Ambiente: en 2012 vence el protocolo de Kyoto

“Sería difícil hallar un tema más complejo que el cambio climático, sin duda el desafío mas acuciante que afronta la sociedad mundial. Para muchas empresas y no pocos estados, la transición verde, o sea a economías bajas en emisión de carbono, representa vastas oportunidades dignas de ser aprovechadas lo más rápido posible”.

15 febrero, 2012

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<p><img src="../../../../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1120_27_1.jpg" alt="" /></p>
<p>As&iacute; comienza un trabajo de Benjamin Warr para la alianza Insead/Wharton. El consiguiente dise&ntilde;o de productos y servicios tiende a &ldquo;satisfacer una creciente demanda, clave para un planeta cuyos recursos no renovables se constri&ntilde;en d&iacute;a a d&iacute;a&rdquo;.Este sector exhibe una din&aacute;mica vinculada a la expansi&oacute;n de mercados con significativo potencial de crear riqueza. Entre un grupo de pa&iacute;ses, por ejemplo, Surcorea quiz&aacute; sea el m&aacute;s comprometido en estas b&uacute;squedas. Se&uacute;l &ldquo;vislumbra la salida del carbono como medio id&oacute;neo para reestructurar una econom&iacute;a que sol&iacute;a ser din&aacute;mica, pero que actualmente arriesga una madurez pr&oacute;xima al estancamiento&rdquo;. Este tipo de actores considera que la <em>transici&oacute;n verde</em> no solo es esencial: tambi&eacute;n representa nuevas fuentes de ventajas competitivas. <br />
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Entonces &ldquo;&iquest;por qu&eacute; cambio clim&aacute;tico o biosfera son asuntos tan espinosos si, cruzando ese Rubic&oacute;n psicol&oacute;gico, el sector privado puede obtener tantas recompensas?&rdquo;. Naturalmente, estas oportunidades comportan riesgos y, para muchos, las reconversiones de un modelo a otro son origen de amenazas o incomodidades para el negocio convencional. <br />
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&ldquo;Para ser francos &ndash;admite el experto&ndash;, las transformaciones pueden ser operativamente molestas o dolorosas. Asimismo, suelen estar sujetas a controles ambientales y costos en perpetua evoluci&oacute;n&rdquo;. Peor a&uacute;n, llegan a constituir verdaderas pesadillas para quienes planean inversiones de largo aliento.<br />
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Por supuesto, &ldquo;obra en este plano un demonio llamado incertidumbre. Los gastos de capital, requeridos para innovar o mejorar resultados en materia de energ&iacute;a y combustibles e infraestructura, solo son viables si se cuenta con proyecciones fiables de costos y beneficios. Si no hay confianza, el capital se abroquela en el corto plazo o en perspectivas m&aacute;s f&aacute;ciles&rdquo;.<br />
En tanto los precios para emisiones de carbono fluct&uacute;en con cada negociaci&oacute;n regulatoria y los marcos sean temporalmente ef&iacute;meros o geogr&aacute;ficamente limitados, la econom&iacute;a carecer&aacute; de capacidad suficiente para adoptar decisiones inversoras. <br />
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Esos factores explican por qu&eacute; alcanzar acuerdos &ndash;en escenarios estables a largo plazo&ndash; para reducir emisiones es tan importante. Mucho &ldquo;se cifra en el &eacute;xito o el fracaso de las reuniones anuales posteriores al ya anacr&oacute;nico protocolo de Kyoto (1992)&rdquo;.</p>
<p><strong>Primero, esperanza</strong><br />
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En 2009, los proleg&oacute;menos a Copenhaguen pudieron resumirse en una palabra, &ldquo;Hopenhagen&rdquo; (<em>hope</em> es esperanza en ingl&eacute;s). La atenci&oacute;n de Gobiernos, medios, empresas y sociedad se centraba en el nivel del encuentro, sin precedentes. Pero, al cabo, fue una frustraci&oacute;n, como lo resum&iacute;a <em>Le Monde </em>en una pregunta: &ldquo;&iquest;vali&oacute; la pena ir?&rdquo;. Canc&uacute;n fue otra desilusi&oacute;n, pero concit&oacute; nuevas esperanzas una vez concluida. &iquest;Por qu&eacute;? <br />
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&ldquo;Veamos primero &ndash;apunta Warr&ndash; por qu&eacute; fracas&oacute; Copenhagen, qu&eacute; fue diferente en Canc&uacute;n y qu&eacute; significaron para el ambiente y la econom&iacute;a en general&rdquo;.<br />
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Dejando a un lado el pobre manejo y decisiones cuestionables, &ldquo;a Copenhagen la perdieron sus propias ambiciones y la prisa. Con el protocolo de Kyoto v&aacute;lido hasta 2012, urg&iacute;a que los mayores emisores de di&oacute;xido y mon&oacute;xido de carbono firmasen un acuerdo vinculante, iniciando un proceso claro para el decenio ulterior. No pudo ser: ese grupo abarcaba pesos pesados como Estados Unidos, China, Rusia, Jap&oacute;n e India&rdquo;.<br />
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Canc&uacute;n (2010) fue muy distinto. Sus expectativas eran bajas. Nadie esperaba un acuerdo &oacute;mnibus y el temario reflejaba esa cautela.<br />
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&ldquo;En lugar de un tratado global vinculante, los negociadores se limitaron a fijar las bases para el acuerdo de este a&ntilde;o en Durban, Sud&aacute;frica. Pero con una diferencia que podr&iacute;a ser fatal: hoy queda apenas un a&ntilde;o para que expire el protocolo de Kyoto. Por ende, las nuevas presiones pol&iacute;ticas y sociales, especialmente en Europa occidental, ser&aacute;n intensas&rdquo;. <br />
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Por supuesto, Canc&uacute;n aport&oacute; algunos avances. Por ejemplo, un &ldquo;fondo verde para el clima&rdquo; (FVC) para financiar reconversiones en &Aacute;frica y Latinoam&eacute;rica. Se orienta a &ldquo;pa&iacute;ses incapaces de aprovechar el mecanismo pro desarrollo limpio (MDL) por falta de industrias emisoras de mon&oacute;xido o di&oacute;xido de carbono, vale decir fuentes de canje por bonos. Toda una iron&iacute;a&rdquo;.</p>

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