La división digital:Tres brechas perturban los negocios globales por Internet

El avance de Internet excluye de la conectividad a varios sectores. Es lo que, en la tecnojerga de moda, se llama “brecha digital”. Hoy, activistas críticos y magnates de medios coinciden en que el problema existe y es serio.

17 junio, 2003

Eli Noam, un gurú británico en boga, cree que el asunto es complejo.
"Por un lado, en pocos años la conexión será total y
normal en los países ricos, al menos en banda común. Internet se
habrá librado de la PC, quizás el producto menos cómodo de
usar que haya existido. Pero la brecha persistirá en el resto del mundo,
como también sucederá con los dispositivos de III o IV generación
en telecomunicaciones o el DVD".

A criterio del experto, en realidad son tres brechas de conectividad, no una.
La primera, relativamente fácil de superar, afecta a las propias telecomunicaciones
y, por ahora, técnicos, empresas del ramo y reguladores no saben cómo
encararla. Noam sugiere una solución correcta, -más inversiones-
y una poco realista (liberalización total del sector). La segunda brecha
está en el acceso a Internet, cuyo cierre "será aún
más sencillo, una vez que las telcos hayan armado redes aptas para la conexión
con computadoras y dispositivos manuales inalámbricos".

La tercera brecha es más relevante, pues "se da en e-commerce y contenidos
virtuales. De hecho, puentear las dos primeras brechas podría exacerbar
la última. Desde una óptica de negocios, casi todas las aplicaciones
entrañan economías de escala, por las cuales costos y tarifas de
transmisión mundial bajan rápidamente y, en algunos mercados, Internet
penetra a ritmo sostenido.

Sin duda, ello favorece a concurrentes tempranos, por lo común empresas
norteamericanas y japonesas. Por supuesto, como la cuestión involucra bastante
más que atender un sitio web y producir contenidos, tamaño y geografía
son claves. Máxime en banda ancha, que requiere costosos formatos multimedios
o video.

Lógicamente, las comunicaciones baratas ayudan. Cuando una firma define
un modelo exitoso en Estados Unidos -costos fijos altos, marginales bajos y transmisión
casi gratis-, no tendrá problemas para globalizarse. Por ende, las transacciones
en el ciberespacio siguen creciendo en el mundo industrial.

Al mismo tiempo, las nuevas "autopistas" virtuales y sus instrumentos
permiten a los países centrales exportar al resto productos y entretenimiento.
"A menos que esta brecha sea superada -apunta Noam-, el e-commerce será
fácil para unos pocos bienes y servicios, pero no para rubros masivos,
complejos e involucran el valor y las marcas de las compañías. La
mejor alternativa es que las autopista electrónica sea de ida y vuelta,
aunque exportar servicios virtuales sea mucho más difícil que cerrar
brechas en materia de telcos e Internet pura".

El analista estima que, amén de crear o ampliar infraestructuras, los gobierno
podrían desarrollar estrategias basadas en los siguiente elementos:

Masa crítica. El estado debe liderar a usuarios y proveedores de
contenidos.
Prioridades. Se centrarán en cubrir mercado globales, mucho más
amplios que cualquier segmento nacional. La producción de contenidos locales
también debe orientarse a la exportación, por lo cual es preciso
afinar trámites aduaneros y mejorar redes de transporte físico.
Educación. Las inversiones de capital en tecnología exigen
paralelo desarrollo de recursos humanos, sus conocimientos y aptitudes.
Mano de obra a distancia. Los países rezagados pueden exportar servicios
administrativos, contables, etc., aprovechando su mano de obra barata. En el proceso,
también irán creando una fuerza laboral y empresaria tecnológicamente
evolucionada.
Crédito e inversión. Hacen falta incentivos locales que promuevan
capital local y atraiga al exterior. Ello demanda reformas jurídicas y
reglamentarias que faciliten el e-commerce.
Afinidades culturales. Geografía, idioma, costumbres o economías
similares pueden generar nichos regionales. El caso del castellano en Latinoamérica
es un ejemplo clásico.

Eli Noam, un gurú británico en boga, cree que el asunto es complejo.
"Por un lado, en pocos años la conexión será total y
normal en los países ricos, al menos en banda común. Internet se
habrá librado de la PC, quizás el producto menos cómodo de
usar que haya existido. Pero la brecha persistirá en el resto del mundo,
como también sucederá con los dispositivos de III o IV generación
en telecomunicaciones o el DVD".

A criterio del experto, en realidad son tres brechas de conectividad, no una.
La primera, relativamente fácil de superar, afecta a las propias telecomunicaciones
y, por ahora, técnicos, empresas del ramo y reguladores no saben cómo
encararla. Noam sugiere una solución correcta, -más inversiones-
y una poco realista (liberalización total del sector). La segunda brecha
está en el acceso a Internet, cuyo cierre "será aún
más sencillo, una vez que las telcos hayan armado redes aptas para la conexión
con computadoras y dispositivos manuales inalámbricos".

La tercera brecha es más relevante, pues "se da en e-commerce y contenidos
virtuales. De hecho, puentear las dos primeras brechas podría exacerbar
la última. Desde una óptica de negocios, casi todas las aplicaciones
entrañan economías de escala, por las cuales costos y tarifas de
transmisión mundial bajan rápidamente y, en algunos mercados, Internet
penetra a ritmo sostenido.

Sin duda, ello favorece a concurrentes tempranos, por lo común empresas
norteamericanas y japonesas. Por supuesto, como la cuestión involucra bastante
más que atender un sitio web y producir contenidos, tamaño y geografía
son claves. Máxime en banda ancha, que requiere costosos formatos multimedios
o video.

Lógicamente, las comunicaciones baratas ayudan. Cuando una firma define
un modelo exitoso en Estados Unidos -costos fijos altos, marginales bajos y transmisión
casi gratis-, no tendrá problemas para globalizarse. Por ende, las transacciones
en el ciberespacio siguen creciendo en el mundo industrial.

Al mismo tiempo, las nuevas "autopistas" virtuales y sus instrumentos
permiten a los países centrales exportar al resto productos y entretenimiento.
"A menos que esta brecha sea superada -apunta Noam-, el e-commerce será
fácil para unos pocos bienes y servicios, pero no para rubros masivos,
complejos e involucran el valor y las marcas de las compañías. La
mejor alternativa es que las autopista electrónica sea de ida y vuelta,
aunque exportar servicios virtuales sea mucho más difícil que cerrar
brechas en materia de telcos e Internet pura".

El analista estima que, amén de crear o ampliar infraestructuras, los gobierno
podrían desarrollar estrategias basadas en los siguiente elementos:

Masa crítica. El estado debe liderar a usuarios y proveedores de
contenidos.
Prioridades. Se centrarán en cubrir mercado globales, mucho más
amplios que cualquier segmento nacional. La producción de contenidos locales
también debe orientarse a la exportación, por lo cual es preciso
afinar trámites aduaneros y mejorar redes de transporte físico.
Educación. Las inversiones de capital en tecnología exigen
paralelo desarrollo de recursos humanos, sus conocimientos y aptitudes.
Mano de obra a distancia. Los países rezagados pueden exportar servicios
administrativos, contables, etc., aprovechando su mano de obra barata. En el proceso,
también irán creando una fuerza laboral y empresaria tecnológicamente
evolucionada.
Crédito e inversión. Hacen falta incentivos locales que promuevan
capital local y atraiga al exterior. Ello demanda reformas jurídicas y
reglamentarias que faciliten el e-commerce.
Afinidades culturales. Geografía, idioma, costumbres o economías
similares pueden generar nichos regionales. El caso del castellano en Latinoamérica
es un ejemplo clásico.

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