Don Camillo y Peppone, en poder de Berlusconi

Un tribunal francés obliga a una empresa de Silvio Berlusconi a pagar derechos a los herederos de Julien Duvivier, René Barjavel y Fernandel –más el sobreviviente Gino Cervi, don Peppone- por el ciclo fílmico alrededor de don Camillo.

1 noviembre, 2004

LA firma Mercurio FinCom debe abonarles a los legatarios de Duvivier (director), Barjavel (guionista) y Fernandel (protagonista) un total de aproximadamente € 750.000 en derechos pendientes –y seguir pagando en el futuro- por cuatro películas. A saber, “Don Camillo” (1952), “Il ritorno di don Camillo)” (1953), Don Camillo e l’onorevole Peppone” (1955) y “Don Camillo monsignore, ma non troppo” (1961).

En Argentina, tres de las cuatro tuvieron el mismo éxito arrollador que en Italia. La tercera se tituló localmente “Peppone senador”. La cuarta fue acá “Don Camillo en el Vaticano””, pero no tenía la calidad de las anteriores. En la actualidad, se ven por cable las cuatro, en las excelentes copias de Mercurio.

El fallo de París impone resarcimientos y asegura que los futuros pagos se cumplan a rajatabla. Ahora bien ¿cómo aparece Berlusconi en el asunto?. Simple: el sello que controla las películas para cine y TV, pertenece a la firma Mercurio FinCom, cuyo 90% está en manos de Holding Italiana Ottava (HIO), propiedad de Berlusconi. El 10% restante lo poseen Piersilvio y Marina, hijos del actual primer ministro.

Curiosamente, ese holding no tiene vínculos explícitos con Mediaset –el conglomerado de medios que controla Berlusconi- y Fininvest, la financiera coprotagonista de procesos en los cuales está metido don Silvio. De ahí la inmunidad temporaria que obtuvo, en 2003, de un Senado complaciente.

¿Qué es Mercurio FinCom? Un “quiosco” de Berlusconi, útil para los hijos hagan sus pininos como empresarios y especuladores. En efecto, el holding tiene dos actividades: manejar una cartera de viejas películas y videos –como la compra de MGM por Sony muestra, es un excelente negocio- y reinvertir las utilidades en mercados bursátiles y financieros.

Pero hay nexos ocultos. Así, las especulaciones del holding son gestionadas por un fondo inversor, Convergenza. A su vez, éste lo maneja Ubaldo Livolsi, director ejecutivo de Fininvest, cuya gestión no parece buena: la firma tiene un déficit de 25%.

Los derechos del paquete Mercurio expiran recién en 2013. En cuanto al juicio, fue iniciado por herederos de Duvivier y Barjavel, pero –lógicamente- el fallo abarca otros legatarios a quienes Berlusconi no les pagaba. En Francia, el asunto llamó la atención porque Duvivier era uno de los máximos cineastas que hacen puente entre los años 30 y la posguerra. Fue él quien proyectó al cine “Mondo piccolo”, una sátira político-costumbrista de Giovanni Guareschi (originalmente más dura y violenta que las películas). Las figuras centrales eran el párroco y el alcalde comunista de Brescello, un pueblito imaginario cerca del Po.

La sentencia pone en la picota una cartera de filmes viejos cuyos actuales titulares prefieren mantener casi en secreto. Críticos italianos y franceses sospechan que Mercurio tal vez poses películas de Totò, Peter Sellers –especialmente una comedia en blanco y negro, donde aparece Clouzot-, Fernandel mismo, etcétera.

LA firma Mercurio FinCom debe abonarles a los legatarios de Duvivier (director), Barjavel (guionista) y Fernandel (protagonista) un total de aproximadamente € 750.000 en derechos pendientes –y seguir pagando en el futuro- por cuatro películas. A saber, “Don Camillo” (1952), “Il ritorno di don Camillo)” (1953), Don Camillo e l’onorevole Peppone” (1955) y “Don Camillo monsignore, ma non troppo” (1961).

En Argentina, tres de las cuatro tuvieron el mismo éxito arrollador que en Italia. La tercera se tituló localmente “Peppone senador”. La cuarta fue acá “Don Camillo en el Vaticano””, pero no tenía la calidad de las anteriores. En la actualidad, se ven por cable las cuatro, en las excelentes copias de Mercurio.

El fallo de París impone resarcimientos y asegura que los futuros pagos se cumplan a rajatabla. Ahora bien ¿cómo aparece Berlusconi en el asunto?. Simple: el sello que controla las películas para cine y TV, pertenece a la firma Mercurio FinCom, cuyo 90% está en manos de Holding Italiana Ottava (HIO), propiedad de Berlusconi. El 10% restante lo poseen Piersilvio y Marina, hijos del actual primer ministro.

Curiosamente, ese holding no tiene vínculos explícitos con Mediaset –el conglomerado de medios que controla Berlusconi- y Fininvest, la financiera coprotagonista de procesos en los cuales está metido don Silvio. De ahí la inmunidad temporaria que obtuvo, en 2003, de un Senado complaciente.

¿Qué es Mercurio FinCom? Un “quiosco” de Berlusconi, útil para los hijos hagan sus pininos como empresarios y especuladores. En efecto, el holding tiene dos actividades: manejar una cartera de viejas películas y videos –como la compra de MGM por Sony muestra, es un excelente negocio- y reinvertir las utilidades en mercados bursátiles y financieros.

Pero hay nexos ocultos. Así, las especulaciones del holding son gestionadas por un fondo inversor, Convergenza. A su vez, éste lo maneja Ubaldo Livolsi, director ejecutivo de Fininvest, cuya gestión no parece buena: la firma tiene un déficit de 25%.

Los derechos del paquete Mercurio expiran recién en 2013. En cuanto al juicio, fue iniciado por herederos de Duvivier y Barjavel, pero –lógicamente- el fallo abarca otros legatarios a quienes Berlusconi no les pagaba. En Francia, el asunto llamó la atención porque Duvivier era uno de los máximos cineastas que hacen puente entre los años 30 y la posguerra. Fue él quien proyectó al cine “Mondo piccolo”, una sátira político-costumbrista de Giovanni Guareschi (originalmente más dura y violenta que las películas). Las figuras centrales eran el párroco y el alcalde comunista de Brescello, un pueblito imaginario cerca del Po.

La sentencia pone en la picota una cartera de filmes viejos cuyos actuales titulares prefieren mantener casi en secreto. Críticos italianos y franceses sospechan que Mercurio tal vez poses películas de Totò, Peter Sellers –especialmente una comedia en blanco y negro, donde aparece Clouzot-, Fernandel mismo, etcétera.

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