Destrucción creadora o cómo la Web salvará al planeta

¿Internet acabará con la civilización tal como se la conoce, o bien ofrece herramientas para mejorarla, o hace ambas cosas al mismo tiempo. Esta batalla retórica genera una serie de libros que aparece en vísperas de la segunda década del siglo XXI.

17 septiembre, 2010

<p>Por una parte, surgen apocal&iacute;pticos como Nicholas Carr y Jaron Lanier, que advierten sobre el peligro de que todos se transformen en esclavos de la m&aacute;quina, como los habitantes de Metr&oacute;polis (Fritz Lang, 1926). Por la otra, autores como Clay Shirky creen que, en la era de las redes, todo aquel que tenga una conexi&oacute;n a Internet contribuye al bienestar general.<br />
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Donald Tapscott y Anthony Willliams no dejan lugar a dudas. En 2006, su texto Wikinomics (&ldquo;Wikinom&iacute;a) predijo el mismo tipo de cooperaci&oacute;n masiva por la Red que tambi&eacute;n caracteriza al sistema operativo abierto Linux. Particularmente, su capacidad de modificar el &aacute;mbito de los negocios.<br />
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&ldquo;Si eso suena ambicioso &ndash;se&ntilde;ala el Financial Times, ap&oacute;stol del cambio-, su nuevo libro, MacroWikinomics, les permite extrapolar cuanto se le ocurra y desarrollar un an&aacute;lisis por dem&aacute;s complejo. Salud, educaci&oacute;n, energ&iacute;as limpias, transportes, medios, gobiernos… nada imposible de encarar si bastantes personas compatibles entre s&iacute; se conectan y comparten ideas, proyectos, etc., en la Web.<br />
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En este mundo feliz, que abarca estados nacionales, las instituciones viven sus &uacute;ltimos momentos y s&oacute;lo aguardan ser reformadas desde adentro, por sus propios ciudadanos. Este lenguaje, no por casualidad, recuerda al de Nicholas Negroponte, un gur&uacute; social hoy algo olvidado. &ldquo;Muchas soluciones a problemas como crisis en el seguro m&eacute;dico privado o el efecto invernadero ya existen alrededor de entidades convencionales y -postulan los autores- en los espacios colaborativos de la Web&rdquo;. <br />
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<p>La temprana euforia de hace diez o doce años, cuando imperaba Negroponte, llegó a postular una “nueva economía”, sin los ciclos largos ni cortos de las etapas industriales entre el siglo XVIII y la revolución tecnológica frustrada por el colapso puntocom a inicios del XX. Pero “se avecina un nuevo auge, cifrado en un factor tan inmaterial, ubicuo y omnipresente como Internet”.<br />
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La dificultad con el tipo de libros representado por MacroWikipedia –objeta el FT- es que “toman fenómenos sin duda seductores, les inyectan una fuerte dosis de mesianismo y producen versiones absolutistas del futuro. Lo hacen sosteniendo que todas las instituciones son ineptas o corruptas y sólo un activismo desde las bases puede resolver los grandes problemas del mundo.<br />
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“Sería lindo que Tapscott y Williams tuvieran la historia de su lado –observan Carr y Lanier- y que esquemas como el de Linus Torvalds prenunciasen en efecto un mundo donde todos estén conectados por lo menos una hora al día para aumentar conocimientos”.<br />
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