El misterio de la fábrica de alfileres

En Knowledge and the Wealth of Nations, David Warsh escribe sobre la revolución intelectual –invisible al ojo del gran público– que transformó la profesión de los economistas entre los ’70 y los ’80. Paul Krugman dice que nunca vio a alguien escribir tan bien como Warsh sobre el “mundo social de la investigación económica”.

30 marzo, 2009

Warsh cuenta la historia de una gran contradicci&oacute;n escondida en el coraz&oacute;n de la teor&iacute;a econ&oacute;mica desde 1776, a&ntilde;o en que Adam Smith public&oacute; <em>La riqueza de las naciones</em>, que llama la lucha entre la F&aacute;brica de Alfileres y la Mano Invisible. Por una parte, Smith destacaba los inmensos aumentos de productividad que pod&iacute;an lograrse con la divisi&oacute;n del trabajo, que mostraba en su famoso ejemplo de la f&aacute;brica de alfileres. Por otro lado, fue el primero en reconocer que una econom&iacute;a de mercado puede utilizar el inter&eacute;s personal en pro del bien com&uacute;n, haciendo que una mano invisible gu&iacute;e a cada individuo hacia un fin que no est&aacute; en su intenci&oacute;n.<br />
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Los dos conceptos, son, obviamente, opuestos. La par&aacute;bola de la f&aacute;brica de alfileres dice que la escala da beneficios: m&aacute;s grande la f&aacute;brica, m&aacute;s especializaci&oacute;n, m&aacute;s productividad. Ahora bien, las rentas crecientes crean una natural tendencia hacia el monopolio, porque una gran empresa tiene mayor escala y puede bajar costos m&aacute;s que una peque&ntilde;a. Entonces, en un mundo de renta creciente, las grandes expulsan a las peque&ntilde;as, hasta que cada industria queda bajo el dominio de unos pocos jugadores. <br />
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Pero para que la mano invisible funcione, debe haber muchos competidores en cada rubro que impidan que alguien ejerza poder monop&oacute;lico. Por lo tanto, la idea de que los mercados libres siempre funcionan bien depende del supuesto de la renta decreciente y no creciente. <br />
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Durante m&aacute;s de dos siglos, el pensamiento econ&oacute;mico estuvo dominado por el supuesto de la renta decreciente. <em>La F&aacute;brica de Alfileres</em>, olvidada en la trastienda. &iquest;Por qu&eacute;? Como explica Warsh, no era por ideolog&iacute;a; se trataba de seguir la l&iacute;nea de la menor resistencia matem&aacute;tica. La econom&iacute;a siempre fue una disciplina con aspiraciones cient&iacute;ficas; los economistas buscaban, para representar sus ideas, el rigor y claridad que vienen con n&uacute;meros y ecuaciones. Eso es lo que logran con econom&iacute;as de renta decreciente: un formalismo elegante. Por el contrario, las de renta creciente (F&aacute;brica de Alfileres) son dif&iacute;ciles de representar en forma de modelo matem&aacute;tico. <br />
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Y sin embargo, las rentas crecientes fueron siempre una parte muy conspicua de la realidad. Warsh cita al premio Nobel Kenneth Arrow, quien dijo que las rentas crecientes fueron un r&iacute;o subterr&aacute;neo en el pensamiento econ&oacute;mico: siempre presente, aunque rara vez visto a la luz del d&iacute;a&rdquo;.<br />
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La primera mitad de <em>Knowledge and the Wealth of Nations</em> es una historia del pensamiento econ&oacute;mico desde la perspectiva de ese r&iacute;o subterr&aacute;neo. Muestra c&oacute;mo los grandes economistas optan por excluir la renta creciente de sus an&aacute;lisis, aunque casi siempre entend&iacute;an muy bien que estaban omitiendo una parte importante de la historia. La segunda parte del libro describe c&oacute;mo el r&iacute;o subterr&aacute;neo finalmente aflora a la superficie. <br />
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Dice Krugman: <em>&ldquo;Nunca vi a nadie escribir tan bien sobre el mundo social de la investigaci&oacute;n econ&oacute;mica, un mundo de gente brillante, a menudo exc&eacute;ntrica, que en nada se parece a los aburridos opinadores de traje oscuro que comentan la econom&iacute;a en los programas de televisi&oacute;n. Es un mundo de modales informales y a la vez de intensa competencia de estatus, donde una sola presentaci&oacute;n en seminario puede transformar repentinamente a un joven (hombre o mujer) en una estrella acad&eacute;mica.&rdquo;</em><br />
Desde finales de los &rsquo;70 hasta finales de los &rsquo;80, muchas de esas estrellas giraron hacia la renta creciente. Los economistas hab&iacute;an encontrado, al fin, formas para hablar de la F&aacute;brica de Alfileres con el rigor necesario para convertirla en respetable. Uno a uno, todos los campos de la econom&iacute;a, desde la organizaci&oacute;n industrial y el comercio internacional hasta la econom&iacute;a urbana, se fueron transformando.

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