Microsoft persigue una obsesiva acumulación de patentes

Mientras se aviva el debate sobre si es correcto otorgar patentes por software – algo impensable antes de los ’80 – Microsoft presenta solicitudes por millares. Dice que para no quedarse atrás frente a competidoras.

2 agosto, 2005

El personal de la United States Patent and Trademark Office ha recibido en los últimos meses montañas de papeles de Microsoft. Eso ocurre desde que hace un año Bill Gates anunció planes de acelerar el paso y elevar el número de solicitudes de patentes a solicitar por año de 2.000 a 3.000.

Las ideas, entonces, deben brotar como agua de manantial. Una de las solicitudes de patente es sobre programas para la generación automática de resúmenes. El software, dice la solicitud, puede detectar las partes de un partido de baseball que contienen “lo más interesante” y automáticamente compilan esos trozos en una secuencia de momentos.

Otro de los títulos: “Sistema y método para crear una nota relacionada a una llamada telefónica” y “Agregar o quitar espacios blancos de un documento”.

Además de las mencionadas Microsoft ha presentado otras 3.368, todas con una similar y dudosa utilidad para la vida práctica. Hasta el momento, y aparte de las que esperan aprobación, ya le han concedido la patente a 3.955 solicitudes.

En realidad, las opiniones están muy divididas sobre la lógica de patentar software. Los que opinan que no se debería hacer, sostienen que habría que abolir las ya concedidas. Daniel Ravicher, abogado especializado en patentes y director de Public Patent Foundation, dice que el sistema actual impide el avance de la tecnología del software mientras simultáneamente llena los bolsillos de los dueños de las patentes. Y eso, dice, “no estaba en la mente de los que redactaron nuestra constitución”.

A principios de julio, el Parlamento Europeo rechazó una medida que habría eliminado las restricciones a esas atentes entre los miembros de la Unión Europea.

El software publicado en Estados Unidos está protegido por fuertes derechos de propiedad y de marca. Microsoft Excel, por ejemplo, no puede copiarse ni puede tampoco borrarse su asociación con Microsoft. Pero una patente va mucho más allá. Impide que sus conceptos básicos sean utilizados por otros por el término de 20 años.

Hasta los años ’70, los desarrolladores de software contaban sólo con sus derechos de autoría y sus marcas para proteger su trabajo. Eso favoreció maravillosamente a Microsoft. Si Dan Bricklin, el creador de VisiCalc, la hoja de cálculo por la cual mucha gente compró una computadora personal, hubiera obtenido una patente que protegiera su programa en 1979, Microsoft no habría podido sacar su Excel hasta 1999. Ni tampoco Word o PowerPoint habrían aparecido si las empresas que sacaron a sus predecesores hubieran obtenido protección de patente para sus programas.

Bricklin no solicitó patente para su VisiCalc porque en 1979 no se podía patentar software solamente. Sólo existía la posibilidad cuando el software estaba incorporado a una máquina. Por aquellos años, una software era considerado por la ley como una simple colección de algoritmos matemáticos, no una invención. Y por lo tanto, no era patentable.

El ambiente legal cambió no por ley sino por accidente. Una sentencia importante por aquí, otra por allá, y sin que nadie se diera cuenta, apareció una nueva realidad en la propiedad intelectual hacia finales de los ’80- Hoy Algunos recuerdan, al respecto, que Thomas Jefferson – presidente de Estados Unidos de 1801 a 1809 – creía que una patente debía ser concedida sólo en casos muy selectos.

¿Por qué este deseo de acumular patentes?

Brad Smith, vicepresidente senior de la compañía, explica que en un principio Microsoft no se interesó demasiado por las patentes porque creía que podía confiar en los derechos de autoría. Pero los tribunales cambiaron las reglas y la empresa respondió como todas las demás.

Ahora bien. El reciente aumento en el número de solicitudes presentadas, registrado desde el año pasado, de debe a que la compañía vio estudios de reflejaban que otras empresas de informática presentaban dos patentes por cada US$ 1 millón invertido en investigación y desarrollo. Como Microsoft, por entonces, estaba gastando entre US$ 6.000 y 7.500 millones en I&D, debía presentar al menos 3.000 solicitudes para estar a la par de los demás.

Algunos observadores opinan que las comparaciones verdaderamente interesantes no son entre empresas de software sino entre éstas y las farmacéuticas. Pharma tiene suerte si logra que le aprueben una sola patente luego de invertir cientos de millones de dólares en una apuesta y luego de esperar pacientemente durante 10 años para ver si resulta. En cambio Mark H. Webbink, consejero general de Red Hat, una distribuidora del programa de fuente abierta Linux, opina que es ridículo que una empresa de software obtenga idéntica protección por un trabajo que implica un esfuerzo relativamente minúsculo y descubrimientos triviales. “Otorgar 20 años de protección no ayuda a la innovación”, remata.

El personal de la United States Patent and Trademark Office ha recibido en los últimos meses montañas de papeles de Microsoft. Eso ocurre desde que hace un año Bill Gates anunció planes de acelerar el paso y elevar el número de solicitudes de patentes a solicitar por año de 2.000 a 3.000.

Las ideas, entonces, deben brotar como agua de manantial. Una de las solicitudes de patente es sobre programas para la generación automática de resúmenes. El software, dice la solicitud, puede detectar las partes de un partido de baseball que contienen “lo más interesante” y automáticamente compilan esos trozos en una secuencia de momentos.

Otro de los títulos: “Sistema y método para crear una nota relacionada a una llamada telefónica” y “Agregar o quitar espacios blancos de un documento”.

Además de las mencionadas Microsoft ha presentado otras 3.368, todas con una similar y dudosa utilidad para la vida práctica. Hasta el momento, y aparte de las que esperan aprobación, ya le han concedido la patente a 3.955 solicitudes.

En realidad, las opiniones están muy divididas sobre la lógica de patentar software. Los que opinan que no se debería hacer, sostienen que habría que abolir las ya concedidas. Daniel Ravicher, abogado especializado en patentes y director de Public Patent Foundation, dice que el sistema actual impide el avance de la tecnología del software mientras simultáneamente llena los bolsillos de los dueños de las patentes. Y eso, dice, “no estaba en la mente de los que redactaron nuestra constitución”.

A principios de julio, el Parlamento Europeo rechazó una medida que habría eliminado las restricciones a esas atentes entre los miembros de la Unión Europea.

El software publicado en Estados Unidos está protegido por fuertes derechos de propiedad y de marca. Microsoft Excel, por ejemplo, no puede copiarse ni puede tampoco borrarse su asociación con Microsoft. Pero una patente va mucho más allá. Impide que sus conceptos básicos sean utilizados por otros por el término de 20 años.

Hasta los años ’70, los desarrolladores de software contaban sólo con sus derechos de autoría y sus marcas para proteger su trabajo. Eso favoreció maravillosamente a Microsoft. Si Dan Bricklin, el creador de VisiCalc, la hoja de cálculo por la cual mucha gente compró una computadora personal, hubiera obtenido una patente que protegiera su programa en 1979, Microsoft no habría podido sacar su Excel hasta 1999. Ni tampoco Word o PowerPoint habrían aparecido si las empresas que sacaron a sus predecesores hubieran obtenido protección de patente para sus programas.

Bricklin no solicitó patente para su VisiCalc porque en 1979 no se podía patentar software solamente. Sólo existía la posibilidad cuando el software estaba incorporado a una máquina. Por aquellos años, una software era considerado por la ley como una simple colección de algoritmos matemáticos, no una invención. Y por lo tanto, no era patentable.

El ambiente legal cambió no por ley sino por accidente. Una sentencia importante por aquí, otra por allá, y sin que nadie se diera cuenta, apareció una nueva realidad en la propiedad intelectual hacia finales de los ’80- Hoy Algunos recuerdan, al respecto, que Thomas Jefferson – presidente de Estados Unidos de 1801 a 1809 – creía que una patente debía ser concedida sólo en casos muy selectos.

¿Por qué este deseo de acumular patentes?

Brad Smith, vicepresidente senior de la compañía, explica que en un principio Microsoft no se interesó demasiado por las patentes porque creía que podía confiar en los derechos de autoría. Pero los tribunales cambiaron las reglas y la empresa respondió como todas las demás.

Ahora bien. El reciente aumento en el número de solicitudes presentadas, registrado desde el año pasado, de debe a que la compañía vio estudios de reflejaban que otras empresas de informática presentaban dos patentes por cada US$ 1 millón invertido en investigación y desarrollo. Como Microsoft, por entonces, estaba gastando entre US$ 6.000 y 7.500 millones en I&D, debía presentar al menos 3.000 solicitudes para estar a la par de los demás.

Algunos observadores opinan que las comparaciones verdaderamente interesantes no son entre empresas de software sino entre éstas y las farmacéuticas. Pharma tiene suerte si logra que le aprueben una sola patente luego de invertir cientos de millones de dólares en una apuesta y luego de esperar pacientemente durante 10 años para ver si resulta. En cambio Mark H. Webbink, consejero general de Red Hat, una distribuidora del programa de fuente abierta Linux, opina que es ridículo que una empresa de software obtenga idéntica protección por un trabajo que implica un esfuerzo relativamente minúsculo y descubrimientos triviales. “Otorgar 20 años de protección no ayuda a la innovación”, remata.

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