Singapur, la Silicon Valley de la tecnología alimentaria

Crecen los laboratorios que cultivan carne, pescado y vegetales. La idea es terminar con el hambre en Asia.

3 agosto, 2021

La ciudad estado avanza a toda marcha en el terreno de la carne de laboratorio y las proteínas alternativas, o sea, las que provienen de plantas, insectos, algas y hongos. Se está colocando en la vanguardia de la batalla por asegurar el acceso confiable a los alimentos.Los cálculos de la UNESCO sugieren que más de 350 millones de personas en la región asiática sufren de malnutrición y que cerca de 1.000 millones sufrieron inseguridad alimentaria moderada o severa durante 2019. Eso quiere decir, en algunos casos, ¡que no tuvieron nada para comer durante varios días en algunos casos. El desafío se agravó con la llegada de la pandemia.

Singapur comenzó por diversificar sus fuentes de abastecimiento. Ahora importa sus alimentos desde 170 países y regiones, unos 30 países más que en 2004. También busca aumentar el autoabastecimiento. En marzo 2019 anunció su meta “30 para el 30”: producir localmente 30% de sus necesidades nutricionales para el año 2030. Un aumento de 10%.

El gobierno, interesado en fomentar la tecnología alimentaria, ha destinado US$ 144 millones a programas de investigación y desarrollo relacionados con alimentos hasta 2025. Enterprise Singapur, un organismo estatal dedicado al desarrollo de empresas pequeñas y medianas,

Se ha asociado también a varias aceleradoras globales para financiar proteínas alternativas.

En abril Singapur lanzó un Future Ready Food Safety Hub para estudiar la seguridad de alimentos novedosos y sostener la investigación de las empresas. La ciudad estado comienza a posicionarse como el Silicon Valley de la tecnología alimentaria. Más de 15 compañías de tecnología alimentaria se instalaron allí en los últimos dos años.

Otro pilar de la meta “30 para el 30” es el cultivo de productos agrícolas en la ciudad y bajo techo. Ya existen 31 granjas de ese tipo: 28 para vegetales y tres para pescado. Como están bajo techo son resilientes a algunos de los impactos del cambio climático . Emplean tecnologías inteligentes que permiten obtener más con menos y tienen rindes entre 10 y 15 veces mayores por hectárea comparado con los campos tradicionales.

 

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