Gerhard Schröder, de estrella política a cabildero millonario

Gas, banca y otras actividades rentadas han hecho del ex canciller socialdemócrata alemán un hombre de fortuna. Es un caso peculiar: convirtió su influencia política en negocios. Hoy preside un grupo rusogermano ligado a Gazprom.

3 abril, 2006

Algunos amigos personales sostienen que Schröder no había planeado “una vida después de ocupar el poder” (y perderlo tras una espectacular derrota en un feudo propio, Renania norte-Vestfalia). Otros opinan exactamente lo contrario: el salto a la derecha del ex dirigente fue más espectacular que los de Tabaré Vazquez en Uruguay. Luiz Inácio da Silva en Brasil o Tony Blair en Gran Bretaña.

Amén de presidente ejecutivo del consorcio North European Gas Pipeline (NEGP, rama internacional de la estatal Gazprom), GS es consultor rentrado de una editorial suiza y miembro del consejo europeo en la banca inversora Rothschild (Zürich, Londres, París). Su función ahí consiste en analizar y proponer proyectos financieros en Rusia, Turquía, China y el sudeste eurpoeo.

Por supuesto, la clave de todo es NEGP. En particular, porque la alianza abarca E.On, la mayor eléctrica privada de la Unión Europea, hoy empeñada en absorber la española Endesa. Ello la enfrenta al gobierno de Madrid, con el apoyo de la Comisión Europea. No obstante, Bruselas ve con sospecha el papel de GS al servicio directo de Gazprom, instrumento de Vladyímir Putin con capacidad de manipular el suministro de gas natural a la UE.

En verdad, NEGP y sus aliadas E.On y BASF constituyen un consorcio con un fin específico casi exclusivo: tender y gerenciar un oleoducto (gas natural y metano) este-oeste que insumirá € 4.000 millones. Entre otras cosas, ligará Rusia y Alemania en forma directa. En calidad de gestor, Schröder percibe € 250 millones anuales.

Claro, el hombre paga precios polìticos. “Raramente un ex jefe de gobierno ha dañado tan rápidamente su propia reputación y la de su antigua actividad Desde el poder, favoreció los intereses del mismo grupo económico que hoy dirige”. Así acusa Guido Westerwelle, líder del partido Liberal (estaba en la coalición que sostenía a GS), en una querella que acaba de radicar en Alemania contra su ex aliado.

En verdad, GS no guardó las formas. Dos días después de entregar el gobierno a la pálida conservadora Angela Merkel, se convirtió en asesore rentado de la editorial suiza Ringler, a cambio de modestos € 500.000 anuales. Todavía se ignora cuánto le paga Rothschild.

Algunos amigos personales sostienen que Schröder no había planeado “una vida después de ocupar el poder” (y perderlo tras una espectacular derrota en un feudo propio, Renania norte-Vestfalia). Otros opinan exactamente lo contrario: el salto a la derecha del ex dirigente fue más espectacular que los de Tabaré Vazquez en Uruguay. Luiz Inácio da Silva en Brasil o Tony Blair en Gran Bretaña.

Amén de presidente ejecutivo del consorcio North European Gas Pipeline (NEGP, rama internacional de la estatal Gazprom), GS es consultor rentrado de una editorial suiza y miembro del consejo europeo en la banca inversora Rothschild (Zürich, Londres, París). Su función ahí consiste en analizar y proponer proyectos financieros en Rusia, Turquía, China y el sudeste eurpoeo.

Por supuesto, la clave de todo es NEGP. En particular, porque la alianza abarca E.On, la mayor eléctrica privada de la Unión Europea, hoy empeñada en absorber la española Endesa. Ello la enfrenta al gobierno de Madrid, con el apoyo de la Comisión Europea. No obstante, Bruselas ve con sospecha el papel de GS al servicio directo de Gazprom, instrumento de Vladyímir Putin con capacidad de manipular el suministro de gas natural a la UE.

En verdad, NEGP y sus aliadas E.On y BASF constituyen un consorcio con un fin específico casi exclusivo: tender y gerenciar un oleoducto (gas natural y metano) este-oeste que insumirá € 4.000 millones. Entre otras cosas, ligará Rusia y Alemania en forma directa. En calidad de gestor, Schröder percibe € 250 millones anuales.

Claro, el hombre paga precios polìticos. “Raramente un ex jefe de gobierno ha dañado tan rápidamente su propia reputación y la de su antigua actividad Desde el poder, favoreció los intereses del mismo grupo económico que hoy dirige”. Así acusa Guido Westerwelle, líder del partido Liberal (estaba en la coalición que sostenía a GS), en una querella que acaba de radicar en Alemania contra su ex aliado.

En verdad, GS no guardó las formas. Dos días después de entregar el gobierno a la pálida conservadora Angela Merkel, se convirtió en asesore rentado de la editorial suiza Ringler, a cambio de modestos € 500.000 anuales. Todavía se ignora cuánto le paga Rothschild.

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