios precisaría de treinta sueldos para arriba o un financiamiento que, para igual lapso, resulta por demás costoso. Pero la ventad e vehículos bate máxima tras máxima…
A diferencia de la deuda nacional, la riqueza no declarada ha llegado a niveles sin precedentes. Pero, en general, los expertos no creen que eso se origine en egresos importantes de capitales. A la inversa, el año pasado se registraron ingresos netos (diferencia entre entradas y salidas) por US$ 1.400 millones.
Un factor más plausible reside en el alza de rindes sobre fondos colocados en el exterior. Ocurre que va quedando atrás una fase de tasas bajas, lo cual reprecia activos en euros, libras y francos suizos. Sin duda. el fenómeno va en desmedro del dólar, pero se trata de ciclos inevitables.
La condncta de esos capitales es tradicionalmente regresiva. Cuatro años de expansión por encima de 8,5% anual no han generado la confianza necesaria para que siquiera parte de esa plata empiece a volver. El pretexto siempre es igual: ausencia de horizontes a largo plazo y malas experiencias en el pasado. No obstante, la misma fuente revela que las firmas extranjeras obtuvieron utilidades importantes y marcaron un récord superior al de 1994: los giros de dividendos a matrices sumaron US$ 5.410 millones, pero la reinversión alcanzaba 2.240 millones. En verdad, los argentinos colocados afuera trasuntan una idea esencialmente suntuaria de la riqueza.