Si fabrican un genoma pueden diseñar un bebé
Con nuevas herramientas para editar genes, la posibilidad de alterar el ADN de las futuras generaciones es ahora inminente, advierte un grupo de científicos alarmados.
19 febrero, 2017
En una carta publicada en la revista Science, 18 investigadores norteamericanos, entre los cuales se incluyen dos ganadores de Premio Nobel, reclaman un debate urgente sobre la ingeniería genética en seres humanos. Proponen que los científicos acepten una moratoria para cualquier intento de crear niños genéticamente alterados hasta que se entiendan mejor las razones médicas y de seguridad.
La preocupación es sobre la tecnología de edición de genes llamada CRIPR-Cas9, que da a la ciencia la posibilidad de alterar fácilmente el genoma de células vivas y animales. Esa misma tecnología podría permitir a los científicos corregir las letras en el ADN de un embrión humano o una célula del óvulo, por ejemplo, para crear niños sin genes que les generen enfermedades, o tal vez, con una genética mejorada.
“Lo que estamos tratando de hacer es alertar a la gente de que esto ahora es fácil”, dice David Baltimore, Premio Nobel, ex presidente de Caltech y autor de la carta, que ” ya no podemos usar la excusa de antes, cuando decíamos que el procedimiento era tan difícil que nadie lo iba a hacer”.
La aparición de la tecnología CRISPR está planteando cuestiones sociales que en los 70 no se vislumbraban, cuando se desarrolló por primera vez la posibilidad de cambiar el ADN en microorganismos. En 1975 se desarrolló en Asilomar, California, una reunión que hoy es famosa, en la cual los investigadores prometieron evitar todo tipo de experimento que entonces se consideraba peligroso. Baltimore, que fue uno de los organizadores de aquella reunión, dice que los científicos firmantes de la carta quieren ofrecer ahora una guía parecida para la biogenética en bebés.
La posibilidad de modificar genéticamente a un ser humano está a la vuelta de la esquina. El año pasado en China un grupo es investigadores crearon monos cuyo ADN había sido editado con CRISPR.
Después de eso, varios grupos de científicos en China, Estados Unidos y Gran Bretaña comenzaron a usar la tecnología para cambiar el ADN de embriones humanos, células de óvulos y de espermatozoides con vistas a aplicarla en las clínicas de “fertilidad in vitro” (IVF, según siglas en inglés). Refiriéndose a ese tipo de investigación la revista del MIT publicó un artículo titulado “Engineering the Perfect Baby“.
Porque llegados a este punto entran de lleno en el plano de la ética. Es cierto que se puede usar CRISPS para evitar enfermedades congénitas pero también lo es que la posibilidad podría ir también más allá y que se podría convertir en un negocio multimillonario.
En el mundo científico y político, las opiniones están divididas. El grupo mencionado solicita una moratoria para los estudios de laboratorio, otros quieren más, que se deje de realizar todo tipo de estudios de laboratorio sobre edición de genes humanos.
Pero esa posición es rechazada por otros que dicen que es imposible detener el avance de la ciencia y que la investigación básica en ingeniería de la cadena de origen debe seguir adelante, inclusive los esfuerzos por determinar qué aplicaciones clínicas podrían ser permitidas en el futuro.
Jennifer Doudna, bióloga de la Universidad de Berkeley, California, una de las descubridoras de CRISPR, afirma que su grupo apoya el uso de edición del ADN de embriones humanos en sus etapas iniciales si es para investigación científica.
Los opositores, y los grupos religiosos en particular, afirman que debe haber una “línea demarcatoria ética” entre la humanidad y el tipo de manipulación genética que se usa con las plantas, los microbios y los animales. Y si la hay, no tiene ningún sentido hacer pruebas de laboratorio con embriones humanos.
En teoría, editar la cadena del ADN podría corregir, antes del nacimiento, genes que conducen a enfermedades mortales. Pero el negocio ya está, y crece. Una compañía de biotecnología, OvaScience de Cambridge, Massachusetts, invirtió más de US$ 2 millones para que se investigue si la edición de genes podría usarse en los procedimientos de fertilización in vitro.
Corregir genes que traen enfermedades congénitas está justificado, dicen los autores del editorial de Science, pero nadie puede estar seguro de que no se use el mismo procedimiento para “fabricar bebés a gusto del consumidor”.