<p>Según la Associazione Nazionale Delle Comune Italiane (ANCI), el futuro cercano presentará problemas espinosos para una cantidad impresionante de aldeas y pueblos. No por casualidad, muchos de ellos son claves para el turismo cifrado en vinos, quesos, comidas autóctonas y otros atractivos tradicionales.</p>
<p>Por otra parte, las poblaciones sin esos “activos” afrontan una paulatina migración hacia centros urbanos. A criterio de la entidad que reúne cientos de comunidades chicas, “la salida es invertir en tecnologías, energías alternativas e internet como nexo entre los pueblos del interior”.</p>
<p>Parte del problema reside en rescatar una serie de producciones artesanales hoy en declinación, pero con posibilidades en los mercados externos. Comenzando por la Unión Europea. A fin de 2007, las poblaciones con menos de 5.000 personas sumaban once millones de italianos.</p>
<p>Sea como fuere y dejando de lado “bancos de pruebas comunales”, la ANCI no cree que la situación empiece a revertirse hasta la próxima década. Salvo en lo atinente a acceso a banda ancha de alta velocidad donde, de todos modos, hay un obstáculo peculiar: el envejecimiento en las aldeas. Sucede que, en Italia, los mayores de sesenta son remisos a internet.</p>
<p>Factores de ese tipo generan una polarización entre los extremos superior (comunas con futuro tecnológico) e inferior, o sea sin posibilidades cualitativas. Por supuesto, los pueblitos con tradición en vinos, quesos, comidas, etc., están mejor ubicados para atraer tecnologías, energías limpias y banda ancha.</p>
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Tecnología, energía limpia y otros dilemas de pueblo chico
Italia ya se preocupa. A fin de esta década, las urbanizaciones con menos de 5.000 habitantes empezarán a tener problemas para acceder a banda ancha de alta velocidad, energía eólica, etcétera.