Internet: una cumbre de repercusión casi nula

Como podía preverse, las disputas sobre el manejo de dominios en la Red puso en segundo plano la cumbre mundial sobre la sociedad informática. Su cierre, el domingo en Túnez, casi no ocupaba espacios en los medios occidentales.

21 noviembre, 2005

El clima no era propicio desde el primer momento. Por ejemplo, recién a horas de abrir las sesiones, se logró un incómodo compromiso: Estados Unidos continuará administrando la Red y los delegados se dedicarían a debatir sobre la “brecha digital” entre países ricos, pobres e intermedios.

En verdad, la cumbre giró, entre bambalines, alrededor de la disputa entre EE.UU., aliados circunstanciales y un bloque que auspiciaba “pluralismo de gestión”. A tal punto que el tema central del encuentro –al cual los medios occidentales no le dieron casi espacio- quedó empalidecido, aunque fuese nada menos que llegar a 2015 con 50% de la población en la Red, contra el magro 14% actual.

Al respecto, sigue sin respuesta una pregunta formulada hace tres años por William Gates: “¿Cómo universalizar la Red, si la mitad del mundo carece de electricidad?”. Podría apelarse a dispositivos portátiles múltiples, pero ¿cuánta gente, fuera de las economías centrales, puede pagarse un celular?

Por otra parte, los problema de Icann pesaban y pesan más. La sigla correponde a “Internet Corporation for Assigned Names and Numbers” (entidad para dominios en Internet), organismo privado que opera como contratista del gobierno estadounidense. Sin duda, coordinar ese sistema tiene enorme significancia política.

Varios países quieren acotar la jurisdicción norteamericana y transferir facultades a un nuevo cuerpo bajo los auspicios de la ONU, vía Unión Internacional de Telecomunicaciones (UTT). China, Brasil y Saudiarabia plantearon un “foro intergubernamental” con facultades para definir políticas en la Red. Ante semejante yuxtaposición de entes, cada cual con su carga de funcionarios viajeros, a EE.UU. no le costó reclutar apoyo para su tesis: ya sobran mecanismos técnicos y ejecutivos. Era un argumento de peso. Además, si bien bajo la autoridad del departamento federal de Comercio, el directorio de Icann es multilateral. Las cuestiones técnicas y administrativas se discuten en público y, por cierto, Washington se ha abstenido de intervenir. El acuerdo alcanzado en Túnez mantiene todo eso como estaba.

Washington sostiene que pasar el contralor de Internet a la ONU o a una agencia intergubernamental separada facilitará injerencias burocráticas, económicas y políticas capaces de frenar el desarrollo o la evolución –que no son lo mismo- en la Red. En septiembre la Comisión Europea, sin retirar totalmente su apoyo a cambios en Icann, propuso un compromiso entre las posiciones opuestas.

En el fondo, casi nadie quería desplazar a EE.UU. Inclusive los propios europeos, poco dispuestos a que ganaran influencia gobiernos nada propicios a la libertad en el ciberespacio. Particularmente, China, Irán, gran parte del bloque islámico, el africano y – según trasunta su acatamiento a presiones de Beijing-, Google, Yahoo y MSN. Esos países no permiten que sus habitantes sean “contaminados por contenidos indeseables”: ideas democráticas, pluralismo religioso, etc.

La eventual participación de regímenes totalitarios, autoritarios y represivos en la supervisión de la Red sería un mal trago, aun para las ONG defensoras del ambiente o los derechos civiles. Todas ellas e innumerables grupos de disidentes tienen en Internet un instrumento indispensable para su propia subsistencia.

Ya superados los roces en torno de Icann, la cumbre se dedicó a examinar medios para ir cerrando la “brecha digital”. Sin gran entusiasmo, pues, en buena medida, las ventajas del acceso a los pobres son dudosas y, en el mejor de los casos, los efectos serían marginales. Pero una cosa quedó clara: la difusión de telefonía móvil y asistentes digitales personales (ADP) podría ser la verdadera clave. Sobre todo si –en vez de PC a cien dólares- se ofrecieran a los mercados periféricos ADP múltiples a bajo precio.

El clima no era propicio desde el primer momento. Por ejemplo, recién a horas de abrir las sesiones, se logró un incómodo compromiso: Estados Unidos continuará administrando la Red y los delegados se dedicarían a debatir sobre la “brecha digital” entre países ricos, pobres e intermedios.

En verdad, la cumbre giró, entre bambalines, alrededor de la disputa entre EE.UU., aliados circunstanciales y un bloque que auspiciaba “pluralismo de gestión”. A tal punto que el tema central del encuentro –al cual los medios occidentales no le dieron casi espacio- quedó empalidecido, aunque fuese nada menos que llegar a 2015 con 50% de la población en la Red, contra el magro 14% actual.

Al respecto, sigue sin respuesta una pregunta formulada hace tres años por William Gates: “¿Cómo universalizar la Red, si la mitad del mundo carece de electricidad?”. Podría apelarse a dispositivos portátiles múltiples, pero ¿cuánta gente, fuera de las economías centrales, puede pagarse un celular?

Por otra parte, los problema de Icann pesaban y pesan más. La sigla correponde a “Internet Corporation for Assigned Names and Numbers” (entidad para dominios en Internet), organismo privado que opera como contratista del gobierno estadounidense. Sin duda, coordinar ese sistema tiene enorme significancia política.

Varios países quieren acotar la jurisdicción norteamericana y transferir facultades a un nuevo cuerpo bajo los auspicios de la ONU, vía Unión Internacional de Telecomunicaciones (UTT). China, Brasil y Saudiarabia plantearon un “foro intergubernamental” con facultades para definir políticas en la Red. Ante semejante yuxtaposición de entes, cada cual con su carga de funcionarios viajeros, a EE.UU. no le costó reclutar apoyo para su tesis: ya sobran mecanismos técnicos y ejecutivos. Era un argumento de peso. Además, si bien bajo la autoridad del departamento federal de Comercio, el directorio de Icann es multilateral. Las cuestiones técnicas y administrativas se discuten en público y, por cierto, Washington se ha abstenido de intervenir. El acuerdo alcanzado en Túnez mantiene todo eso como estaba.

Washington sostiene que pasar el contralor de Internet a la ONU o a una agencia intergubernamental separada facilitará injerencias burocráticas, económicas y políticas capaces de frenar el desarrollo o la evolución –que no son lo mismo- en la Red. En septiembre la Comisión Europea, sin retirar totalmente su apoyo a cambios en Icann, propuso un compromiso entre las posiciones opuestas.

En el fondo, casi nadie quería desplazar a EE.UU. Inclusive los propios europeos, poco dispuestos a que ganaran influencia gobiernos nada propicios a la libertad en el ciberespacio. Particularmente, China, Irán, gran parte del bloque islámico, el africano y – según trasunta su acatamiento a presiones de Beijing-, Google, Yahoo y MSN. Esos países no permiten que sus habitantes sean “contaminados por contenidos indeseables”: ideas democráticas, pluralismo religioso, etc.

La eventual participación de regímenes totalitarios, autoritarios y represivos en la supervisión de la Red sería un mal trago, aun para las ONG defensoras del ambiente o los derechos civiles. Todas ellas e innumerables grupos de disidentes tienen en Internet un instrumento indispensable para su propia subsistencia.

Ya superados los roces en torno de Icann, la cumbre se dedicó a examinar medios para ir cerrando la “brecha digital”. Sin gran entusiasmo, pues, en buena medida, las ventajas del acceso a los pobres son dudosas y, en el mejor de los casos, los efectos serían marginales. Pero una cosa quedó clara: la difusión de telefonía móvil y asistentes digitales personales (ADP) podría ser la verdadera clave. Sobre todo si –en vez de PC a cien dólares- se ofrecieran a los mercados periféricos ADP múltiples a bajo precio.

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