3 de cada 10 botellas de vino son Malbec

La uva por la que más se conoce al vino argentino es cultivada en casi 40.000 hectáreas con las que se produce 45% del vino que se exporta a otros países, como Estados Unidos. 

9 abril, 2015

Pasan los años y el reinado del Malbec continua. A pesar de que la producción de otras variedades también se acrecienta, el vino Malbec, cepa emblemática de la vitivinicultura argentina, continúa entre los más elegidos por hombres y mujeres, destacándose con una fecha propia de celebración el próximo 17 de abril, el Día Mundial del Malbec.

Siendo la cepa más cultivada de la Argentina, con casi 40.000 hectáreas cultivadas a lo largo del país, es posible afirmar que 3 de cada 10 botellas de vinos varietales consumidas en el país son exclusivas de Malbec. Las cifras también son altas a nivel de exportación: el 45% de los varietales argentinos que se exportan a los Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Brasil, son de Malbec. Así lo estimó el club de vinos BonVivir. 

Distribución de uva Malbec en el país

Mendoza lidera el segmento con la elaboración de 9 de cada 10 botellas de Malbec disponibles en el mercado. Representa el 86% del total nacional de la cepa y sus regiones fueron las que presentaron el mayor crecimiento.

San Juan le sigue en elaboración, con más de 2000 hectáreas cultivadas, aunque el Malbec no se distingue como la cepa más cultivada en dicha provincia.

Sí el Malbec es la variedad dominante en Salta y Neuquén. En Salta la superficie de cultivo de Malbec se ha cuadruplicado mientras que en Neuquén, el número de hectáreas asciende a las casi 650, un número que duplica a su superficie de 2004.

Nuevo perfil y estilos del Malbec

Si bien el Malbec se consolidó en el mercado mundial como un vino con aromas de frutos rojos dominantes y de fácil beber, sin dejar de estar a la altura de los vinos más sofisticados a nivel mundial, hoy vuelve a cambiar, en línea con nuevos procesos de investigación. Los enólogos, ya más alejados de vinos concentrados y de estructura masticable, comienzan a lograr tintos frescos de marcadas expresiones frutales y más fáciles aún de beber. 

También es necesario tener en cuenta otros cambios. Como una menor intervención del roble o maceraciones menos prolongadas que, para muchos, se denomina una “vuelta al origen”.

 

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