Bien reglamentada, la acuacultura podría satisfacer la demanda global de pescado

La cría de peces crece a un promedio de 11% anual. Si se la vigila para que – con métodos adecuados de alimentación-- no implique un peligro para la salud humana, podría ser la gran solución para calmar el hambre en el mundo.

14 enero, 2004

El viernes 9, investigadores ambientales de la universidad de Indiana advirtieron
que el pescado de criadero contiene niveles peligrosos de dioxinas y PCB (pentaclorobenzol).
El informe, que apareció en la prensa con enormes títulos alarmistas,
sirve para advertir a los organismos reguladores sobre la necesidad de vigilar
la cría de peces, que se ha convertido en el sector de mayor crecimiento
en la economía alimentaria del mundo (11% al año). Así opina
el Financial Times.

En principio, la acuacultura se presenta como una maravillosa manera de satisfacer
la creciente demanda de pescado en un momento en que los cardúmenes salvajes
colapsan en muchas partes del mundo. El principal problema es con qué alimentar
al pescado en cautiverio.

Las especies carnívoras — salmón, trucha, róbalo, rodaballo,
abadejo –requieren una dieta alta en proteínas.
Actualmente esto se soluciona alimentándolos con harina de pescado elaborada
con pescados salvajes baratos como la sardina, la anchoa y la caballa, que todavía
se pescan en grandes cantidades cerca de la superficie oceánica. Para alimentar
cada kilo de salmón de criadero se necesitan aproximadamente tres kilos
de peces salvajes.

Esta cadena alimentaria tiene la desagradable consecuencia de concentrar dioxinas
y otros contaminantes cancerígenos que consumen los peces que viven cerca
de la superficie. De todos modos, es poco probable que los contaminantes encontrados
en el salmón de criadero sean lo suficientemente peligrosos como para neutralizar
los beneficios de comer pescado.

Otra razón por la cual la harina de pescado no debería ser el elemento
utilizado para expandir la acuacultura es que es insostenible en el largo plazo.
La vida salvaje marina sufriría tremendamente si peces como las anchoas,
por ejemplo, se volvieran escasos.

Es preciso entonces encauzar a la acuacultura por la senda de la dieta vegetariana.
Una prioridad será desarrollar más fuentes vegetales de alto valor
proteico que puedan reemplazar la harina de pescado que se usa para las especies
carnívoras. Otra posibilidad, más sencilla, es dedicarse más
a la cría de especies naturalmente herbívoras u omnívoras,
como el bagre y la carpa.

Los gobiernos, recomienda el periódico, deberían encontrar la manera
de fomentar un sistema sustentable de acuacultura que pueda alimentar al mundo
con pescado y simultáneamente respete el medio ambiente marino.

El viernes 9, investigadores ambientales de la universidad de Indiana advirtieron
que el pescado de criadero contiene niveles peligrosos de dioxinas y PCB (pentaclorobenzol).
El informe, que apareció en la prensa con enormes títulos alarmistas,
sirve para advertir a los organismos reguladores sobre la necesidad de vigilar
la cría de peces, que se ha convertido en el sector de mayor crecimiento
en la economía alimentaria del mundo (11% al año). Así opina
el Financial Times.

En principio, la acuacultura se presenta como una maravillosa manera de satisfacer
la creciente demanda de pescado en un momento en que los cardúmenes salvajes
colapsan en muchas partes del mundo. El principal problema es con qué alimentar
al pescado en cautiverio.

Las especies carnívoras — salmón, trucha, róbalo, rodaballo,
abadejo –requieren una dieta alta en proteínas.
Actualmente esto se soluciona alimentándolos con harina de pescado elaborada
con pescados salvajes baratos como la sardina, la anchoa y la caballa, que todavía
se pescan en grandes cantidades cerca de la superficie oceánica. Para alimentar
cada kilo de salmón de criadero se necesitan aproximadamente tres kilos
de peces salvajes.

Esta cadena alimentaria tiene la desagradable consecuencia de concentrar dioxinas
y otros contaminantes cancerígenos que consumen los peces que viven cerca
de la superficie. De todos modos, es poco probable que los contaminantes encontrados
en el salmón de criadero sean lo suficientemente peligrosos como para neutralizar
los beneficios de comer pescado.

Otra razón por la cual la harina de pescado no debería ser el elemento
utilizado para expandir la acuacultura es que es insostenible en el largo plazo.
La vida salvaje marina sufriría tremendamente si peces como las anchoas,
por ejemplo, se volvieran escasos.

Es preciso entonces encauzar a la acuacultura por la senda de la dieta vegetariana.
Una prioridad será desarrollar más fuentes vegetales de alto valor
proteico que puedan reemplazar la harina de pescado que se usa para las especies
carnívoras. Otra posibilidad, más sencilla, es dedicarse más
a la cría de especies naturalmente herbívoras u omnívoras,
como el bagre y la carpa.

Los gobiernos, recomienda el periódico, deberían encontrar la manera
de fomentar un sistema sustentable de acuacultura que pueda alimentar al mundo
con pescado y simultáneamente respete el medio ambiente marino.

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