Opinión del Departamento de Estado sobre la reglamentación de la biotecnología agrícola
Alan Larson, subsecretario de Estado de Asuntos Económicos Empresariales y Agrícolas, sostiene aquí que la biotecnología es demasiado importante para la futura prosperidad del mundo para que se la pase por alto con ligereza.
15 diciembre, 2003
La biotecnología es uno de los sectores más prometedores de nuestro
tiempo. El creciente uso y comercio de productos derivados de la biotecnología
agraria está llevando prosperidad y bienestar tanto a los países
en desarrollo como a los desarrollados.
Desgraciadamente, mientras que Estados Unidos y otros muchos países
tratan de obtener y utilizar nuevos productos biotecnológicos inocuos,
en otros países los mismos productos son sujetos a restricciones injustificadas.
Estas restricciones amenazan el sistema de comercio internacional y están
impidiendo a los países en desarrollo explorar el enorme potencial de
la biotecnología para mejorar la vida de sus pueblos.
Biotecnología y desarrollo
En 2000, la población del mundo rondaba los 6.000 millones de personas.
Se espera que para 2050 esa cifra haya ascendido a 9.000 millones. En consecuencia,
habrá más bocas que alimentar en un planeta cada vez más
hacinado. La producción de alimentos tendrá que aumentar y tiene
que hacerlo de una forma ecológicamente sostenible.
Desde 1980, 50% del aumento de la productividad agrícola en el mundo
en desarrollo se ha debido a la tecnología de mejora de semillas. Las
semillas se pueden mejorar a través del perfeccionamiento de métodos
tradicionales, la producción de nuevos híbridos convencionales
y la biotecnología. Esta última, aunque no es una panacea, puede
hacer una importante contribución.
La biotecnología agraria permite aumentar la productividad de las cosechas
de manera ecológicamente sostenible. En Estados Unidos, gracias a su
creciente aplicación, se está logrando reducir el uso de plaguicidas
y propagar la adopción de prácticas agrarias inocuas para el medio
ambiente como el no laboreo, que reduce la erosión del suelo y la escorrentía
de fertilizantes. El aumento de la productividad significa que se pueden cosechar
más alimentos en la misma extensión de terreno. A medida que se
vaya intensificando la presión demográfica en los próximos
años, la capacidad de cultivas suficientes alimentos para la creciente
población mundial, sin invadir hábitats vitales como los bosques
tropicales, será sumamente beneficiosa para el medio ambiente.
Estados Unidos no es el único país que se está beneficiando
de la biotecnología. Nuevas cosechas derivadas de la biotecnología
se están cultivando en países en desarrollo como Argentina, Sudáfrica,
China, Filipinas e India. El atractivo de la biotecnología en estos países
radica en los beneficios directos que las variedades que se obtienen por su
mediación reportan a los agricultores. Por ejemplo, en China, donde el
pequeño agricultor cultiva gran número de variedades de algodón
resistentes a los insectos derivadas de la biotecnología, estas variedades
requieren menos plaguicidas, lo que no sólo reduce el costo, sino también
la exposición a productos químicos peligrosos. En consecuencia,
los agricultores obtienen cosechas más sanas y mayores ingresos con los
que pueden comprar mejores alimentos para su familia o enviar a sus hijos a
la escuela en vez de tener que hacerlos trabajar en los campos. Esos resultados,
propagados por la población de todo un país en el cual los agricultores
constituyen el mayor porcentaje, brindan la oportunidad de desarrollo y mayor
prosperidad.
La dificultad consiste en poner variedades de eficacia demostrada al alcance
de más países en desarrollo y ayudarlos a producir otras nuevas,
adaptadas a sus condiciones. Éste es el motivo por el cual Estados Unidos
apoya la producción de cosechas alimentarias básicas derivadas
de la biotecnología que combatan enfermedades, como el dólico
resistente a insectos; la banana, la yuca y la batata resistentes a las enfermedades.
La biotecnología también puede ofrecer a las poblaciones desnutridas
una vía más rápida a una dieta mejor. Por ejemplo, se está
elaborando una variedad de arroz rico en vitamina A, conocido como "arroz
dorado", para ayudar a combatir la ceguera causada por la malnutrición.
Los posibles beneficios de esa nueva tecnología no se deberían
descartar ni demorar innecesariamente. El año pasado, algunos países
africanos se negaron a aceptar, por miedos sin fundamento científico
alguno, una ayuda alimentaria que necesitan desesperadamente, y que consiste
en alimentos que la mayor parte de los estadounidenses consume a diario. Es
preciso poner fin a esta situación. La comunidad internacional debe explicarles
a los países en desarrollo, del mismo modo que lo está haciendo
Estados Unidos, cómo se pueden regular, consumir dentro del país
y comerciar en el exterior, para beneficio de todos, los productos seguros derivados
de la biotecnología.
Biotecnología y comercio
Pese a los beneficios que ofrece la biotecnología tanto a los países
desarrollados como a los en desarrollo, las plantas obtenidas por medio de ella
son objeto de una serie de enconadas disputas comerciales. Esos conflictos perduran
aun cuando más de 3.200 prestigiosos científicos, entre ellos
20 premios Novel, han llegado a la conclusión de que los productos derivados
de la biotecnología que están actualmente en el mercado no plantean
más riesgo para la salud humana que las variedades convencionales.
La única forma de mantener un sistema de comercio libre y equitativo
es asegurar que los productos objeto de las transacciones estén regulados
de manera lógica, objetiva y científica. Cuando este sistema exista,
podremos tener confianza en la inocuidad de los productos que comerciamos. La
manera en que se traten en el sistema internacional las cosechas derivadas de
la biotecnología tendrá consecuencias también para todas
las nuevas tecnologías. Es importante que se haga debidamente.
Las normas que regulan el comercio de este tipo de productos tienen que basarse
en una evaluación científica del riesgo. El Acuerdo sobre la aplicación
de medidas sanitarias y fitosanitarias de la Organización Mundial del
Comercio (OMC), exige que las medidas que regulen las importaciones se basen
en "pruebas científicas suficientes" y que los países
establezcan "sin demora" procedimientos reglamentarios de aprobación.
Cuando las decisiones se basan en principios científicos, los países
descubren que les es más fácil llegar a un acuerdo sobre normas.
Por ejemplo, la Comisión del Codex Alimentarius ha aprobado recientemente
directrices de evaluación de la seguridad alimentaria de los productos
biotecnológicos en relación con la salud humana. Esas directrices
fueron aprobadas por unanimidad por la Comisión, que está integrada
por 169 miembros, entre ellos Estados Unidos, los integrantes de la Unión
Europea y la inmensa mayoría de los países en desarrollo.
Tres órganos normativos internacionales, incluidos el Codex, están
especialmente reconocidos en el Acuerdo sobre la aplicación de medidas
sanitarias y fitosanitarias de la OMC. La Comisión del Codex Alimentarius
elabora normas de seguridad. La Convención Internacional de Protección
fitosanitaria tiene por objeto impedir la propagación de plagas en plantas
y productos vegetales. La Oficina Internacional de Pizootias desempeña
una función similar con respecto a la salud animal. Estas tres organizaciones
basan su trabajo en el análisis científico. Es esencial para la
integridad del sistema internacional de comercio que la OMC continúa
refiriéndose a la labor de esos órganos al evaluarlos productos
biotecnológicos y que esas tres organizaciones sigan desempeñando
un trabajo científico.
Estados Unidos apoya el establecimiento de regulaciones viables, transparentes
y basadas en la ciencia para las aplicaciones de biotecnología agraria.
De hecho, el Gobierno de Estados Unidos presta asistencia técnica a otros
países para ayudarlos a establecer su propia capacidad de regular esta
tecnología y ponerla en práctica para beneficio de sus ciudadanos.
Cuando los países adoptan un criterio científico respecto a la
biotecnología se pueden establecer normas equitativas para la reglamentación
y el comercio ee productos biotecnológicos. Estados Unidos está
empeñado en adoptar ese criterio científico respecto a la biotecnología
con sus socios comerciales, convencido de que es la mejor forma de asegurar
un sistema de comercio seguro y equitativo de los productos de biotecnología
agraria.
Conclusión
La biotecnología agrícola puede ayudar al mundo desarrollado
y en desarrollo a mejorar la productividad y proteger, al mismo tiempo, el medio
ambiente. La reglamentación basada en la ciencia de las aplicaciones
de la biotecnología agrícola contribuye al comercio libre de aplicaciones
biotecnológicas inocuas y al uso apropiado de esa tecnología para
promover el desarrollo.
Científicos de todo el mundo, incluso de la Unión europea, coinciden
en que no existen pruebas de que los alimentos aprobados, derivados de la biotecnología,
planteen nuevos o mayores riesgos para el medio ambiente o la salud humana que
las variedades convencionales. De hecho, cualquier supuesta desventaja de la
biología agrícola pertenece al terreno de lo esotérico
y la conjetura. Sus ventas ya han sido demostradas. La biotecnología
es demasiado importante para la prosperidad futura del mundo para que se la
pueda pasar por alto.
Por Alan Larson
Subsecretario de Estado para asuntos económicos , empresariales y
agrícolas
La biotecnología es uno de los sectores más prometedores de nuestro
tiempo. El creciente uso y comercio de productos derivados de la biotecnología
agraria está llevando prosperidad y bienestar tanto a los países
en desarrollo como a los desarrollados.
Desgraciadamente, mientras que Estados Unidos y otros muchos países
tratan de obtener y utilizar nuevos productos biotecnológicos inocuos,
en otros países los mismos productos son sujetos a restricciones injustificadas.
Estas restricciones amenazan el sistema de comercio internacional y están
impidiendo a los países en desarrollo explorar el enorme potencial de
la biotecnología para mejorar la vida de sus pueblos.
Biotecnología y desarrollo
En 2000, la población del mundo rondaba los 6.000 millones de personas.
Se espera que para 2050 esa cifra haya ascendido a 9.000 millones. En consecuencia,
habrá más bocas que alimentar en un planeta cada vez más
hacinado. La producción de alimentos tendrá que aumentar y tiene
que hacerlo de una forma ecológicamente sostenible.
Desde 1980, 50% del aumento de la productividad agrícola en el mundo
en desarrollo se ha debido a la tecnología de mejora de semillas. Las
semillas se pueden mejorar a través del perfeccionamiento de métodos
tradicionales, la producción de nuevos híbridos convencionales
y la biotecnología. Esta última, aunque no es una panacea, puede
hacer una importante contribución.
La biotecnología agraria permite aumentar la productividad de las cosechas
de manera ecológicamente sostenible. En Estados Unidos, gracias a su
creciente aplicación, se está logrando reducir el uso de plaguicidas
y propagar la adopción de prácticas agrarias inocuas para el medio
ambiente como el no laboreo, que reduce la erosión del suelo y la escorrentía
de fertilizantes. El aumento de la productividad significa que se pueden cosechar
más alimentos en la misma extensión de terreno. A medida que se
vaya intensificando la presión demográfica en los próximos
años, la capacidad de cultivas suficientes alimentos para la creciente
población mundial, sin invadir hábitats vitales como los bosques
tropicales, será sumamente beneficiosa para el medio ambiente.
Estados Unidos no es el único país que se está beneficiando
de la biotecnología. Nuevas cosechas derivadas de la biotecnología
se están cultivando en países en desarrollo como Argentina, Sudáfrica,
China, Filipinas e India. El atractivo de la biotecnología en estos países
radica en los beneficios directos que las variedades que se obtienen por su
mediación reportan a los agricultores. Por ejemplo, en China, donde el
pequeño agricultor cultiva gran número de variedades de algodón
resistentes a los insectos derivadas de la biotecnología, estas variedades
requieren menos plaguicidas, lo que no sólo reduce el costo, sino también
la exposición a productos químicos peligrosos. En consecuencia,
los agricultores obtienen cosechas más sanas y mayores ingresos con los
que pueden comprar mejores alimentos para su familia o enviar a sus hijos a
la escuela en vez de tener que hacerlos trabajar en los campos. Esos resultados,
propagados por la población de todo un país en el cual los agricultores
constituyen el mayor porcentaje, brindan la oportunidad de desarrollo y mayor
prosperidad.
La dificultad consiste en poner variedades de eficacia demostrada al alcance
de más países en desarrollo y ayudarlos a producir otras nuevas,
adaptadas a sus condiciones. Éste es el motivo por el cual Estados Unidos
apoya la producción de cosechas alimentarias básicas derivadas
de la biotecnología que combatan enfermedades, como el dólico
resistente a insectos; la banana, la yuca y la batata resistentes a las enfermedades.
La biotecnología también puede ofrecer a las poblaciones desnutridas
una vía más rápida a una dieta mejor. Por ejemplo, se está
elaborando una variedad de arroz rico en vitamina A, conocido como "arroz
dorado", para ayudar a combatir la ceguera causada por la malnutrición.
Los posibles beneficios de esa nueva tecnología no se deberían
descartar ni demorar innecesariamente. El año pasado, algunos países
africanos se negaron a aceptar, por miedos sin fundamento científico
alguno, una ayuda alimentaria que necesitan desesperadamente, y que consiste
en alimentos que la mayor parte de los estadounidenses consume a diario. Es
preciso poner fin a esta situación. La comunidad internacional debe explicarles
a los países en desarrollo, del mismo modo que lo está haciendo
Estados Unidos, cómo se pueden regular, consumir dentro del país
y comerciar en el exterior, para beneficio de todos, los productos seguros derivados
de la biotecnología.
Biotecnología y comercio
Pese a los beneficios que ofrece la biotecnología tanto a los países
desarrollados como a los en desarrollo, las plantas obtenidas por medio de ella
son objeto de una serie de enconadas disputas comerciales. Esos conflictos perduran
aun cuando más de 3.200 prestigiosos científicos, entre ellos
20 premios Novel, han llegado a la conclusión de que los productos derivados
de la biotecnología que están actualmente en el mercado no plantean
más riesgo para la salud humana que las variedades convencionales.
La única forma de mantener un sistema de comercio libre y equitativo
es asegurar que los productos objeto de las transacciones estén regulados
de manera lógica, objetiva y científica. Cuando este sistema exista,
podremos tener confianza en la inocuidad de los productos que comerciamos. La
manera en que se traten en el sistema internacional las cosechas derivadas de
la biotecnología tendrá consecuencias también para todas
las nuevas tecnologías. Es importante que se haga debidamente.
Las normas que regulan el comercio de este tipo de productos tienen que basarse
en una evaluación científica del riesgo. El Acuerdo sobre la aplicación
de medidas sanitarias y fitosanitarias de la Organización Mundial del
Comercio (OMC), exige que las medidas que regulen las importaciones se basen
en "pruebas científicas suficientes" y que los países
establezcan "sin demora" procedimientos reglamentarios de aprobación.
Cuando las decisiones se basan en principios científicos, los países
descubren que les es más fácil llegar a un acuerdo sobre normas.
Por ejemplo, la Comisión del Codex Alimentarius ha aprobado recientemente
directrices de evaluación de la seguridad alimentaria de los productos
biotecnológicos en relación con la salud humana. Esas directrices
fueron aprobadas por unanimidad por la Comisión, que está integrada
por 169 miembros, entre ellos Estados Unidos, los integrantes de la Unión
Europea y la inmensa mayoría de los países en desarrollo.
Tres órganos normativos internacionales, incluidos el Codex, están
especialmente reconocidos en el Acuerdo sobre la aplicación de medidas
sanitarias y fitosanitarias de la OMC. La Comisión del Codex Alimentarius
elabora normas de seguridad. La Convención Internacional de Protección
fitosanitaria tiene por objeto impedir la propagación de plagas en plantas
y productos vegetales. La Oficina Internacional de Pizootias desempeña
una función similar con respecto a la salud animal. Estas tres organizaciones
basan su trabajo en el análisis científico. Es esencial para la
integridad del sistema internacional de comercio que la OMC continúa
refiriéndose a la labor de esos órganos al evaluarlos productos
biotecnológicos y que esas tres organizaciones sigan desempeñando
un trabajo científico.
Estados Unidos apoya el establecimiento de regulaciones viables, transparentes
y basadas en la ciencia para las aplicaciones de biotecnología agraria.
De hecho, el Gobierno de Estados Unidos presta asistencia técnica a otros
países para ayudarlos a establecer su propia capacidad de regular esta
tecnología y ponerla en práctica para beneficio de sus ciudadanos.
Cuando los países adoptan un criterio científico respecto a la
biotecnología se pueden establecer normas equitativas para la reglamentación
y el comercio ee productos biotecnológicos. Estados Unidos está
empeñado en adoptar ese criterio científico respecto a la biotecnología
con sus socios comerciales, convencido de que es la mejor forma de asegurar
un sistema de comercio seguro y equitativo de los productos de biotecnología
agraria.
Conclusión
La biotecnología agrícola puede ayudar al mundo desarrollado
y en desarrollo a mejorar la productividad y proteger, al mismo tiempo, el medio
ambiente. La reglamentación basada en la ciencia de las aplicaciones
de la biotecnología agrícola contribuye al comercio libre de aplicaciones
biotecnológicas inocuas y al uso apropiado de esa tecnología para
promover el desarrollo.
Científicos de todo el mundo, incluso de la Unión europea, coinciden
en que no existen pruebas de que los alimentos aprobados, derivados de la biotecnología,
planteen nuevos o mayores riesgos para el medio ambiente o la salud humana que
las variedades convencionales. De hecho, cualquier supuesta desventaja de la
biología agrícola pertenece al terreno de lo esotérico
y la conjetura. Sus ventas ya han sido demostradas. La biotecnología
es demasiado importante para la prosperidad futura del mundo para que se la
pueda pasar por alto.
Por Alan Larson
Subsecretario de Estado para asuntos económicos , empresariales y
agrícolas