Crece la popularidad del spa

Una encuesta realizada por la investigadora de marketing Maritz Research Inc. muestra que muchos estadounidenses se regalaron en diciembre una semana en alguno de los miles de spa que se ofrecen en el mercado nacional.

2 febrero, 2004

Algunas de las novedades que trajo este fin de año en Estados Unidos fue
la abrumadora preferencia por regalar unos días de spa. Ese lugar donde
ofrecen masajes, baños de vapor, de barro, de esencias, gimnasia acuática,
tratamientos desestresantes, de belleza, de adelgazamiento y rejuvenecimiento.

Sin embargo, la popularidad de esos nuevos lugares los ha multiplicado tanto
que ahora es preciso distinguir entre unos y otros. Están los “spa”
propiamente dichos – o sea lugares exclusivamente dedicados a tratamientos especiales
— y están las variantes que ofrecen los hoteles. En los del primer tipo
los programas suelen ser más estrictos. Los hay, por ejemplo, especializados
en planes para dejar de fumar o para bajar de peso. Los hoteles, en cambio,
suelen presentar versiones más ligeras con preferencia por los programas
relajantes y desestresantes tendientes, sobre todo, a brindar placer.

En Estados Unidos, la oferta de spa creció a razón de 20% al
año entre 1994 y 2002. Hoy son 10.000 en total, según un estudio
reciente de PricewaterhouseCoopers.
Para decidir cuál es el tipo de spa que más adecuadamente se ajusta
a las necesidades personales, los expertos aconsejan que cada uno decida primero
cuál es el propósito de su visita: si lo que busca es un componente
adicional en un viaje de negocios, será suficiente el programa que ofrece
un hotel: una dieta ligeramente cuidada pero gustosa, masajes, hidromasaje,
aromaterapia y algunas caminatas durante la mañana.

Otra cosa muy distinta es si uno quiere un programa de adelgalzamiento y /
o rejuvenecimiento. Éstos casi siempre incluyen una dieta muy estricta,
gimnasia, personal trainer, tratamiento especializados para la piel, el rostro
y el cuerpo en general.

Son los que pretenden específicamente mejorar la forma de vida de sus
huéspedes. Requieren, de un lado, personal médico y paramédico
con dedicación exclusiva durante todo el día., y del otro, huéspedes
dispuestos a someterse a los rigores del plan. Son éstos los más
caros, aunque su precio depende mucho del lugar en que se encuentren: lago,
montaña, mar, río, ciudad, etc.

En cualquiera de las dos grandes variantes se puede elegir un paquete “todo
incluido” o comprar los tratamientos en forma separada. En el primer caso
– todo incluido – es la institución la que decide cómo se reparte
el tiempo a lo largo de toda la estadía. En el segundo, el cliente decide
cómo prefiere repartir sus horas, a qué actividad darle prioridad
y qué tratamientos incluir o excluir. Hay a quienes no les gusta que
los embadurnen con barro y otros a quienes no les agrada el tenis. En esos casos,
lo mejor es un menú “a la carta”.

Algunas de las novedades que trajo este fin de año en Estados Unidos fue
la abrumadora preferencia por regalar unos días de spa. Ese lugar donde
ofrecen masajes, baños de vapor, de barro, de esencias, gimnasia acuática,
tratamientos desestresantes, de belleza, de adelgazamiento y rejuvenecimiento.

Sin embargo, la popularidad de esos nuevos lugares los ha multiplicado tanto
que ahora es preciso distinguir entre unos y otros. Están los “spa”
propiamente dichos – o sea lugares exclusivamente dedicados a tratamientos especiales
— y están las variantes que ofrecen los hoteles. En los del primer tipo
los programas suelen ser más estrictos. Los hay, por ejemplo, especializados
en planes para dejar de fumar o para bajar de peso. Los hoteles, en cambio,
suelen presentar versiones más ligeras con preferencia por los programas
relajantes y desestresantes tendientes, sobre todo, a brindar placer.

En Estados Unidos, la oferta de spa creció a razón de 20% al
año entre 1994 y 2002. Hoy son 10.000 en total, según un estudio
reciente de PricewaterhouseCoopers.
Para decidir cuál es el tipo de spa que más adecuadamente se ajusta
a las necesidades personales, los expertos aconsejan que cada uno decida primero
cuál es el propósito de su visita: si lo que busca es un componente
adicional en un viaje de negocios, será suficiente el programa que ofrece
un hotel: una dieta ligeramente cuidada pero gustosa, masajes, hidromasaje,
aromaterapia y algunas caminatas durante la mañana.

Otra cosa muy distinta es si uno quiere un programa de adelgalzamiento y /
o rejuvenecimiento. Éstos casi siempre incluyen una dieta muy estricta,
gimnasia, personal trainer, tratamiento especializados para la piel, el rostro
y el cuerpo en general.

Son los que pretenden específicamente mejorar la forma de vida de sus
huéspedes. Requieren, de un lado, personal médico y paramédico
con dedicación exclusiva durante todo el día., y del otro, huéspedes
dispuestos a someterse a los rigores del plan. Son éstos los más
caros, aunque su precio depende mucho del lugar en que se encuentren: lago,
montaña, mar, río, ciudad, etc.

En cualquiera de las dos grandes variantes se puede elegir un paquete “todo
incluido” o comprar los tratamientos en forma separada. En el primer caso
– todo incluido – es la institución la que decide cómo se reparte
el tiempo a lo largo de toda la estadía. En el segundo, el cliente decide
cómo prefiere repartir sus horas, a qué actividad darle prioridad
y qué tratamientos incluir o excluir. Hay a quienes no les gusta que
los embadurnen con barro y otros a quienes no les agrada el tenis. En esos casos,
lo mejor es un menú “a la carta”.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades