Microsoft se abre parcialmente, pero sólo al sector público

El gigante de tecnología informática permitirá que varios gobiernos accedan a códigos del software Office. La iniciativa responde a una campaña de imagen. También evidencia que el negocio de Windows ha madurado y no hay espacio para innovar.

20 septiembre, 2004

La decisión se anuncia estos días y es la segunda en relevancia jamás adoptada por la firma de William Gates. Algunos asesores de la Casa Blanca y el departamento de Comercio estiman que disponer de detalles técnicos las facilitará la detección de fallas y problemas de seguridad en los programas. Desde hace algunos años, Microsoft viene siendo objeto de los mayores ataques con virus y gusanos armados en el mundo.

En realidad, los defectos de la serie Windows han sido una uva para quienes venden antivirus. A punto tal que los proveedores de parches gratuitos –entre ellos, Microsoft misma- sospechan nexos entre “hackers” y el negocio de herramientas rentadas para neutralizar sus ataques. Probablemente, el equipo de Gates haya resuelto que le conviene contar con la asistencia de poderosas maquinarias estatales en la lucha contra piratas.

A partir del mes próximo, la compañía añadirá Office 2003 (con Word y Excel) al programa de seguridad de Washington. Ya en enero, había dado acceso a códigos fuentes. También Rusia, China, Gran Bretaña y la OTÁN están en el plan, Curiosamente, no se menciona a la Unión Europea, quizá por la pelea judicial entre Bruselas y Microsoft.

Por supuesto, la intención política es clara: Gates busca mejorar su posición ante varios estados, para persuadirlos de no instalar Linux u otros sistemas operativos de fuente abierta. Oracle también trata de trabarlos. Entretanto, tanto Microsoft como las empresas especializadas en sofware empresario (SAP, PeopleSoft-JE Edwards, Oracle, Siebel, etc.) comparten el mismo problema: sus segmentos tienden a madurar, se convierten en meros insumos y pierden potencial innovador.

Esas perspectivas explican, de paso, por qué Gates incursiona en el campo de SAP –con quien ha intentado ya una fusión- y en la descarga de música en línea. En un segmento dedicado a jóvenes -rentable porque es chatarra, se agota en semanas y debe renovarse, como muestra Sony-, Microsoft trata de competir con iTunes. Exactamente como su consola de videojuegos Xbox trata de sacarle usuarios a PlayStation, otra criatura del multimedios japonés.

Todo remite a un fenómeno clave: el gigante TI sabe que Windows, su negocio central, llega a la mediana edad tras veinte años de cambios continuos, no siempre necesarios. La innovación –no el mero agregado de funciones y códigos- se torna difícil. Así quedó demostrado en 2002, cuando la próxima generación de Windows (Longhorn) fue portegada a 2006. O sea, cinco años después de XP.

La decisión se anuncia estos días y es la segunda en relevancia jamás adoptada por la firma de William Gates. Algunos asesores de la Casa Blanca y el departamento de Comercio estiman que disponer de detalles técnicos las facilitará la detección de fallas y problemas de seguridad en los programas. Desde hace algunos años, Microsoft viene siendo objeto de los mayores ataques con virus y gusanos armados en el mundo.

En realidad, los defectos de la serie Windows han sido una uva para quienes venden antivirus. A punto tal que los proveedores de parches gratuitos –entre ellos, Microsoft misma- sospechan nexos entre “hackers” y el negocio de herramientas rentadas para neutralizar sus ataques. Probablemente, el equipo de Gates haya resuelto que le conviene contar con la asistencia de poderosas maquinarias estatales en la lucha contra piratas.

A partir del mes próximo, la compañía añadirá Office 2003 (con Word y Excel) al programa de seguridad de Washington. Ya en enero, había dado acceso a códigos fuentes. También Rusia, China, Gran Bretaña y la OTÁN están en el plan, Curiosamente, no se menciona a la Unión Europea, quizá por la pelea judicial entre Bruselas y Microsoft.

Por supuesto, la intención política es clara: Gates busca mejorar su posición ante varios estados, para persuadirlos de no instalar Linux u otros sistemas operativos de fuente abierta. Oracle también trata de trabarlos. Entretanto, tanto Microsoft como las empresas especializadas en sofware empresario (SAP, PeopleSoft-JE Edwards, Oracle, Siebel, etc.) comparten el mismo problema: sus segmentos tienden a madurar, se convierten en meros insumos y pierden potencial innovador.

Esas perspectivas explican, de paso, por qué Gates incursiona en el campo de SAP –con quien ha intentado ya una fusión- y en la descarga de música en línea. En un segmento dedicado a jóvenes -rentable porque es chatarra, se agota en semanas y debe renovarse, como muestra Sony-, Microsoft trata de competir con iTunes. Exactamente como su consola de videojuegos Xbox trata de sacarle usuarios a PlayStation, otra criatura del multimedios japonés.

Todo remite a un fenómeno clave: el gigante TI sabe que Windows, su negocio central, llega a la mediana edad tras veinte años de cambios continuos, no siempre necesarios. La innovación –no el mero agregado de funciones y códigos- se torna difícil. Así quedó demostrado en 2002, cuando la próxima generación de Windows (Longhorn) fue portegada a 2006. O sea, cinco años después de XP.

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