Otro intento de salvar la capa de ozono y frenar el calentamiento

Una coalición de países industriales y en desarrollo empezó a presionar contra el refrigerante más usado en los acondicionadores del mundo.Se trata del HCFC-22, favorito en China, India y Estados Unidos.

16 marzo, 2007

El objetivo central del grupo es China, sin embargo. Sucede que es el mayor fabricante mundial de acondicionadores que emplean ese refrigerante. Pero también lo usan los acondicionadores de viviendas y los sistemas comerciales (locales, oficinas, plantas) en EE.UU.

Las presiones globales están acentuándose velozmente. “Tenemos pruebas científicas: si logramos desacelerar el empleo de HCFC-22, estaremos contribuyendo a detener cambios climáticos negativos” señala Romina Piccolotti, secretaria argentina de Ambiente. Una sostenida desactivación del refrigerante adelantaría en cinco años el saneamiento de la capa de ozono. Además, reduciría emisiones de gases tipo invernadero por el equivalente de un sexto de las indicadas por el protocolo de Kyoto.

Días atrás, EE.UU., Argentina, Brasil, Islandia, Mauritania y Noruega notificaron a la secretaría de ozono (programa ambiental de Naciones Unidas) que planean negociar el desfase acelerado de hidroclorofluorocarbono (HCFC). Para ello, se ha convocado a una reunión internacional en Montreal para septiembre.

Esta conferencia recordará el vigésimo aniversario del protocolo homónimo, que promovía la reducción de gases perjudiciales para la capa de ozono. Pero dejó un agujero: el uso de HCFC-22 por países en desarrollo. China se lo pasa reiterando que cumplirá con las normas de Montreal, aunque rechaza todo añadido.

Recientes estudios señalan que la producción de ese elemento en China, India y otras economías en desarrollo está demorando la reconstrucción de la capa. Como sabe, el ozono estratosférico protege personas, animales y plantas de la letal radiación solar ultravioleta. La semana pasada, cinco científicos norteamericanos y europeos revelaron que los fuertes recortes de emisiones perjudiciales, desde 1987, han sido más eficaces que el protocolo de Kyoto (1997) en cuanto a limitar cambios climáticos negativos.

Por supuesto, el HCFC y otros gases antiozono tienen fuertes efectos en el recalentamiento terrestre y las anomalías meteorológicas que genera. En volúmenes comparables, los refrigerantes tsurten efectos miles de veces peores efectos que el dióxido de carbono (originado en combustibles fósiles). Afortunadamente, sus emisiones son muy inferiores a las del dióxido y el monóxido.

El informe ha despertado interés en países con costas sobre el Pacífico sudoccidental y el Índico. En esas zonas, el recalentamiento atmosférico, que ya causa tifones en serie, puede elevar los niveles del mar. Esto amenaza a cientos de islas y a estados como Bangla desh, aposentado en el delta Ganges-Brahmaputra, un área por demás anegadiza donde viven 140 millones.

El protocolo de Montreal en realidad permite a los países en desarrollo seguir incrementando la producción de HCFC-22 hasta 2016. Luego la congela hasta 2040 y entonces, se supone, quedará suspendida del todo. Pero ese cronograma data de 1987, cuado el HCFC era empleado mayormente por países centrales y los subdesarrollados se consideraban demasiado pobres para obtener o producir los químicos necesarios. Mucho después, el protocolo de Kyoto eximió al HCFC-22 y gases similares de límites a la producción y el uso. Su argumento: el protocolo de Montreal ya se ocupaba del tema.

El objetivo central del grupo es China, sin embargo. Sucede que es el mayor fabricante mundial de acondicionadores que emplean ese refrigerante. Pero también lo usan los acondicionadores de viviendas y los sistemas comerciales (locales, oficinas, plantas) en EE.UU.

Las presiones globales están acentuándose velozmente. “Tenemos pruebas científicas: si logramos desacelerar el empleo de HCFC-22, estaremos contribuyendo a detener cambios climáticos negativos” señala Romina Piccolotti, secretaria argentina de Ambiente. Una sostenida desactivación del refrigerante adelantaría en cinco años el saneamiento de la capa de ozono. Además, reduciría emisiones de gases tipo invernadero por el equivalente de un sexto de las indicadas por el protocolo de Kyoto.

Días atrás, EE.UU., Argentina, Brasil, Islandia, Mauritania y Noruega notificaron a la secretaría de ozono (programa ambiental de Naciones Unidas) que planean negociar el desfase acelerado de hidroclorofluorocarbono (HCFC). Para ello, se ha convocado a una reunión internacional en Montreal para septiembre.

Esta conferencia recordará el vigésimo aniversario del protocolo homónimo, que promovía la reducción de gases perjudiciales para la capa de ozono. Pero dejó un agujero: el uso de HCFC-22 por países en desarrollo. China se lo pasa reiterando que cumplirá con las normas de Montreal, aunque rechaza todo añadido.

Recientes estudios señalan que la producción de ese elemento en China, India y otras economías en desarrollo está demorando la reconstrucción de la capa. Como sabe, el ozono estratosférico protege personas, animales y plantas de la letal radiación solar ultravioleta. La semana pasada, cinco científicos norteamericanos y europeos revelaron que los fuertes recortes de emisiones perjudiciales, desde 1987, han sido más eficaces que el protocolo de Kyoto (1997) en cuanto a limitar cambios climáticos negativos.

Por supuesto, el HCFC y otros gases antiozono tienen fuertes efectos en el recalentamiento terrestre y las anomalías meteorológicas que genera. En volúmenes comparables, los refrigerantes tsurten efectos miles de veces peores efectos que el dióxido de carbono (originado en combustibles fósiles). Afortunadamente, sus emisiones son muy inferiores a las del dióxido y el monóxido.

El informe ha despertado interés en países con costas sobre el Pacífico sudoccidental y el Índico. En esas zonas, el recalentamiento atmosférico, que ya causa tifones en serie, puede elevar los niveles del mar. Esto amenaza a cientos de islas y a estados como Bangla desh, aposentado en el delta Ganges-Brahmaputra, un área por demás anegadiza donde viven 140 millones.

El protocolo de Montreal en realidad permite a los países en desarrollo seguir incrementando la producción de HCFC-22 hasta 2016. Luego la congela hasta 2040 y entonces, se supone, quedará suspendida del todo. Pero ese cronograma data de 1987, cuado el HCFC era empleado mayormente por países centrales y los subdesarrollados se consideraban demasiado pobres para obtener o producir los químicos necesarios. Mucho después, el protocolo de Kyoto eximió al HCFC-22 y gases similares de límites a la producción y el uso. Su argumento: el protocolo de Montreal ya se ocupaba del tema.

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