Las tribulaciones de Sun Microsystems en la era de la participación

En una mesa redonda organizada por Sun para hablar de la era de participación, el anfitrión y CEO Scott McNealy explicó con claridad meridiana por qué su compañía perdió la oportunidad de convertirse en “la siguiente Microsoft”.

7 abril, 2006

El tema a debatir se titulaba “La economía de la distribución:
una era de participación” y Sun había invitado a participar
a un catedrático, un consultor, un capitalista de riesgo un pionero en
micro préstamos a países pobres. En el transcurso del intercambio
de preguntas y respuestas moderado por un periodista de The Economist,
el jefe de Sun tuvo oportunidad de dar su interpretación de la suerte corrida
por la gran fabricante de computadora que ayudó a fundar y actualmente
lidera.

McNealy reconoció que, de haber abrazado a tiempo el concepto de la computación
compartida, Sun podría haberse convertido en la siguiente Microsoft en
varios momentos a lo largo de sus 24 años de existencia. Sin embargo, adoptó
la “participación” demasiado tarde, admitió, mientras
aprovechaba la oportunidad para explicar desde su óptica el desarrollo
de los acontecimientos. Durante el boom de las punto com a finales de los ´90,
recordó, Sun era la empresa predilecta en fabricación de poderosos
servidores y computadoras en red que las empresas de la “nueva economía”
compraban en cantidades con el dinero que les proporcionaban a manos llenas los
capitalistas de riesgo. Sun era por aquellos días el emblema del boom de
Internet.

Pero cuando el boom se acabó y vino la caída, nadie compraba computadoras,
y mucho menos las hechas por Sun. ¿Por qué? La compañía
se había empecinado en ignorar la tendencia hacia los costos bajos además
del hardware y software estandarizados que adoptaban sus rivales (H-P, IBM, Dell,
Intel y Microsoft). Pero McNealy, uno de los cuatro fundadores de la compañía
nacida en 1982 convertido en CEO a los 29 años, insistía en la “solución
propietaria” apoyada en el procesador de Sun llamado Sparc y en el sistema
operativo llamado Solaris. Para los clientes era una proposición de todo
o nada. Y, admite McNealy en el panel, “los clientes eligieron nada”.

Eso explica en parte por qué los ingresos comenzaron a reducirse: en 2001
fueron de US$ 18.000 millones; en 2005, de US$ 11.000 millones. Fue Sun, y no
Microsoft, el que más perdió con el ascenso de Linux, el sistema
operativo de fuente abierta que muchos clientes usan en lugar de los sistemas
de Sun. En 2002 McNealy advirtió que no quedaba más remedio que
adoptar la computación basada en estándares. Comenzó a ofrecer
Linux en servidores Sun. Firmó un acuerdo con AMD, el fabricante de chips
rival de Intel, para poder ofrecer también computadoras construidas alrededor
de chips AMD además de sus propios Sparc. Compró, finalmente, una
compañía que fabricaba computadoras sobre estándares de la
industria y otra de almacenamiento de datos.

Luego se animó a más. El año pasado convirtió a Solaris,
su sistema operativo, en fuente abierta, como Linux. En teoría cualquiera
puede usarlo gratuitamente, aunque en la práctica se paga por el mantenimiento.
Y a principios de este año convirtió en fuente abierta el diseño
de su chip Sparc, primer intento de pasar el concepto de la fuente abierta al
hardware. Lo que pretende, con todo esto, es recuperar una clientela que se ha
acostumbrado a seguir a sus competidores, que vieron antes el negocio de la participación.
Habrá que ver si lo logra.

El tema a debatir se titulaba “La economía de la distribución:
una era de participación” y Sun había invitado a participar
a un catedrático, un consultor, un capitalista de riesgo un pionero en
micro préstamos a países pobres. En el transcurso del intercambio
de preguntas y respuestas moderado por un periodista de The Economist,
el jefe de Sun tuvo oportunidad de dar su interpretación de la suerte corrida
por la gran fabricante de computadora que ayudó a fundar y actualmente
lidera.

McNealy reconoció que, de haber abrazado a tiempo el concepto de la computación
compartida, Sun podría haberse convertido en la siguiente Microsoft en
varios momentos a lo largo de sus 24 años de existencia. Sin embargo, adoptó
la “participación” demasiado tarde, admitió, mientras
aprovechaba la oportunidad para explicar desde su óptica el desarrollo
de los acontecimientos. Durante el boom de las punto com a finales de los ´90,
recordó, Sun era la empresa predilecta en fabricación de poderosos
servidores y computadoras en red que las empresas de la “nueva economía”
compraban en cantidades con el dinero que les proporcionaban a manos llenas los
capitalistas de riesgo. Sun era por aquellos días el emblema del boom de
Internet.

Pero cuando el boom se acabó y vino la caída, nadie compraba computadoras,
y mucho menos las hechas por Sun. ¿Por qué? La compañía
se había empecinado en ignorar la tendencia hacia los costos bajos además
del hardware y software estandarizados que adoptaban sus rivales (H-P, IBM, Dell,
Intel y Microsoft). Pero McNealy, uno de los cuatro fundadores de la compañía
nacida en 1982 convertido en CEO a los 29 años, insistía en la “solución
propietaria” apoyada en el procesador de Sun llamado Sparc y en el sistema
operativo llamado Solaris. Para los clientes era una proposición de todo
o nada. Y, admite McNealy en el panel, “los clientes eligieron nada”.

Eso explica en parte por qué los ingresos comenzaron a reducirse: en 2001
fueron de US$ 18.000 millones; en 2005, de US$ 11.000 millones. Fue Sun, y no
Microsoft, el que más perdió con el ascenso de Linux, el sistema
operativo de fuente abierta que muchos clientes usan en lugar de los sistemas
de Sun. En 2002 McNealy advirtió que no quedaba más remedio que
adoptar la computación basada en estándares. Comenzó a ofrecer
Linux en servidores Sun. Firmó un acuerdo con AMD, el fabricante de chips
rival de Intel, para poder ofrecer también computadoras construidas alrededor
de chips AMD además de sus propios Sparc. Compró, finalmente, una
compañía que fabricaba computadoras sobre estándares de la
industria y otra de almacenamiento de datos.

Luego se animó a más. El año pasado convirtió a Solaris,
su sistema operativo, en fuente abierta, como Linux. En teoría cualquiera
puede usarlo gratuitamente, aunque en la práctica se paga por el mantenimiento.
Y a principios de este año convirtió en fuente abierta el diseño
de su chip Sparc, primer intento de pasar el concepto de la fuente abierta al
hardware. Lo que pretende, con todo esto, es recuperar una clientela que se ha
acostumbrado a seguir a sus competidores, que vieron antes el negocio de la participación.
Habrá que ver si lo logra.

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