Comer y beber, en calidades iguales

Los gastropubs nacieron en Londres, y proponen combinar la buena cerveza con comida gourmet de calidad. En Buenos Aires ya existen propuestas que mezclan hamburguesas de cordero y guisos espirituosos con bebidas que les compiten en calidad, dejando el maní que suele acompañarlas un poco demodé. Por Florencia Pulla. 

17 abril, 2015

Como tantas otras, esta no es una tendencia que haya nacido por estas latitudes. Pero, en un mundo globalizado, no debería extrañar a nadie que los gastropubs hayan llegado a Buenos Aires. Herederos de los famosos resto-bares que pulularon durante la década de los 80 y que todavía se paran, orgullosos, sobre la base robusta de minutas y empanadas, estos gastropubs argentos son otra cosa y no hay que confundirlos aunque, a ciencia cierta, a muchos se les complique. 

Nacidos en Londres a principios de los años 90, son establecimientos que además de una buena Guinness tirada –la cerveza irlandesa negra tirada más tradicional de la isla– construyen una propuesta gastronómica fuerte lejos de la comida tradicional de los bares que incluye, al menos en Inglaterra, al pastel de papas, el pollo a la cazadora y las salchichas con puré. 

En los nuevos menúes está la cerveza de siempre pero también comida moderna, que fusiona sabores y texturas de diferentes culturas, para proponer curries tailandeses que usan y abusan de la leche de coco, tiraditos peruanos con maracuyá y hamburguesas de cordero con materia prima de buena ley. Hay también lugar para los platos tradicionales, claro, aunque quizás sean nuevas versiones, descontracturadas, que usan los mismos ingredientes pero de diferentes maneras: allí una milanesa puede ser un bife de lomo sobre aceite de perejil con un crocante hecho de pan y huevo. 

 

 

Tanto empuje lograron estos gastropubs que algunos, como el Hand and Flowers, lograron dos estrellas Michelin, un honor reservado hasta entonces para restaurantes hechos y derechos. Aunque a algunos críticos les preocupa que se pierda la esencia natural de los pubs londinenses, lo cierto es que para las nuevas generaciones –deseosas de otras experiencias– estas opciones amplían sus horizontes gastronómicos. Y eso incluye a la generación Y argentina, con un pie en Buenos Aires y un ojo en las principales capitales del mundo.


Pony Line

Con estilo cajún

Hay varios exponentes de este estilo de bar que se pueden encontrar, en su mayoría, en el circuito gastronómico palermitano. Aunque hay otras opciones en San Telmo y Las Cañitas –y otras tantas escondidos en hoteles elegantes o boutiques del microcentro– todos rozan más el concepto de Cocktail Bar, un lugar en donde los tragos son los protagonistas, que al del gastropub. 

Si hay uno que lleva el concepto en su nombre es Nola Buenos Aires (Gorriti 4389, Palermo) el local de Liza y Francisco que mutó de un puertas cerradas elegante a un gastropub con cerveza artesanal propia (Francisco y su hermano fundaron Broeders Artesanal un tiempo antes) y platos de la cocina de Louisiana que incluyen el pollo frito, el gumbo –un guiso que regularmente se hace con pescado y vegetales– y varios platos típicos del pantano de Nueva Orleans. “Mi mujer Liza viene de esa parte de Estados Unidos, de familia gastronómica, y su comida tiene muchas influencias francesas y africanas porque Louisiana fue uno de los últimos estados en abolir la esclavitud. Cuando empezamos hace tres años éramos un puertas cerradas elegante y cuando apareció la oportunidad de abrir un local pensamos en dos cosas: cómo establecer una propuesta descontracturada con un servicio ágil, algo que en Buenos Aires es una rareza, y qué servir, en términos de una comida que se llevase bien con nuestra cerveza”, explica Francisco. 

Para la pareja detrás del éxito –es costumbre pasar por la calle en donde tienen su local y ver un grupo de 20 personas desparramadas en la cuadra, cerveza en mano– el diferencial está en darle importancia, justamente, a las dos variables en la ecuación. “Entendemos que nuestro estilo es único porque hacemos comida cajún pero el tema de la cerveza también es importante porque recién en la Argentina estamos saliendo de la calidad industrial para pasar a degustaciones más artesanales, con productos que en términos de sabores, olores y materias primas tienen más cuidado. Al ser un gastropub la gente no viene solamente a cenar sino que quiere tomar algo después del trabajo y por eso abrimos a las 5 y ofrecemos estas picadas, que van rotando desde pan de maíz relleno con panceta y jalapeños a unas mollejas fritas con pickles de cebolla que se venden muy bien. Nuestro menú es acotado y pequeño porque es estacional y la materia prima es de primera calidad”. 

En los pocos meses desde que abrieron sus puertas Nola logró amasar una clientela regular y otros, curiosos, que se acercan pasando Scalabrini Ortiz –un área más residencial de Palermo pero, en toda honestidad, también menos fashion– para degustar un Happy Hour que no los va a dejar con resaca.


Hamburguesas para pocos

Aunque indudablemente el Four Seasons (Posadas 1086, Recoleta) tiene una de las mejores hamburguesas en la ciudad –su restaurante más informal, Pony Line, cuida los detalles de papas fritas y cocciones– hay otras opciones, más cerca de la cerveza que de la coctelería elegante, que cumplen con las tres famosas tres G: gustar, ganar y golear. 

Uno de ellos, indudablemente, es Dellepiane Bar (Luis Dellepiane 685, Recoleta). Escondido en el pasaje que lleva su nombre, tiene varias opciones de cervezas tiradas de la línea Kaleef y también la más artesanal Garak. Más allá de las hamburguesas –que hay en sus versiones con queso azul, portobellos, cebolla a la plancha y dijon, y veggie con garbanzos, zanahoria y crema de maní– también ostentan opciones de picadas como Jalapeño Poppers, bocaditos Mac and Cheese y portobellos rellenos. 

En la misma línea, Burger Joint (Jorge Luis Borges 1776, Palermo) no decepciona. Abierto hace poco más de un año, las hamburguesas del pequeño local de Palermo –que pasa la serie Seinfeld en continuado para alegría de sus comensales– no solo sirve cerveza para bajar hamburguesas jugosas –a la americana, no como las de la Costanera– con guacamole y tabasco, sino que además presenta algunas opciones de bebidas interesantes que, sin llegar a ser cócteles, agregan a la experiencia gastronómica: por el mismo precio que un combo de hamburguesas y papas de alguna conocida franquicia. Quienes se acerquen además se pueden tomar una deliciosa sangría.

Los clásicos también se renuevan

Pero, en definitiva, para poder hablar de gastropubs se deben cumplir las dos partes de una misma ecuación. Después de todo, se puede fácilmente ser “gastro” sin ser, necesariamente, “pub”. En la Argentina, los clásicos también han renovado su propuesta gastronómica para no quedarse en el tiempo. Kilkenny (Reconquista 399, microcentro) y John John (Juan Bautista de Lasalle 48, San Isidro), por ejemplo, siguen siendo referentes del segmento con platos que no sobresalen ni por su técnica ni por su originalidad pero que siguen siendo muy cumplidores a la hora de un Happy Hour. Antares, la marca de cerveza que se convirtió en franquicia, también mezcla degustaciones de algunas de sus 10 variedades de cervezas con algunos platos que, sin dejar de ser típicos de pubs, están bien logrados. Pero si hay un lugar típico que lo entendió es Cervelar (Avenida Elcano 3385, Belgrano) que además de proveer una marca propia y un catálogo impresionante de cervezas importadas renovó su carta para ofrecer sándwiches gourmet, curries, pinchos y cazuelas que se salen de la norma. ¡A su salud!

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades