Un profesor de derecho dice que la fuente abierta es insostenible

Richard Epstein escribió una columna de opinión en el Financial Times donde explica por qué, desde un punto de vista económico y legal, es improbable que el software de fuente abierta mantenga su actual popularidad y éxito.

14 noviembre, 2004

Para comprender su razonamiento, primero hay que comprender la naturaleza del
software de fuente abierta y su primo, el software gratuito. Ese software, que
está disponible “sin costo” para los usuarios, se distribuye
bajo licencia. Esa licencia permite modificación, redistribución
y re-configuración de software. Lo que esa licencia impide es que a alguien
se le ocurra re-licenciar el software bajo nuevos términos y le cobre a
otros por su uso.
Epstein es escéptico sobre la posibilidad de hacer cumplir esas licencias.

El columnista dice que los defensores de la fuente abierta logran su objetivo
de software gratuito a través de la General Public License (GPL).
“Hay dos debilidades serias en este sistema de gobierno. La primera es que
la disposición fundamental de la GPL no ha sido demostrada y podría
ser vulnerable por lo menos en dos aspectos. El primero es que sólo dice
cuál es la obligación de cada programador con sus propias mejoras
privadas. No especifica cuál es el remedio apropiado cuando alguna porción
del código de fuente abierta es incorporada a un programa hasta entonces
propietario. La intención aparente de esa disposición sería
“infectar” ese nuevo programa para que todo su contenido se convierta
en software de fuente abierta sujeto a la GPL.

La segunda debilidad está en que la cláusula sólo obliga
a aquellas personas que saben que están usando código de fuente
abierta. Supongamos, por ejemplo, que A usa un código de fuente abierta
en su programa, que a su vez es usado por B. Si B no tiene conocimiento de cómo
hizo A para armar su programa, podría quedar fuera del alcance de la licencia
GPL. Pero aunque conociera la disposición, la GPL podría no alcanzarlo
por entenderse que constituye una limitación ilegal a la transferencia
de propiedad que toda persona es libre de ignorar. En cualquier caso, serán
los jueces los encargados de contrarrestar el solapado imperialismo de la licencia
GPL.

Para comprender su razonamiento, primero hay que comprender la naturaleza del
software de fuente abierta y su primo, el software gratuito. Ese software, que
está disponible “sin costo” para los usuarios, se distribuye
bajo licencia. Esa licencia permite modificación, redistribución
y re-configuración de software. Lo que esa licencia impide es que a alguien
se le ocurra re-licenciar el software bajo nuevos términos y le cobre a
otros por su uso.
Epstein es escéptico sobre la posibilidad de hacer cumplir esas licencias.

El columnista dice que los defensores de la fuente abierta logran su objetivo
de software gratuito a través de la General Public License (GPL).
“Hay dos debilidades serias en este sistema de gobierno. La primera es que
la disposición fundamental de la GPL no ha sido demostrada y podría
ser vulnerable por lo menos en dos aspectos. El primero es que sólo dice
cuál es la obligación de cada programador con sus propias mejoras
privadas. No especifica cuál es el remedio apropiado cuando alguna porción
del código de fuente abierta es incorporada a un programa hasta entonces
propietario. La intención aparente de esa disposición sería
“infectar” ese nuevo programa para que todo su contenido se convierta
en software de fuente abierta sujeto a la GPL.

La segunda debilidad está en que la cláusula sólo obliga
a aquellas personas que saben que están usando código de fuente
abierta. Supongamos, por ejemplo, que A usa un código de fuente abierta
en su programa, que a su vez es usado por B. Si B no tiene conocimiento de cómo
hizo A para armar su programa, podría quedar fuera del alcance de la licencia
GPL. Pero aunque conociera la disposición, la GPL podría no alcanzarlo
por entenderse que constituye una limitación ilegal a la transferencia
de propiedad que toda persona es libre de ignorar. En cualquier caso, serán
los jueces los encargados de contrarrestar el solapado imperialismo de la licencia
GPL.

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