¡Es la sal, estúpido!

A la lista negra que ya integran calorías, carbohidratos y grasas ahora hay que agregar la sal, insisten los médicos. Y no tanto la sal del salero sino la que viene escondida en alimentos procesados y congelados.

28 julio, 2006

No es ninguna novedad que el alto consumo de sal provoca alta presión arterial
y que eso nunca es buena noticia. El problema, dice cada vez con más énfasis
la comunidad médica, es que todos nosotros consumimos muchísima
más sal de la que creemos incorporar. A todos aquellos que dicen “yo
casi no como sal”, refiriéndose a que nunca le agregan nada al plato
o a que salan poco sus recetas, los médicos señalan las numerosas
formas de incorporar sodio sin darse cuenta: alimentos congelados, envasados,
postres, tortas y facturas y hasta comidas envasadas de bajas calorías.

En Estados Unidos un panel de la American Medical Association pide una
campaña pública para que la población tome conciencia de
la conveniencia de reducir la sal en la dieta diaria. Quieren que, en los próximos
diez años, las empresas alimentarias y restaurantes reduzcan 50% los
niveles de sodio en los alimentos. Además, pide a la Food and Drug Administration
(FDA) que revise la reglamentación sobre etiquetado para incluir advertencias
sobre alto sodio.

El problema, según lo expresa James Rohack, profesor de cardiología,
“es la sal escondida en los alimentos procesados y también en los
restaurantes”. Rohack explica el proceso que califica de peligroso: cuando
se ingiere mucho sodio, el cuerpo reacciona reteniendo más agua. Esa
agua adicional aumenta el volumen de sangre que fluye por los vasos sanguíneos,
que a su vez sube la presión de la sangre. En el largo plazo, eso genera
hipertensión. Lo malo es que la presión no tiene síntomas
visibles, pero si no se la trata puede provocar infarto cardíaco o cerebral.
De los 65 millones de estadounidenses con alta presión, 21, 66 millones
( o sea, la tercera parte) no saben que la tienen.

El Salt Institute, cuyo brazo comercial habla en nombre de los productores
de sal, discrepa con la AMA diciendo que no hay pruebas que avalen la campaña
contra el sodio. Lo cierto es que el mineral es esencial para muchas funciones
del cuerpo, como el equilibrio de fluidos, transmisión nerviosa, coagulación
de la sangre y contracción de los músculos (corazón incluido).
El equilibrio de los fluidos es tan importante, arguyen, que los atletas usan
bebidas energizantes como Gatorade , justamente para reponer los líquidos
y sal que pierden a través de la transpiración.
Si bien esto último es absolutamente cierto, muchas investigaciones han
demostrado que en aquellos países donde la gente consume relativamente
poca sal, no son muchos lo que tienen hipertensión al envejecer.

Hoy, el estadounidense promedio ingiere alrededor de 4.000 mg de sodio por día.
Con 1.500 mg diarios de sal el cuerpo humano funciona bien en personas de menos
de 50. Los mayores de 50 sólo necesitan 1.200 a 1.300 mg. La AMA dice
que cualquier alimento que contenga más de 480mg de sodio por porción
debería ser considerado de alto contenido en sodio.

¿Dónde se esconde la sal? En galletitas, facturas, masas, postres
y tartas dulces. ¿Por qué si son dulces? Porque la sal es, entre
otras cosas, resaltadora de sabores y conservadora de productos. Incluso algunos
alimentos de bajas calorías también contienen mucho sodio. Por
eso no es fácil reducir el consumo si comemos alimentos procesados. Las
empresas se resisten a reducir la sal porque sus productos pierden no sólo
sabor sino también duración.

No es ninguna novedad que el alto consumo de sal provoca alta presión arterial
y que eso nunca es buena noticia. El problema, dice cada vez con más énfasis
la comunidad médica, es que todos nosotros consumimos muchísima
más sal de la que creemos incorporar. A todos aquellos que dicen “yo
casi no como sal”, refiriéndose a que nunca le agregan nada al plato
o a que salan poco sus recetas, los médicos señalan las numerosas
formas de incorporar sodio sin darse cuenta: alimentos congelados, envasados,
postres, tortas y facturas y hasta comidas envasadas de bajas calorías.

En Estados Unidos un panel de la American Medical Association pide una
campaña pública para que la población tome conciencia de
la conveniencia de reducir la sal en la dieta diaria. Quieren que, en los próximos
diez años, las empresas alimentarias y restaurantes reduzcan 50% los
niveles de sodio en los alimentos. Además, pide a la Food and Drug Administration
(FDA) que revise la reglamentación sobre etiquetado para incluir advertencias
sobre alto sodio.

El problema, según lo expresa James Rohack, profesor de cardiología,
“es la sal escondida en los alimentos procesados y también en los
restaurantes”. Rohack explica el proceso que califica de peligroso: cuando
se ingiere mucho sodio, el cuerpo reacciona reteniendo más agua. Esa
agua adicional aumenta el volumen de sangre que fluye por los vasos sanguíneos,
que a su vez sube la presión de la sangre. En el largo plazo, eso genera
hipertensión. Lo malo es que la presión no tiene síntomas
visibles, pero si no se la trata puede provocar infarto cardíaco o cerebral.
De los 65 millones de estadounidenses con alta presión, 21, 66 millones
( o sea, la tercera parte) no saben que la tienen.

El Salt Institute, cuyo brazo comercial habla en nombre de los productores
de sal, discrepa con la AMA diciendo que no hay pruebas que avalen la campaña
contra el sodio. Lo cierto es que el mineral es esencial para muchas funciones
del cuerpo, como el equilibrio de fluidos, transmisión nerviosa, coagulación
de la sangre y contracción de los músculos (corazón incluido).
El equilibrio de los fluidos es tan importante, arguyen, que los atletas usan
bebidas energizantes como Gatorade , justamente para reponer los líquidos
y sal que pierden a través de la transpiración.
Si bien esto último es absolutamente cierto, muchas investigaciones han
demostrado que en aquellos países donde la gente consume relativamente
poca sal, no son muchos lo que tienen hipertensión al envejecer.

Hoy, el estadounidense promedio ingiere alrededor de 4.000 mg de sodio por día.
Con 1.500 mg diarios de sal el cuerpo humano funciona bien en personas de menos
de 50. Los mayores de 50 sólo necesitan 1.200 a 1.300 mg. La AMA dice
que cualquier alimento que contenga más de 480mg de sodio por porción
debería ser considerado de alto contenido en sodio.

¿Dónde se esconde la sal? En galletitas, facturas, masas, postres
y tartas dulces. ¿Por qué si son dulces? Porque la sal es, entre
otras cosas, resaltadora de sabores y conservadora de productos. Incluso algunos
alimentos de bajas calorías también contienen mucho sodio. Por
eso no es fácil reducir el consumo si comemos alimentos procesados. Las
empresas se resisten a reducir la sal porque sus productos pierden no sólo
sabor sino también duración.

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