Nadie deja de reflexionar sobre ser más eficiente

Tres años antes de la pandemia, el vaticinio de Klaus Schwab se convertía en realidad: “Estamos al borde de una revolución tecnológica que modificará fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos”.

13 octubre, 2020

Por: Sabina Schneider (*)

“En su escala, alcance y complejidad, la transformación será distinta a cualquier cosa que el género humano haya experimentado antes”, remataba el fundador del World Economic Forum la premonitoria sentencia. Sin dudas, el momento que estamos atravesando marcará un punto de inflexión en la sociedad, posicionando los procesos de innovación en el centro de la escena.

A lo largo de este tiempo nos vimos obligados a adaptarnos constantemente, modificando cómo nos educamos, cómo nos relacionamos y hasta rediseñando nuestros hábitos de compra. Hoy, no hay una sola industria, gobierno o persona que esta pandemia no haya hecho reflexionar con respecto a cómo operar y trabajar de manera más eficiente.

Por otro lado, si bien la humanidad ya atravesó pandemias similares en el pasado, el gran diferencial que encontramos hoy en día es la presencia de una industria tecnológica suficientemente madura para mantenernos a todos conectados en todo momento, permitiendo continuar con todas nuestras actividades de forma remota y garantizando así la continuidad de nuestros negocios. Un ejemplo claro de esto se puede observar en la adopción masiva de plataformas de eCommerce, por parte de diversas compañías, con el objetivo de continuar ofreciendo sus servicios/productos de forma masiva a través del rediseño digital de sus procesos.

Otro ejemplo se observa en la revolución provocada por la adopción masiva de medios de pago digitales como búsqueda para eliminar el uso de efectivo. A lo largo de estos meses, quedó comprobado que la tecnología es una de las herramientas más poderosas para superar esta crisis, y es por eso que la pandemia está funcionando como catalizador de procesos de innovación y transformación digital.

Dicho esto, y si bien la tecnología resulta clave en estos momentos, todavía no hemos logrado explotar al máximo su potencial. Un ejemplo claro de esto se ve en el incremento de la adopción orgánica de Inteligencia Artificial por parte de las organizaciones con el objetivo de mantener viva su cultura y productividad.

Inteligencia artificial

Hoy, la IA puede ayudarnos no sólo a conectarnos físicamente, sino emocionalmente al replicar esas dinámicas/interacciones de la vida cotidiana, logrando una verdadera “Colaboración Aumentada”. La IA nos ayuda a obtener conocimiento al alcance de la mano facilitando el trabajo que hoy se encuentra distribuido producto de la pandemia. A su vez, es que puede ser la respuesta definitiva frente a los problemas que enfrentan las organizaciones al momento de mantener viva su cultura, permitiendo que las experiencias digitales se conviertan en una piedra angular de la misma.

La innovación y la capacidad disruptiva se encuentra en todos nosotros, pero para ser realmente efectiva y lograr un impacto sustancial, es necesario democratizarla para así lograr una versatilidad de ideas. En este sentido, el concepto de “Colaboración Aumentada” nos impulsa a ser más productivos e ir más allá de solo garantizar la continuidad de nuestros negocios, sino además a buscar un impacto exponencial.

Con este objetivo es que es necesario tomar decisiones rápidas e inteligentes, que busquen conectar la tecnología con los negocios develando lo que realmente necesitan los clientes/consumidores. Desde la optimización de procesos y la colaboración aumentada entre colegas, hasta la implementación de nuevas herramientas de aprendizaje digital, estas soluciones reconstruyen puentes para ayudar a las organizaciones a volverse más ágil.

Los planteos de Schwab, aunque dramáticos en algún sentido, marcaron una visión clara del mundo hacia dónde nos dirigíamos, y que se vio acelerada por la pandemia. Ya no quedan dudas que las dinámicas de colaboración están cambiando a medida que el mundo se adapta a estos nuevos desafíos, pero si actuamos rápidamente podemos definir cuál será nuestra nueva realidad con el objetivo de expandir y hacer prosperar nuestros negocios.

Con esto en mente, es necesario trabajar fuertemente en nuestra flexibilidad para poder adaptarnos a escenarios en constante cambio. Este proceso es básicamente como mandar a nuestra organización al gimnasio, donde el primer día va a doler todo, pero con el tiempo el entrenamiento da sus frutos, tornándose cada vez más motivante y productivo. Este proceso no tiene plazos ni límites, más que el impuesto por uno mismo.

(*) Chief Solutions Officer (LATAM Region) de Globant. Publicado originalmente en la edición 51 aniversario de la revista Mercado.

 

 

 

 

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