Las envuelven en una gran tela y luego las hacen oscilar hacia un lado y hacia el otro. La idea se origina en la práctica del Ohinamaki, con la que se envuelve a los bebés de manera similar. Lo hacían las abuelas y se vuelve a hacer, aunque de manera mucho más suave que antes. Pero el objetivo es siempre el mismo: mantener al bebé en calma impidiéndole que mueva sus extremidades. Dicen que muchas veces se despiertan porque se golpean ellos mismos agitando los brazos o las piernas. Según los japoneses la práctica contribuye al desarrollo físico.
En cuanto al Otonamaki, cada sesión dura aproximadamente unos 20 minutos y se supone que ayuda a la persona a relajarse y a recuperar flexibilidad.
El método fue inventado por una famosa partera japonesa, Nobuko Watanabe quien también inventó un cinturón para embarazadas que se usa mucho en Japón.