Record del agujero de ozono

Creció 700.000 metro cuadrados en un mes y los expertos sostienen aunque disminuyó el uso de químicos, estos tardan en desaparecer. La formación de nubes polares contribuyeron a agravar el problema.

4 octubre, 2000

(EFE).- El agujero de la capa de ozono sobre la Antártida alcanzó este mes los 29 millones de kilómetros cuadrados, el mayor tamaño desde que comenzaron los registros, según informó hoy (martes 3) el instituto nacional de investigaciones del agua y la atmósfera de nueva zelanda (NIWA).

Esto supone un aumento de 700.000 metros cuadrados en comparación con los 28,3 millones de kilómetros cuadrados de mediados del mes pasado.

Esa era una cifra récord hasta la fecha, ya que superaba los 26 millones de kilómetros cuadrados que el agujero de la capa de ozono experimentó en 1998.

La primera vez que se descubrió un debilitamiento anormal en la capa de ozono fue en 1979 y pronto se relacionó con las emisiones a la atmósfera de los gases producidos por la actividad industrial, especialmente por el monóxido y el dióxido de carbono.

Por su parte, especialistas de la Nasa sostienen que el crecimiento del agujero resulta una paradoja ya que ha disminuido el uso de sustancias dañinas CFC, las cuales se consideran las mayores causantes del problema.

Los satélites e instrumentos desplegados por la agencia espacial estadounidense (TOMS) detectaron el pasado septiembre en la Antártida, un agujero en la capa protectora de ozono equivalente a tres veces el territorio de Estados Unidos.

Esta situación no parece compatible con la disminución observada en el uso de productos químicos clorofluorocarbonados, también llamados CFC, que se ha conseguido en los últimos años a través de la política de protección medioambiental y de lucha contra el efecto invernadero.

Alguno investigadores sostienen que se debe al lento proceso que convierte al CFC en destructivo y, por lo tanto, al lento proceso que lo hará desaparecer.

Los meteorólogos sostienen además que hay factores climáticos que han agravado este año el problema, como la mayor formación de un tipo de nubes polares estratosféricas que con sus cristales de hielo actúan como un acelerador del proceso destructivo.

(EFE).- El agujero de la capa de ozono sobre la Antártida alcanzó este mes los 29 millones de kilómetros cuadrados, el mayor tamaño desde que comenzaron los registros, según informó hoy (martes 3) el instituto nacional de investigaciones del agua y la atmósfera de nueva zelanda (NIWA).

Esto supone un aumento de 700.000 metros cuadrados en comparación con los 28,3 millones de kilómetros cuadrados de mediados del mes pasado.

Esa era una cifra récord hasta la fecha, ya que superaba los 26 millones de kilómetros cuadrados que el agujero de la capa de ozono experimentó en 1998.

La primera vez que se descubrió un debilitamiento anormal en la capa de ozono fue en 1979 y pronto se relacionó con las emisiones a la atmósfera de los gases producidos por la actividad industrial, especialmente por el monóxido y el dióxido de carbono.

Por su parte, especialistas de la Nasa sostienen que el crecimiento del agujero resulta una paradoja ya que ha disminuido el uso de sustancias dañinas CFC, las cuales se consideran las mayores causantes del problema.

Los satélites e instrumentos desplegados por la agencia espacial estadounidense (TOMS) detectaron el pasado septiembre en la Antártida, un agujero en la capa protectora de ozono equivalente a tres veces el territorio de Estados Unidos.

Esta situación no parece compatible con la disminución observada en el uso de productos químicos clorofluorocarbonados, también llamados CFC, que se ha conseguido en los últimos años a través de la política de protección medioambiental y de lucha contra el efecto invernadero.

Alguno investigadores sostienen que se debe al lento proceso que convierte al CFC en destructivo y, por lo tanto, al lento proceso que lo hará desaparecer.

Los meteorólogos sostienen además que hay factores climáticos que han agravado este año el problema, como la mayor formación de un tipo de nubes polares estratosféricas que con sus cristales de hielo actúan como un acelerador del proceso destructivo.

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