La necesidad de invertir en tecnología

En muchas empresas hace falta una actitud mucho más aventurera en cuanto a inversión en tecnología informática. En lugar de tratar de “hacer más con menos” deberían invertir para lograr ventaja competitiva con respecto a sus competidores.

8 marzo, 2007

Todo ejecutivo informático sabe que una inversión adecuada en tecnología puede redituar una importante ventaja competitiva. En los últimos 50 años muchas grandes empresas han cambiado las reglas de la competencia en sus respectivos sectores introduciendo novedades posibles gracias a la tecnología. Pero lo cierto es que en la actualidad, muchos jefes informáticos y sus departamentos luchan contra la percepción de que su tarea se limita a mantener el e-mail funcionando y realizar proyectos de alcance limitado; nunca bregar por inversiones en innovación. Esta estrecha visión de la función del departamento de sistemas se generalizó a finales de los 90, cuando explotó la burbuja de Internet y los empresarios procuraban contener el gasto y asegurar que las inversiones en tecnología sirvieran a los objetivos del negocio. Más recientemente, esa idea fue alimentada por la tesis según la cual TI es un servicio básico como la electricidad, y debe ser manejada al mínimo costo posible. El mantra que se popularizó fue “hacer más con menos”.

Pero concentrarse exclusivamente en los costos finales limita el potencial creativo del negocio. Al dejar de invertir en innovación tecnológica, las empresas están perdiendo oportunidades de ganar ventaja competitiva o de cambiar fundamentalmente las reglas de su negocio.

TI puede usarse como arma competitiva, pero administrar ese departamento de manera que lograr esa promesa requiere un método diferenciado que a muchas empresas les cuesta implementar, sea porque no ven el potencial o porque no distinguen entre la tecnología como proveedora de servicios básicos y de innovación.

Específicamente, las empresas deberían manejar sus inversiones en tecnología como manejan sus inversiones financieras, categorizándolas como de bajo, mediano y alto riesgo. Por lo general, deberían concentrarse en mantener y mejorar los servicios básicos (alrededor de 60%, según la posición en el mercado y las aspiraciones): mejorar sistemas para que puedan responder a la demanda. Estas son funciones de bajo riesgo necesarias para mantenerse en carrera.

Entre 10 y 30% de las inversiones tecnológicas de una compañía ( o más, según las aspiraciones) deberían procurar ayudarla a ganar la carrera que actualmente corre en su sector. Esas inversiones ayudan a la empresa a operar a un costo significativamente más bajo o a mayor productividad que sus competidores; por ejemplo, automatizando los procesos de aprobación de un crédito o poniendo al alcance de cada operador de centro de llamadas, la historia de cada cliente con el departamento de servicios. Esas inversiones reditúan ventajas de costo frente a los rivales, al menos hasta que ellos implementan sistemas y procesos similares.

Más difícil de manejar es una categoría más pequeña de inversiones de alto riesgo y altas recompensas que se concentran en cambiar las reglas de juego de la carrera: innovaciones que abren nuevos mercados o permiten ofrecer nuevos productos o servicios que son sustancialmente diferentes y más deseables que los de los competidores.

Todo ejecutivo informático sabe que una inversión adecuada en tecnología puede redituar una importante ventaja competitiva. En los últimos 50 años muchas grandes empresas han cambiado las reglas de la competencia en sus respectivos sectores introduciendo novedades posibles gracias a la tecnología. Pero lo cierto es que en la actualidad, muchos jefes informáticos y sus departamentos luchan contra la percepción de que su tarea se limita a mantener el e-mail funcionando y realizar proyectos de alcance limitado; nunca bregar por inversiones en innovación. Esta estrecha visión de la función del departamento de sistemas se generalizó a finales de los 90, cuando explotó la burbuja de Internet y los empresarios procuraban contener el gasto y asegurar que las inversiones en tecnología sirvieran a los objetivos del negocio. Más recientemente, esa idea fue alimentada por la tesis según la cual TI es un servicio básico como la electricidad, y debe ser manejada al mínimo costo posible. El mantra que se popularizó fue “hacer más con menos”.

Pero concentrarse exclusivamente en los costos finales limita el potencial creativo del negocio. Al dejar de invertir en innovación tecnológica, las empresas están perdiendo oportunidades de ganar ventaja competitiva o de cambiar fundamentalmente las reglas de su negocio.

TI puede usarse como arma competitiva, pero administrar ese departamento de manera que lograr esa promesa requiere un método diferenciado que a muchas empresas les cuesta implementar, sea porque no ven el potencial o porque no distinguen entre la tecnología como proveedora de servicios básicos y de innovación.

Específicamente, las empresas deberían manejar sus inversiones en tecnología como manejan sus inversiones financieras, categorizándolas como de bajo, mediano y alto riesgo. Por lo general, deberían concentrarse en mantener y mejorar los servicios básicos (alrededor de 60%, según la posición en el mercado y las aspiraciones): mejorar sistemas para que puedan responder a la demanda. Estas son funciones de bajo riesgo necesarias para mantenerse en carrera.

Entre 10 y 30% de las inversiones tecnológicas de una compañía ( o más, según las aspiraciones) deberían procurar ayudarla a ganar la carrera que actualmente corre en su sector. Esas inversiones ayudan a la empresa a operar a un costo significativamente más bajo o a mayor productividad que sus competidores; por ejemplo, automatizando los procesos de aprobación de un crédito o poniendo al alcance de cada operador de centro de llamadas, la historia de cada cliente con el departamento de servicios. Esas inversiones reditúan ventajas de costo frente a los rivales, al menos hasta que ellos implementan sistemas y procesos similares.

Más difícil de manejar es una categoría más pequeña de inversiones de alto riesgo y altas recompensas que se concentran en cambiar las reglas de juego de la carrera: innovaciones que abren nuevos mercados o permiten ofrecer nuevos productos o servicios que son sustancialmente diferentes y más deseables que los de los competidores.

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