Japón: incertidumbre nuclear

Tras la fuga atómica del año pasado, las autoridades y la población del país se debaten entre los peligros de la actividad nuclear y los réditos económicos que ésta le genera.

2 octubre, 2000

(EFE).- El fantasma de una nueva fuga radiactiva y el temor a perder la industria que da empleo a una tercera parte de sus habitantes sitúa a Tokaimura ante un dilema, un año después de que esa población fuera escenario del peor accidente nuclear en la historia de Japón.

Dos operarios fallecidos tras varios meses de agonía y dos centenares de personas expuestas a altos niveles de radiación fueron el resultado de la fuga atómica del 30 de septiembre de 1999 en la localidad costera que aloja una docena de instalaciones para el manejo de sustancias radiactivas.

Un año después, los automóviles que cruzan la panorámica carretera que une Mito, la capital de la prefectura de Ibaraki, con el pueblo de Hitachinaka aceleran al pasar por la localidad donde antes un refrigerio con sus exquisitos productos era casi obligatorio para los viajeros.

“Lo peor son los rumores”, señaló Tadashi Teruyama, funcionario del ayuntamiento de Tokaimura, al comentar el súbito descenso de casi 20% en los precios de los productos de esta población famosa por sus verduras, su arroz y por una variedad de boniato con el que se fabrica un popular dulce típico.

Teruyama afirmó que el nombre de Tokaimura es un estigma y aseguró que pese a que se compruebe científicamente la pureza de sus productos, los agricultores y los pescadores se ven obligados a vender en los mercados de Tokio diciendo que vienen de Hitachinaka.

Para los habitantes de Tokaimura, el temor a revivir la tragedia que puso en evidencia la nula preparación de los hospitales de la zona para tratar la radiactividad y el agravante de la escasa coordinación entre el gobierno local y el central en situaciones de emergencia, constituyen la mayor preocupación.

En una encuesta efectuada el miércoles pasado por la agencia local de noticias Kyodo, 60% de los residentes respondieron que temen un incidente similar a la fuga nuclear que tardó casi un día entero en ser puesta bajo control.

Unos 300.000 habitantes de la zona debieron confinarse temporalmente en sus casas y aún varios días después ni el gobierno ni la empresa JOC se atrevieron a dar una explicación contundente sobre la gravedad del accidente.

Los expertos extranjeros que examinaron el local donde rutinariamente se trasvasaba el uranio determinaron que la planta tenía “las mismas medidas de seguridad que una panadería”.

Pese al miedo, los habitantes de Tokaimura que respondieron a la encuesta de Kyodo enfatizaron la necesidad que tiene el pueblo de instalaciones que emplean a cerca de un tercio de sus 34.000 pobladores.

Uno de los operarios afectados que sobrevivió al accidente regresó a su empleo a mediados de este año y la empresa Sumitomo Metal Mining, propietaria de JCO, logró acuerdos con 98% de las personas que pidieron compensaciones y ha pagado cerca de US$ 117 millones en toda la prefectura.

Para el aniversario de la tragedia se llevó a cabo un simulacro de emergencia que se seguirá celebrando cada año para marcar una fatídica fecha que no se preveía cuando el 26 de octubre de 1956 Tokaimura inauguraba el primer reactor atómico de este país y se proclamaba orgullosa como la “meca nuclear” de Japón.

En Tokio, frente al ministerio de Ciencia y Tecnología, unas 80 personas vestidas de luto prometieron no olvidar el accidente y oraron por las víctimas del accidente.

(EFE).- El fantasma de una nueva fuga radiactiva y el temor a perder la industria que da empleo a una tercera parte de sus habitantes sitúa a Tokaimura ante un dilema, un año después de que esa población fuera escenario del peor accidente nuclear en la historia de Japón.

Dos operarios fallecidos tras varios meses de agonía y dos centenares de personas expuestas a altos niveles de radiación fueron el resultado de la fuga atómica del 30 de septiembre de 1999 en la localidad costera que aloja una docena de instalaciones para el manejo de sustancias radiactivas.

Un año después, los automóviles que cruzan la panorámica carretera que une Mito, la capital de la prefectura de Ibaraki, con el pueblo de Hitachinaka aceleran al pasar por la localidad donde antes un refrigerio con sus exquisitos productos era casi obligatorio para los viajeros.

“Lo peor son los rumores”, señaló Tadashi Teruyama, funcionario del ayuntamiento de Tokaimura, al comentar el súbito descenso de casi 20% en los precios de los productos de esta población famosa por sus verduras, su arroz y por una variedad de boniato con el que se fabrica un popular dulce típico.

Teruyama afirmó que el nombre de Tokaimura es un estigma y aseguró que pese a que se compruebe científicamente la pureza de sus productos, los agricultores y los pescadores se ven obligados a vender en los mercados de Tokio diciendo que vienen de Hitachinaka.

Para los habitantes de Tokaimura, el temor a revivir la tragedia que puso en evidencia la nula preparación de los hospitales de la zona para tratar la radiactividad y el agravante de la escasa coordinación entre el gobierno local y el central en situaciones de emergencia, constituyen la mayor preocupación.

En una encuesta efectuada el miércoles pasado por la agencia local de noticias Kyodo, 60% de los residentes respondieron que temen un incidente similar a la fuga nuclear que tardó casi un día entero en ser puesta bajo control.

Unos 300.000 habitantes de la zona debieron confinarse temporalmente en sus casas y aún varios días después ni el gobierno ni la empresa JOC se atrevieron a dar una explicación contundente sobre la gravedad del accidente.

Los expertos extranjeros que examinaron el local donde rutinariamente se trasvasaba el uranio determinaron que la planta tenía “las mismas medidas de seguridad que una panadería”.

Pese al miedo, los habitantes de Tokaimura que respondieron a la encuesta de Kyodo enfatizaron la necesidad que tiene el pueblo de instalaciones que emplean a cerca de un tercio de sus 34.000 pobladores.

Uno de los operarios afectados que sobrevivió al accidente regresó a su empleo a mediados de este año y la empresa Sumitomo Metal Mining, propietaria de JCO, logró acuerdos con 98% de las personas que pidieron compensaciones y ha pagado cerca de US$ 117 millones en toda la prefectura.

Para el aniversario de la tragedia se llevó a cabo un simulacro de emergencia que se seguirá celebrando cada año para marcar una fatídica fecha que no se preveía cuando el 26 de octubre de 1956 Tokaimura inauguraba el primer reactor atómico de este país y se proclamaba orgullosa como la “meca nuclear” de Japón.

En Tokio, frente al ministerio de Ciencia y Tecnología, unas 80 personas vestidas de luto prometieron no olvidar el accidente y oraron por las víctimas del accidente.

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