Cuando no sabemos mucho de vino y tenemos que elegir una botella para agasajar o para regalar, la increíble variedad de tipos y marcas que llenan los interminables estantes de una vinería suele ser abrumadora. Primero el tipo: ¿blancos, tintos, rosados, espumantes, dulces, secos, jóvenes o añejos? Luego la marca: ¿conocida o desconocida? Y finalmente el criterio al que por necesidad más recurrimos es el precio: ¿Caro o barato?
Como el mundo siempre nos ha enseñado que lo caro es mejor, si queremos quedar bien, elegimos un vino caro, y si es de marca prestigiosa, mejor todavía.
Sin embargo, las catas a ciegas que suelen hacerse entre “expertos” muestran muchas veces que cuando ellos no saben lo que están tomando discrepan en sus opiniones entre sí y hasta con ellos mismos en oportunidades diferentes.
Vox, una página web de noticias norteamericana creó un video para mostrar la diferencia entre vino caro y vino barato mediante un experimento de prueba a ciegas. Pidió a 19 de sus empleados que realizaran la prueba y casi la mitad identificó, entre las tres botellas de Cabernet Sauvignon que tenían delante, la que para ellos era la más cara y la menos cara. Resultado, para esa mitad: la botella más cara fue la que menos les gustó.
La calificación promedio que dieron tanto al más caro como al más barato fue más o menos la misma. Vox cita estudios que muestran que a menos que uno sea un connoisseur de vinos finos, el ciudadano común tiene menos probabilidades de disfrutar vinos caros.
Mirá el video en inglés:
Este es otro, pero muestra lo mismo:
Richard Quandt, economista de la Universidad de Princeton , analizó en un ensayo escrito en 2007 “las dos principales fuentes de pavadas en la vida”:
“Dijo: Primero, hay algunos sujetos que tienden a inducir una increíble cantidad de pavadas…. Igualmente importante: hay alguna gente que se engancha con la pavada con mayor frecuencia que el promedio; tienen una especial propensión a la pavada, tal vez por hábito, por compulsión o por diversión. En algunos casos se produce un lamentable matrimonio entre un sujeto que se presta a la pavada y el artista de la pavada que se siente impulsado a ella. Me temo que el vino es uno de esos casos donde se manifiesta esta unión non santa”.
Allí está el problema con el vino: tenemos la ciencia de convertir muy buena fruta en muy buen vino. Luego tenemos variables de calidad aparentemente objetivas, como equilibrio y complejidad. Pero por encima de eso hay una montaña de opiniones subjetivas, de personas tratando de demostrar su grado de sofisticación y un montón de marketing. La naturaleza del vino hace que sea muy difícil distinguir la diferencia entre conocimiento por experiencia, tonterías y preferencias personales.