La ciencia avanza más rápido que los servicios

Aplicando tecnología de cristal fotónico a las redes de fibras ópticas, las transmisiones prescindirán de muchos elementos hoy necesarios y todo será mucho más barato de instalar y mantener. El problema puede estar en la modificación de las redes.

8 febrero, 2002

En rigor, la banda ancha, los dispositivos inteligentes de tercera generación y sus ulteriores herederos informáticos siguen siendo incógnitas. No tecnológicas ni industriales, sino de mercado. Pero, de un modo u otro, el universo en red irá de mutación en mutación. La primera ya está en cocina y se llama FCF: fibra de cristal fotónico.

Respecto de la banda ancha, analistas estadounidenses, japoneses y británicos creen que el sector telecomunicaciones terminará por superar la contracción de demanda iniciada a mediados de 2000, que persiste al comenzar 2002. De hecho, los transportadores de señales y los fabricantes de equipos han sufrido durante 2001 más que las puntocom y otras empresas ligadas a la web.

Ello deberá incentivarlos para salir del brete lo antes posible. ¿Cómo? Naturalmente, ofreciendo al usuario servicios más rápidos, baratos y eficaces. A criterio de algunos consultores, el horizonte es promisorio: la demanda de banda ancha se reactivará por efectos en la incipiente Internet 2 y por obra de gigantes tipo IBM, Sun Microsystems y Microsoft.

Lluvia de novedades

Ese futuro apunta a la convergencia entre ordenadores grandes, computadoras personales, televisores digitales y dispositivos manuales inalámbricos, en una múltiple red informática global. En pocos años, la FCF (o PCF, photonic crystal fiber) permitirá que datos, textos e imágenes circulen a velocidad lumínica y bajo costo. Líderes tecnológicos como Corning o Lucent y emprendedores como OmniGuide Communications (EE.UU.), Crystal Fibre (Dinamarca) o BlazePhotonics (Gran Bretaña) están desarrollando aplicaciones específicas con vistas al corto plazo.

Las innovaciones en proceso y otras, por ejemplo ordenadores de IV y V generación (los suecos andan muy ocupados en el tema), serán claves para sacar del marasmo a las compañías de telecomunicaciones (telcos). Sólo durante el primer semestre de 2001, el área eliminó 225.000 puestos laborales mientras. Aparte, desde abril de 2000 a agosto de 2001 (es decir, durante el desinfle bursátil de las empresas tecnológicas y de Internet, pero antes del ataque contra las torres gemelas), las empresas perdieron 90% de valor en mercado, vale decir US$ 1,7 billón (algo así como diez veces el PBI argentino a dólares constantes de 1990).

Existe, claro, un doble problema: las redes de fibra óptica resultan insuficientes para algunas zonas y excesivas para otras. Según las consultoras Birinyi Associates y Gartner Group, la cuestión no reside en requerimientos actuales sino en necesidades futuras.

Hablemos de terabitios

Por otra parte, recientes experimentos realizados en Bells Labs han demostrado que es técnicamente posible enviar hasta 100 terabitios/segundo de información (casi 20.000 millones de páginas en correo electrónico) por redes de fibra óptica.

Sin embargo, “técnicamente posible” es una cosa y comercialmente viable es otra. Entretanto, la tecnología FCF podría llegar antes y tornar inútil el intento. Tal como funcionan al presente, los sistemas comerciales transmiten poco menos de dos terabitios de información por segundo y algunas simulaciones han alcanzado los diez tb/s. Aun sin llegar al extremo de Bell, mejorar rendimientos es factible, aunque a mayores costos y con menor nitidez de transmisión.

En el estado actual de la tecnología, los cables de fibra óptica exigen instalar amplificadores cada 100 kilómetros. Dado que cada uno aumenta en un millón de dólares el precio total de la línea a larga distancia, los científicos buscan hoy formas de fabricar amplificadores ópticos más “inteligentes”. Estarán munidos de controles cuyos microprocesadores detecten la cantidad de longitudes de banda en curso y hagan ajustes ópticos automáticos.

A largo plazo

También se trabaja con rayos láser “sintonizables” en una amplia gama de ondas posibles. Sin embargo, a largo plazo todos estos esfuerzos no bastarán y le tocará el turno a la FCF.

Este material aprovechará un dato físico: la luz viaja por el aire virtualmente sin dispersarse. Por ende, la FCF está “envuelta” en componentes separados que bloquean todos los fotones en una onda de banda o color específico, impide que la luz se escape y asegura que el rayo resultante se refleje con perfección casi absoluta.

Una vez mejoradas, estas fibras huecas harán circular la luz por minúsculos pasillos de aire que alcanzarán miles de kilómetros. Aplicando esta tecnología, las transmisiones prescindirán de muchos elementos hoy necesarios y todo será mucho más barato de instalar y mantener.

En rigor, la banda ancha, los dispositivos inteligentes de tercera generación y sus ulteriores herederos informáticos siguen siendo incógnitas. No tecnológicas ni industriales, sino de mercado. Pero, de un modo u otro, el universo en red irá de mutación en mutación. La primera ya está en cocina y se llama FCF: fibra de cristal fotónico.

Respecto de la banda ancha, analistas estadounidenses, japoneses y británicos creen que el sector telecomunicaciones terminará por superar la contracción de demanda iniciada a mediados de 2000, que persiste al comenzar 2002. De hecho, los transportadores de señales y los fabricantes de equipos han sufrido durante 2001 más que las puntocom y otras empresas ligadas a la web.

Ello deberá incentivarlos para salir del brete lo antes posible. ¿Cómo? Naturalmente, ofreciendo al usuario servicios más rápidos, baratos y eficaces. A criterio de algunos consultores, el horizonte es promisorio: la demanda de banda ancha se reactivará por efectos en la incipiente Internet 2 y por obra de gigantes tipo IBM, Sun Microsystems y Microsoft.

Lluvia de novedades

Ese futuro apunta a la convergencia entre ordenadores grandes, computadoras personales, televisores digitales y dispositivos manuales inalámbricos, en una múltiple red informática global. En pocos años, la FCF (o PCF, photonic crystal fiber) permitirá que datos, textos e imágenes circulen a velocidad lumínica y bajo costo. Líderes tecnológicos como Corning o Lucent y emprendedores como OmniGuide Communications (EE.UU.), Crystal Fibre (Dinamarca) o BlazePhotonics (Gran Bretaña) están desarrollando aplicaciones específicas con vistas al corto plazo.

Las innovaciones en proceso y otras, por ejemplo ordenadores de IV y V generación (los suecos andan muy ocupados en el tema), serán claves para sacar del marasmo a las compañías de telecomunicaciones (telcos). Sólo durante el primer semestre de 2001, el área eliminó 225.000 puestos laborales mientras. Aparte, desde abril de 2000 a agosto de 2001 (es decir, durante el desinfle bursátil de las empresas tecnológicas y de Internet, pero antes del ataque contra las torres gemelas), las empresas perdieron 90% de valor en mercado, vale decir US$ 1,7 billón (algo así como diez veces el PBI argentino a dólares constantes de 1990).

Existe, claro, un doble problema: las redes de fibra óptica resultan insuficientes para algunas zonas y excesivas para otras. Según las consultoras Birinyi Associates y Gartner Group, la cuestión no reside en requerimientos actuales sino en necesidades futuras.

Hablemos de terabitios

Por otra parte, recientes experimentos realizados en Bells Labs han demostrado que es técnicamente posible enviar hasta 100 terabitios/segundo de información (casi 20.000 millones de páginas en correo electrónico) por redes de fibra óptica.

Sin embargo, “técnicamente posible” es una cosa y comercialmente viable es otra. Entretanto, la tecnología FCF podría llegar antes y tornar inútil el intento. Tal como funcionan al presente, los sistemas comerciales transmiten poco menos de dos terabitios de información por segundo y algunas simulaciones han alcanzado los diez tb/s. Aun sin llegar al extremo de Bell, mejorar rendimientos es factible, aunque a mayores costos y con menor nitidez de transmisión.

En el estado actual de la tecnología, los cables de fibra óptica exigen instalar amplificadores cada 100 kilómetros. Dado que cada uno aumenta en un millón de dólares el precio total de la línea a larga distancia, los científicos buscan hoy formas de fabricar amplificadores ópticos más “inteligentes”. Estarán munidos de controles cuyos microprocesadores detecten la cantidad de longitudes de banda en curso y hagan ajustes ópticos automáticos.

A largo plazo

También se trabaja con rayos láser “sintonizables” en una amplia gama de ondas posibles. Sin embargo, a largo plazo todos estos esfuerzos no bastarán y le tocará el turno a la FCF.

Este material aprovechará un dato físico: la luz viaja por el aire virtualmente sin dispersarse. Por ende, la FCF está “envuelta” en componentes separados que bloquean todos los fotones en una onda de banda o color específico, impide que la luz se escape y asegura que el rayo resultante se refleje con perfección casi absoluta.

Una vez mejoradas, estas fibras huecas harán circular la luz por minúsculos pasillos de aire que alcanzarán miles de kilómetros. Aplicando esta tecnología, las transmisiones prescindirán de muchos elementos hoy necesarios y todo será mucho más barato de instalar y mantener.

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