Sida y alimentación

Ante el avance de la peor enfermedad conocida hasta hoy, se estudia cómo convivir con un mal al que la ciencia aún no ha podido dar una solución definitiva.

26 noviembre, 2000

(DYN).- En la Argentina el total de casos de infección de personas infectadas por el virus HIV es de 14.289, la relación hombre-mujer es de 3 a 1, la edad media de contagio en los hombres es de 32 años y en las mujeres es de 26 años, según un estudio realizado por el portal medicinal Saluduno.com.

El mayor porcentaje de casos se concentra en centros urbanos.

La provincia de Buenos Aires tiene 42% del total de los casos del país. En la ciudad de Buenos Aires hallamos 33% de los casos y la ciudad con menos casos es Paraná.

La principal vía de transmisión de la enfermedad es la sexual. Las relaciones homo-bisexuales constituyen 26% y las relaciones heterosexuales el 20%; la transmisión heterosexual tiene en los últimos años un gran crecimiento, en 1996 el número de casos de infección que reconocen la vía de transmisión heterosexual fue 90 veces mayor que en 1987.

Ante estos datos, es necesario formular hábitos en el enfermo que ayuden a convivir con el mal de una mejor forma, tal es el caso de la alimentación.

¿Cómo encarar un plan de alimentación en un paciente HIV? El estado nutricional de una persona con Sida se encuentra alterado por la presencia de falta de apetito, dolor oral o vómitos.

La disminución del apetito puede ser secundaria a infecciones respiratorias, fiebre, por la medicación, alteraciones gastrointestinales. El dolor oral se debe a la presencia de micosis, herpes. Cuando el enfermo presenta diarrea disminuye la absorción de los nutrientes y esto acompaña a la mala nutrición la cual aumenta la susceptibilidad a infecciones.

Muchos pacientes infectados ya se encuentran mal alimentados previamente a la infección, o bien recurren a dietas que prometen resultados mágicos.

Se debe tener en cuenta que la depresión es muy común en estos enfermos, y es otra causa de falta de apetito.

¿Cómo elaborar una dieta?

Calorías: no existen claros estudios que establezcan los requerimientos nutricionales para los pacientes con Sida. Se calcula aportar 2.200 a 2.800 calorías diarias.

Proteínas: se aportan 1 a 1,2 gramos por kilogramo de peso del enfermo y se limitan cuando existe enfermedad renal o hepática.

Grasas: cuando se presenta mala absorción se disminuye la cantidad de grasas.

Líquidos: se deben aumentar los aportes y especialmente si presentan fiebre o diarrea.

Minerales y vitaminas: no se debe permitir el uso de megadosis de vitaminas y minerales ya que no está demostrado su beneficio y algunos estudios demostraron alterar el estado inmune.

Un ejemplo de dieta: consumir dos o más vasos de leche entera o yoghurt con cereales. Una porción de queso, dos o tres porciones de carne roja, ave o pescado o bien un plato de legumbres, dos platos diarios de hortalizas, tres o más frutas diarias, tres porciones diarias de cereales.

Utilizar manteca, margarina, crema de leche, aceite, azúcar, mayonesa, jaleas. Se pueden agregar calorías a la dieta incorporando crema de leche o azúcar a licuados, jugos de frutas, etc.

Se pueden cocinar las hortalizas con crema, clara de huevo, leche en polvo; el yoghurt puede mezclarse con cereales; como colaciones incorporar helados, caramelos, galletitas untadas con jaleas.

Si se quiere incorporar proteínas a la dieta, se pueden elegir postres realizados con clara de huevo o cocinar vegetales cocidos o purés incorporando allí clara de huevo; utilizar leche para preparar sopas en lugar de agua, agregar leche en polvo a cereales, sopas, salsas, carnes, etc.

Es aconsejable que el paciente prepare comidas fáciles y con tiempo y las guarde en el freezer para poder alimentarse en períodos de cansancio que no le permiten al paciente cocinar.

Si atraviesa por un período de vómitos comer pequeñas cantidades de comida con poca grasa facilitará la alimentación; también es conveniente consumir comidas sin picantes.

Se aconseja beber líquidos como jugos, sopas, gelatina o cubitos de hielo hechos con jugo de naranja. La ingesta de líquidos se hará 60 a 90 minutos antes de comer y no durante la comida.

Si se encuentra con diarrea se evitarán todos los alimentos ricos en fibra, consumiendo frutas y verduras cocidas.

Reponer potasio consumiendo banana, papas, carne de pollo, pescado. Tomar líquidos entre las comidas y no durante las mismas. Suspender la leche hasta que la diarrea haya desaparecido.

Cuando se padece de herpes o micosis en la boca o el esófago se recurre a alimentos blandos, utilizando la licuadora o procesadora.

Es preferible consumir yoghurt, ricota, helados, huevos revueltos, puré de papa o zapallo. Siempre evitar comidas picantes, saladas o muy calientes, los cítricos y los tomates.

Se pueden tomar infusiones –té y mate– tibias o frías y con bombilla.

Es importante que la elaboración de los alimentos sea lo más higiénica posible teniendo en cuenta que un enfermo con Sida se encuentra susceptible de contraer ciertas infecciones alimentarias.

Para evitar esta situación es recomendable preparar los alimentos y guardarlos en la heladera o en el freezer, lavar las manos antes de cocinar o utilizar guantes, no consumir huevos crudos o mayonesa por la presencia de salmonella, usar leche pasteurizada, no consumir alimentos tibios ya que las bacterias se reproducen en esta temperatura.

Muchos enfermos de Sida recurren a dietas o medicaciones mágicas tal vez con la idea de encontrar una cura o bien por los efectos secundarios que la medicación produce.

Existen muchas dietas (por ejemplo la macrobiótica) que no aportan la cantidad de calorías, proteínas, hierro, ácido fólico y vitaminas que el organismo de un paciente infectado necesita.

La dieta antivirus basada en soja y lecitina de yema de huevo no se encuentra aprobada científicamente.

La megadosis de vitaminas y minerales tampoco está aprobada.

Si la dieta que realiza una persona enferma de Sida no es la tradicional, pero la misma no implica riesgo para el que la realiza y se mantiene un buen estado nutricional, no existe contraindicación para que se lleve a cabo.

(DYN).- En la Argentina el total de casos de infección de personas infectadas por el virus HIV es de 14.289, la relación hombre-mujer es de 3 a 1, la edad media de contagio en los hombres es de 32 años y en las mujeres es de 26 años, según un estudio realizado por el portal medicinal Saluduno.com.

El mayor porcentaje de casos se concentra en centros urbanos.

La provincia de Buenos Aires tiene 42% del total de los casos del país. En la ciudad de Buenos Aires hallamos 33% de los casos y la ciudad con menos casos es Paraná.

La principal vía de transmisión de la enfermedad es la sexual. Las relaciones homo-bisexuales constituyen 26% y las relaciones heterosexuales el 20%; la transmisión heterosexual tiene en los últimos años un gran crecimiento, en 1996 el número de casos de infección que reconocen la vía de transmisión heterosexual fue 90 veces mayor que en 1987.

Ante estos datos, es necesario formular hábitos en el enfermo que ayuden a convivir con el mal de una mejor forma, tal es el caso de la alimentación.

¿Cómo encarar un plan de alimentación en un paciente HIV? El estado nutricional de una persona con Sida se encuentra alterado por la presencia de falta de apetito, dolor oral o vómitos.

La disminución del apetito puede ser secundaria a infecciones respiratorias, fiebre, por la medicación, alteraciones gastrointestinales. El dolor oral se debe a la presencia de micosis, herpes. Cuando el enfermo presenta diarrea disminuye la absorción de los nutrientes y esto acompaña a la mala nutrición la cual aumenta la susceptibilidad a infecciones.

Muchos pacientes infectados ya se encuentran mal alimentados previamente a la infección, o bien recurren a dietas que prometen resultados mágicos.

Se debe tener en cuenta que la depresión es muy común en estos enfermos, y es otra causa de falta de apetito.

¿Cómo elaborar una dieta?

Calorías: no existen claros estudios que establezcan los requerimientos nutricionales para los pacientes con Sida. Se calcula aportar 2.200 a 2.800 calorías diarias.

Proteínas: se aportan 1 a 1,2 gramos por kilogramo de peso del enfermo y se limitan cuando existe enfermedad renal o hepática.

Grasas: cuando se presenta mala absorción se disminuye la cantidad de grasas.

Líquidos: se deben aumentar los aportes y especialmente si presentan fiebre o diarrea.

Minerales y vitaminas: no se debe permitir el uso de megadosis de vitaminas y minerales ya que no está demostrado su beneficio y algunos estudios demostraron alterar el estado inmune.

Un ejemplo de dieta: consumir dos o más vasos de leche entera o yoghurt con cereales. Una porción de queso, dos o tres porciones de carne roja, ave o pescado o bien un plato de legumbres, dos platos diarios de hortalizas, tres o más frutas diarias, tres porciones diarias de cereales.

Utilizar manteca, margarina, crema de leche, aceite, azúcar, mayonesa, jaleas. Se pueden agregar calorías a la dieta incorporando crema de leche o azúcar a licuados, jugos de frutas, etc.

Se pueden cocinar las hortalizas con crema, clara de huevo, leche en polvo; el yoghurt puede mezclarse con cereales; como colaciones incorporar helados, caramelos, galletitas untadas con jaleas.

Si se quiere incorporar proteínas a la dieta, se pueden elegir postres realizados con clara de huevo o cocinar vegetales cocidos o purés incorporando allí clara de huevo; utilizar leche para preparar sopas en lugar de agua, agregar leche en polvo a cereales, sopas, salsas, carnes, etc.

Es aconsejable que el paciente prepare comidas fáciles y con tiempo y las guarde en el freezer para poder alimentarse en períodos de cansancio que no le permiten al paciente cocinar.

Si atraviesa por un período de vómitos comer pequeñas cantidades de comida con poca grasa facilitará la alimentación; también es conveniente consumir comidas sin picantes.

Se aconseja beber líquidos como jugos, sopas, gelatina o cubitos de hielo hechos con jugo de naranja. La ingesta de líquidos se hará 60 a 90 minutos antes de comer y no durante la comida.

Si se encuentra con diarrea se evitarán todos los alimentos ricos en fibra, consumiendo frutas y verduras cocidas.

Reponer potasio consumiendo banana, papas, carne de pollo, pescado. Tomar líquidos entre las comidas y no durante las mismas. Suspender la leche hasta que la diarrea haya desaparecido.

Cuando se padece de herpes o micosis en la boca o el esófago se recurre a alimentos blandos, utilizando la licuadora o procesadora.

Es preferible consumir yoghurt, ricota, helados, huevos revueltos, puré de papa o zapallo. Siempre evitar comidas picantes, saladas o muy calientes, los cítricos y los tomates.

Se pueden tomar infusiones –té y mate– tibias o frías y con bombilla.

Es importante que la elaboración de los alimentos sea lo más higiénica posible teniendo en cuenta que un enfermo con Sida se encuentra susceptible de contraer ciertas infecciones alimentarias.

Para evitar esta situación es recomendable preparar los alimentos y guardarlos en la heladera o en el freezer, lavar las manos antes de cocinar o utilizar guantes, no consumir huevos crudos o mayonesa por la presencia de salmonella, usar leche pasteurizada, no consumir alimentos tibios ya que las bacterias se reproducen en esta temperatura.

Muchos enfermos de Sida recurren a dietas o medicaciones mágicas tal vez con la idea de encontrar una cura o bien por los efectos secundarios que la medicación produce.

Existen muchas dietas (por ejemplo la macrobiótica) que no aportan la cantidad de calorías, proteínas, hierro, ácido fólico y vitaminas que el organismo de un paciente infectado necesita.

La dieta antivirus basada en soja y lecitina de yema de huevo no se encuentra aprobada científicamente.

La megadosis de vitaminas y minerales tampoco está aprobada.

Si la dieta que realiza una persona enferma de Sida no es la tradicional, pero la misma no implica riesgo para el que la realiza y se mantiene un buen estado nutricional, no existe contraindicación para que se lleve a cabo.

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