Las tecnológicas quieren regulación a su medida

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Advierten que no les conviene la ausencia total de reglas, como hoy.

Durante más de diez años las compañías tecnológicas difundieron la ficción de que “lo digital es distinto” y que por lo tanto la regulación en el interés del público le haría daño. Y con ese argumento lograron evitar la vigilancia de los organismos reguladores, dice Tom Wheeler, del Center for Technology Innovation.

 

AT&T y Comcast sostenían que una red digital es diferente y no necesita el tipo de reglas sobre neutralidad en la red que tenían otras redes de comunicación según los términos de la ley de 1860, Pacific Telegraph Act.

Las plataformas digitales son diferentes, decían compañías como Google y Facebook porque brindan servicios “gratuitos” a los consumidores a cambio de “permitir” que la compañía almacene sus datos privados.

 

Así pusieron la responsabilidad de proteger sus datos sobre las espaldas de los mismos consumidores mientras simultáneamente limitaban las herramientas a disposición. Los proveedores de servicios de Internet, dice Wheeler, son monopolios que dan a sus clientes la opción de aceptar o irse. En realidad los servicios que brindan a través de esos canales obligan a dar consentimiento a la recolección de información personal antes de brindar el servicio. Y tanto en el caso de las redes como en el de las plataformas, revelar lo que se hace con la información privada de la gente es algo inexistente o engañoso. Y en lugar de proteger a los consumidores y la competencia el gobierno, especialmente en la era Trump, ha sido decididamente desregulatorio.

 

Ahora se ven las consecuencias del triunfo de las compañías en sus esfuerzos por evitar la regulación: la cartelización de lo que debería ser un mercado competitivo. Habiendo triunfado claramente el lobby antiregulatorio las redes monopólicas nuevamente pueden discriminar en los servicios que entregan en las conexiones tradicionales de internet y alterar la trayectoria de las nuevas redes de quinta generación (5G) en beneficio propio y a expensas de los consumidores. Y simultáneamente convierten la información privada de la gente en un activo.

 

El Congreso les ha permitido redactar sus propias leyes en la era Internet. Pero ahora descubren que ganarlo todo también puede ser una maldición y por eso ahora son ellas mismas las que piden reglas, aunque reglas en sus propios términos.

 

La razón se encuentra en la décima enmienda de la constitución de Estados Unidos, que reserva para los estados poderes que no ejerce el gobierno federal. Y como las compañías han triunfado totalmente a nivel federal se ha creado un vacío legal en cuanto a la protección de la competencia y de los consumidores. Ese vacío ahora comienzan a llenarlo los estados. Y las empresas le temen a la regulación estadual.

 

Hoy 36 estados, con California a la cabeza, proponen llenar ese vacío con acciones que abarquen desde leyes hasta órdenes ejecutivas. Las compañías de redes y sus aliados en el Congreso han sacado legislación preventiva con muchas protecciones. Ya no dicen “no nos toquen”. Ahora dicen “necesitamos leyes uniformes”.

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