Barras bravas en Italia: un ejército de 74.000 ultras y violentos

Los partidos que protagonicen 23 equipos están expuestos a todo tipo de desmanes, homicidios inclusive. Así revela un estudio de la policía italiana. La mitad de los fanáticos tiene inclinaciones racistas o de extrema derecha.

14 octubre, 2005

“Aprovechando nexos económicos y políticos con ciertos márgenes de la sociedad, o la debilidad de muchos dirigentes, los violentos ingresan al negocio del fútbol y hasta condicionan a los clubes que los financian”. Así explica un trabajo policial difundido en los principales medios peninsulares.

En la situación actual, esas barras bravas se han convertido en árbitro dentro y fuera de las canchas. Su conducta violenta y extremista las ha erigido en “masa de maniobras que se emplean contra la sociedad misma. Pero también se trata de grupos con fines propios”, afirma la policía. Igual tesitura manifiesta la policía judicial (guardia de finanze). Las conclusiones del estudio se basan en investigaciones y sesiones durante los campeonatos del 2003 y 2004, divisiones A. B, C1 y C2.

Hasta ahora, no existía en Italia, ni en otros países “futboleros”, un trabajo de esta magnitud ni estos alcances. Cubre 74.000 hinchas en 445 barras oficiales. De ellos, 59% tienen orientación política y forman parte de 192 organizaciones de extrema derecha (39), derecha genérica (74), extrema izquierda (22) e izquierda genérica (57). Las restantes 253 barras no declaran filiación política, pero sí hostilidad hacia judíos, masones, gente rica, inmigrantes africanos o balcánicos, etc.

Extrapolando esos datos y otros, la policía ha definido un elenco de veintitrés equipos cuyos hinchas “evidencian perfiles políticos particularmente agresivos. Todos se distinguen por una especial propensión a la violencia”.

Los clubes son Brescia (barras gradinata, supporters, curva nord 1911), Atalanta (brigate neoazurre, supportes 1907, nomadi), Milán (brigate rossonere, commandoes tigre, fossa dei leoni), Inter (boys san ultre, brianza alcolica, viking irriducibili), Piacenza (orgoglio e fedeltà, official supporters, sparuta presenza, cabezas), Turín (granata Korps, ultras granata, leoni, fedelissimi viking), Juventus (nucleo bianconero, fighters, viking), Génova (Ottavio Barbieri), Parma (boys 77), Verona (surva sud, 1 febbraio, brigate gialloblù), Vicenza (vigilantes, ultras, kapovolti), Bolonia (mods brigata, supportes rossoblù, forever ultras, frack boys), Módena (ukltras sezione, brigata gialloblù, head out), Treviso (newe Korps, blu army), Venecia (rude fans, ultras union), Triestina (ultras), Ancona (brigata Wallace, ultras), Ascoli (8 club), Perugia (brigata ultras, armata rossa, ingrifati), Bari (ultras curva), Liorna (compagni livornesi, brigate autonome) Fiorentina (Fiorena, gruppo Romà, club 20, bomber group, colettivo viola), Émpoli (desperados, rangers). Nápoles (rione sanità, teste matte, nuova guardia, mastiffs), Palermo (ultrad curva sud, gruppo abusivo, warrios), Siena (gruppo d’azione), Ternana (freak boys), Roma (ASR ultras, ultras Primavalle, fedayin),Lacio (Excalibur, viking, irriducibili),Cagliari (sconvolta, furiosi), Reggio Calabria (nuova guardia), Catania (decisi, ultras ghetto).

Los grupos (clubes, en su jerga) de derecha y extrema derecha reúnen la mayoría de los hinchas y se concentran en Lombardía, Emilia-Romania, Véneto, Lacio, Marcas y Sicilia. Los de izquierda y extrema dominan sólo en Toscana. En el sur, generalmente los ultra no tienen filiación política, sino social. Pero son tan violentos como los demás. Todos libran batallas campales en los alrededores de los estadios.

El estudio policial y ensayos parciales anteriores señalan que, desde los años 70, las canchas fueron convirtiéndose en centros de contacto para jóvenes que, en pos de identidad o pertenencia, copiaban el violentísimo modelo de las barras bravas inglesas (“hooligans”). Igual ocurriría en Alemania. Con el tiempo, los grupos que aceptaban mujeres se hacían menos violentos. Es decir, dejaban de pelear entre sí y sólo lo hacían (lo hacen) con la policía y los hinchas adversarios.

También desde hace treinta años, hay infiltración de agitadores políticos. Al mismo tiempo, elementos delictivos de todo tipo –traficantes minoristas de armas, drogas y psicofármacos, en particular- iban mimetizándose con las barras. Más allá de sus divergencias políticas, sociales o futboleras, en general los grupos forman una red de comunicaciones bastante amplia. Especialmente por Internet. Hay inclusive grupos de mayor alcance territorial, por ejemplo el movimiento ultra nacional o los hinchas afines a Forza Italia, el partido creado por Silvio Berlusconi (el “premier” maneja el Inter milanés.

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“Aprovechando nexos económicos y políticos con ciertos márgenes de la sociedad, o la debilidad de muchos dirigentes, los violentos ingresan al negocio del fútbol y hasta condicionan a los clubes que los financian”. Así explica un trabajo policial difundido en los principales medios peninsulares.

En la situación actual, esas barras bravas se han convertido en árbitro dentro y fuera de las canchas. Su conducta violenta y extremista las ha erigido en “masa de maniobras que se emplean contra la sociedad misma. Pero también se trata de grupos con fines propios”, afirma la policía. Igual tesitura manifiesta la policía judicial (guardia de finanze). Las conclusiones del estudio se basan en investigaciones y sesiones durante los campeonatos del 2003 y 2004, divisiones A. B, C1 y C2.

Hasta ahora, no existía en Italia, ni en otros países “futboleros”, un trabajo de esta magnitud ni estos alcances. Cubre 74.000 hinchas en 445 barras oficiales. De ellos, 59% tienen orientación política y forman parte de 192 organizaciones de extrema derecha (39), derecha genérica (74), extrema izquierda (22) e izquierda genérica (57). Las restantes 253 barras no declaran filiación política, pero sí hostilidad hacia judíos, masones, gente rica, inmigrantes africanos o balcánicos, etc.

Extrapolando esos datos y otros, la policía ha definido un elenco de veintitrés equipos cuyos hinchas “evidencian perfiles políticos particularmente agresivos. Todos se distinguen por una especial propensión a la violencia”.

Los clubes son Brescia (barras gradinata, supporters, curva nord 1911), Atalanta (brigate neoazurre, supportes 1907, nomadi), Milán (brigate rossonere, commandoes tigre, fossa dei leoni), Inter (boys san ultre, brianza alcolica, viking irriducibili), Piacenza (orgoglio e fedeltà, official supporters, sparuta presenza, cabezas), Turín (granata Korps, ultras granata, leoni, fedelissimi viking), Juventus (nucleo bianconero, fighters, viking), Génova (Ottavio Barbieri), Parma (boys 77), Verona (surva sud, 1 febbraio, brigate gialloblù), Vicenza (vigilantes, ultras, kapovolti), Bolonia (mods brigata, supportes rossoblù, forever ultras, frack boys), Módena (ukltras sezione, brigata gialloblù, head out), Treviso (newe Korps, blu army), Venecia (rude fans, ultras union), Triestina (ultras), Ancona (brigata Wallace, ultras), Ascoli (8 club), Perugia (brigata ultras, armata rossa, ingrifati), Bari (ultras curva), Liorna (compagni livornesi, brigate autonome) Fiorentina (Fiorena, gruppo Romà, club 20, bomber group, colettivo viola), Émpoli (desperados, rangers). Nápoles (rione sanità, teste matte, nuova guardia, mastiffs), Palermo (ultrad curva sud, gruppo abusivo, warrios), Siena (gruppo d’azione), Ternana (freak boys), Roma (ASR ultras, ultras Primavalle, fedayin),Lacio (Excalibur, viking, irriducibili),Cagliari (sconvolta, furiosi), Reggio Calabria (nuova guardia), Catania (decisi, ultras ghetto).

Los grupos (clubes, en su jerga) de derecha y extrema derecha reúnen la mayoría de los hinchas y se concentran en Lombardía, Emilia-Romania, Véneto, Lacio, Marcas y Sicilia. Los de izquierda y extrema dominan sólo en Toscana. En el sur, generalmente los ultra no tienen filiación política, sino social. Pero son tan violentos como los demás. Todos libran batallas campales en los alrededores de los estadios.

El estudio policial y ensayos parciales anteriores señalan que, desde los años 70, las canchas fueron convirtiéndose en centros de contacto para jóvenes que, en pos de identidad o pertenencia, copiaban el violentísimo modelo de las barras bravas inglesas (“hooligans”). Igual ocurriría en Alemania. Con el tiempo, los grupos que aceptaban mujeres se hacían menos violentos. Es decir, dejaban de pelear entre sí y sólo lo hacían (lo hacen) con la policía y los hinchas adversarios.

También desde hace treinta años, hay infiltración de agitadores políticos. Al mismo tiempo, elementos delictivos de todo tipo –traficantes minoristas de armas, drogas y psicofármacos, en particular- iban mimetizándose con las barras. Más allá de sus divergencias políticas, sociales o futboleras, en general los grupos forman una red de comunicaciones bastante amplia. Especialmente por Internet. Hay inclusive grupos de mayor alcance territorial, por ejemplo el movimiento ultra nacional o los hinchas afines a Forza Italia, el partido creado por Silvio Berlusconi (el “premier” maneja el Inter milanés.

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