La brecha digital acelera múltiples desigualdades

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De acuerdo con un relevamiento de Trendsity el 88% de los argentinos considera que la conexión a Internet es un servicio de necesidad

7 de cada 10 reconoce que no podría transitar ni haber transitado esta cuarentena sin conexión. Sin embargo, hoy, al menos el 15% de la población no tiene Internet bajo ninguna de sus modalidades. Cuatro de cada diez hogares en el país aún no acceden a la banda ancha fija.

En la cuarentena las tecnologías digitales atravesaron todas nuestras actividades: ocio, compras, educación, trabajo y vida social. Así, la pandemia volvió más visibles y más pronunciadas las desigualdades en el acceso a ellas. No hablamos solamente de acceso a dispositivos (computadoras y teléfonos), sino también a las redes de conectividad y a los conocimientos necesarios para usarlas.

La historia de las pandemias indica que éstas conducen a un aumento persistente y significativo de la desigualdad. Por ejemplo es caso de aquellas personas y profesiones con mejor nivel educativo y de mayores recursos que han podido transformar sus trabajos desde casa versus las de mejor calificación, que requieren presencia física (tareas de cuidado, alimentación, construcción y trabajo en fábricas)

La pandemia transformó la brecha digital y dio lugar a una multiplicidad de nuevas brechas: de género, de edad, geográficas, educativas: más del 50% de los chicos no cuenta con computadora, y el 43% de ellos no tiene internet en sus hogares.

Se suma la brecha entre quienes tienen la capacidad de apropiación de las tecnologías digitales y quienes no, entre quienes tienen apoyo y posibilidades en sus hogares para hacerlo y quiénes no. El acceso y capacidad de apropiación de las tecnologías digitales también genera desigualdad entre adultos mayores, trabajadores informales, mujeres que llevan la mayor carga del trabajo doméstico de sus hogares. Todo eso contribuye a mayor desigualdad.

Pero este panorama también presenta oportunidades de transformación, impulsando nuevos esfuerzos encaminados a reducir las desigualdades. Las empresas, grandes y pequeñas, también han sido actores protagónicos en estos tiempos, construyendo nuevas formas de cooperación: es el caso Coca Cola otorgando apoyo financiero a comerciantes de todo el país, las empresas tecnológicas tomando personal del sector gastronómico o Facebook lanzando cursos gratis para capacitar digitalmente a los menores.

Tenemos la responsabilidad de orientarnos hacia la generación de respuestas en una agenda transformadora que nos acerque más, que permita construir sociedades más inclusivas y justas.  La sociedad actual requiere que las empresas líderes que tejan nuevas alianzas con la sociedad civil, que cooperen e impulsen con su ejemplo el propósito de regeneración de la vida comunitaria, de las relaciones interpersonales y de nuestro vínculo con el ecosistema.

 

 

 

 

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