Cómo se define y se gestiona el modelo de desarrollo sustentable

Muchos empresarios definen el tema como la gestión de cuestiones ambientales, en particular emisión de gases contaminantes, eficiencia energética, desechos, conservación de aguas o desarrollo de productos “verdes”. Otros, indican que también se incluyen aspectos de RSE y de gobernabilidad como regulaciones, ética y parámetros sectoriales.

19 julio, 2011

<p>Las empresas que perciben las ventajas del desarrollo sustentable, de las asociadas a una cuidadosa pol&iacute;tica ambiental, del buen clima de convivencia que logran con los <em>stakeholders</em> (todos los involucrados en la vida de la empresa, personal, proveedores, comunidad, accionistas) se adelantan a los dem&aacute;s impulsando pol&iacute;ticas ambientales de modo proactivo.<br />
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El concepto &ndash;que agrupa la gesti&oacute;n ambiental, pol&iacute;tica y administrativa&ndash; se considera muy o extremadamente importante en una amplia gama de &aacute;reas. Inclusive desarrollo de productos o servicios, reputaci&oacute;n, Responsabilidad Social Empresaria, estrategia institucional, etc.<br />
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Seg&uacute;n una encuesta global del instituto McKinsey, la mayor&iacute;a de las empresas no promueve activamente la sustentabilidad. Pero, no obstante sus elencos superiores e intermedios la creen relevante para sus organizaciones y la sociedad.<br />
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En general el sector privado no adopta c&aacute;nones proactivos en la materia. Apenas 30% de los ejecutivos sondeados se&ntilde;alan que sus compa&ntilde;&iacute;as buscan oportunidades en invertir en desarrollo sustentable o aplicarla en sus pr&aacute;cticas de negocios. Por ende, la encuesta indaga c&oacute;mo definen el t&eacute;rmino, lo gestionan, lo eval&uacute;an, se comprometen con &eacute;l y lo comunican. <br />
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Por ejemplo, en las organizaciones donde m&aacute;s involucrados est&aacute;n directivos y ejecutivos, el tema figura entre las tres prioridades de sus m&aacute;ximas autoridades. Vale decir, se incorporan a las pr&aacute;cticas y, por tanto, caracterizan el manejo de esas empresas como en extremo o muy efectivo. Por supuesto, se trata de entidades mejor preparadas para sacar ventajas en lo atinente a reputaci&oacute;n, RSE, ahorros y oportunidades de crecimiento. <br />
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No sorprende que el sector energ&iacute;a y combustibles sea muy proactivo al respecto. Los sondeos se condujeron en febrero pasado y respondieron al cuestionario unos 1.950 ejecutivos en una extensa gama de sectores y regiones.</p>
<p><strong>&iquest;Por qu&eacute; comprometerse en el tema?</strong><br />
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Un motivo potencial de que muchas compa&ntilde;&iacute;as descuiden el criterio sustentable, pese a la atenci&oacute;n que le dedican medios, docentes y p&uacute;blico, es la escasez de definiciones claras. En general, 20% de los ejecutivos admite que eso ocurre en sus empresas.<br />
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En el bando opuesto, 55% define el concepto como la gesti&oacute;n de cuestiones ambientales, en particular emisi&oacute;n de gases contaminantes, eficiencia energ&eacute;tica, desechos, conservaci&oacute;n de aguas o desarrollo de productos &ldquo;verdes&rdquo;. Por otra parte, 48% indica que tambi&eacute;n se incluyen aspectos de gobernabilidad como regulaciones, &eacute;tica y par&aacute;metros sectoriales.<br />
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Un grupo de 41% abarca la gesti&oacute;n de RSE y temas laborales, en tanto 56% del universo total opta por definiciones m&uacute;ltiples. Por ejemplo, ejecutivos del segmento <em>business to business</em> son m&aacute;s proclives a buscar crecimiento sostenible que las firmas dedicadas a bienes de uso final (20 contra 14%). <br />
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Aun ante este rango de definiciones, la mayor&iacute;a de las respuestas ve el factor como g&eacute;nesis de beneficios reales. De este modo, 76% de los ejecutivos cree que todo lo sustentable contribuye a maximizar en el largo plazo el valor agregado para los accionistas. Por su lado, 50% ve lo mismo pero en el corto plazo. En ambos casos, se trata de valor en escala gerencial, no macroecon&oacute;mica.<br />
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Esta diferencia puede explicarse, en cierta medida, porque la reputaci&oacute;n es un valor &uacute;nico, si se compara con razones financieras. Entre ellas, eficiencia operativa, utilidades o metas de negocios. Por cierto, 72% de los consultados coincide en que el desarrollo sustentable es muy o en extremo beneficioso para las marcas. Por otra parte, 55% afirma que invertir en ese factor construye reputaci&oacute;n y 36% lo considera clave para la gesti&oacute;n en general. <br />
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En ese contexto, tiene sentido que casi toda la muestra de McKinsey asocie el criterio sustentable con esfuerzos para mejorar reputaci&oacute;n o imagen. Pero las compa&ntilde;&iacute;as en s&iacute; la incluyen en una amplia gama de negocios. Por ejemplo, 60% de los ejecutivos considera la gesti&oacute;n sustentable indispensable en la estrategia general. Dada su importancia, extra&ntilde;a que apenas 27% de la encuesta admita un contrasentido: sus jer&aacute;rquicos manejan las iniciativas al respecto con criterios por dem&aacute;s cortoplacistas.</p>
<p><strong>Esfuerzos dispares</strong><br />
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Pese a la importancia de lo sustentable en diversas actividades del sector privado, s&oacute;lo un cuarto de los ejecutivos sondeados declara que la cuesti&oacute;n figura entre las tres m&aacute;ximas prioridades de sus empresas. El d&eacute;ficit en esos niveles se nota en el n&uacute;mero relativamente peque&ntilde;o de actividades empresarias en el campo abarcado por el criterio sustentable.<br />
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Por ende, apenas 28% de los jer&aacute;rquicos encuestados manifiestan que sus firmas buscan oportunidades de invertir tiempo o recursos en ese plano. Por el contrario, 29% se&ntilde;ala que sus compa&ntilde;&iacute;as integran lo sustentable a sus pr&aacute;cticas de negocios y un escaso 16% trabaja en empresas donde el concepto es proactivo. En s&iacute;ntesis, el tema es objeto de esfuerzos dispares. <br />
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Las organizaciones donde la idea de sustentabilidad y su gesti&oacute;n es una de las tres prioridades dominantes la ubican en l&iacute;nea con las metas del negocio (38%) o la combinan con la reputaci&oacute;n o la RSE (27%). En contraste, los ejecutivos superiores en el sector de servicios energ&eacute;ticos se interesan en la materia por una raz&oacute;n opuesta: los l&iacute;mites que les imponen los Gobiernos o la opini&oacute;n p&uacute;blica en lo ambiental y ecol&oacute;gico. <br />
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En rigor, 10% de los ejecutivos en esas actividades dicen que lo sustentable es prioritario en la agenda del directorio, contra 3% en la muestra general. Si hace a las tres prioridades b&aacute;sicas, las proporciones marcan menor divergencia: 31 a 22%. Por lo dem&aacute;s, en el sector energ&eacute;tico los estamentos superiores son m&aacute;s proclives a buscar oportunidades de inversi&oacute;n sostenible (40%) que en el resto de las &aacute;reas (28%). Asimismo, 43% integra el concepto al negocio, contra 29% en el resto de la gama consultada. <br />
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Saliendo de energ&iacute;a y combustibles, las pr&aacute;cticas detectadas son relativamente pobres. Considerando efectos, lo sustentable no se tiene mucho en cuenta. Especialmente a la luz del papel que ese tipo de gesti&oacute;n desempe&ntilde;a en reputaci&oacute;n e imagen, resulta sorprendente que las empresas no sean proactivas cuando deben comunicar iniciativas hacia fuera. <br />
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En verdad, 62% de los profesionales consultados confiesa que sus compa&ntilde;&iacute;as no miden regularmente los efectos de su gesti&oacute;n sobre accionistas e inversores. A menudo tampoco son conscientes de esas pr&aacute;cticas. Sin embargo, 50% de la muestra registra los beneficios de lo sustentable en t&eacute;rminos de reputaci&oacute;n y menores costos. <br />
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Nuevamente, el sector energ&iacute;a y combustibles es la mosca blanca: 74% de sus ejecutivos incorpora la gesti&oacute;n sostenible al desarrollar estrategias para afrontar reguladores. Ello contrasta con 53% de los sondeados en general. En forma similar, 54% de la muestra en ese mismo sector afirma que sus empresas insertan datos de sostenibilidad en los informes a accionistas e inversores, contra 35% en el resto.</p>
<p><strong>Proactividad, la diferencia</strong><br />
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Poco m&aacute;s de 6% de los ejecutivos consultados en la encuesta de McKinsey declara que la gesti&oacute;n sustentable figura entre las tres m&aacute;ximas prioridades para las c&uacute;pulas de sus compa&ntilde;&iacute;as y se encuentra incorporada formalmente a sus pr&aacute;cticas de <em>management</em> en grado efectivo. Estas organizaciones se dedican proactivamente a detectar oportunidades consistentes de inversi&oacute;n: 88% de los consultados lo se&ntilde;alan, contra s&oacute;lo 23% en el resto de la muestra.<br />
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Por otra parte, una apreciable mayor&iacute;a considera relevante lo sustentable en una amplia gama de actividades. Entre ellas, desarrollo y marketing de productos o servicios, planeamiento de inversiones y operaciones, estrategias para afrontar reguladores p&uacute;blicos, gesti&oacute;n de imagen y marcas, etc.<br />
Otros hallazgos subrayan hasta qu&eacute; punto el grado de lo sustentable forma parte de la estructura empresaria. Sus ejecutivos, por ejemplo, son m&aacute;s conscientes que los de otras compa&ntilde;&iacute;as respecto de los par&aacute;metros que se monitorean. As&iacute;, 84% de quienes act&uacute;an en firmas comprometidas con este tipo de gesti&oacute;n miden estrechamente el desempe&ntilde;o, contra s&oacute;lo 40% en el otro grupo.<br />
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Sin duda, dentro del sector consciente de estar expuesto al monitoreo las compa&ntilde;&iacute;as proactivas tienden a seguir m&aacute;s estrechamente indicadores de gesti&oacute;n sustentable tales como tratamiento de desechos, eficiencia energ&eacute;tica, uso de aguas y pautas laborales. Tanto las propias cuanto las de proveedores y clientes o usuarios. Adem&aacute;s, estas compa&ntilde;&iacute;as hacen m&aacute;s esfuerzos que otras involucradas para comunicar hacia fuera los efectos de sus programas.<br />
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Obviamente, las regulaciones &ndash;en particular las ecol&oacute;gicas&ndash; pueden influir mucho, bien o mal, en la gesti&oacute;n sustentable de sus actividades. No obstante, apenas 35% de los profesionales encuestados declaran que sus compa&ntilde;&iacute;as han cuantificado los efectos potenciales sobre el entorno ambiental y social de sus negocios. S&oacute;lo 40% se siente preparado para hacer frente a reguladores p&uacute;blicos y organismos no gubernamentales de hoy a tres o cinco a&ntilde;os. Especialmente en materias de cambios clim&aacute;ticos.</p>

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