Internet tira la toalla: es imposible bloquear e-mails indeseables

Casi 45% de los mensajes por correo electrónicos son “spams”. O sea, publicidad y marketing intruso, no deseado. Pero no hay ya filtro que funcione y algunos hasta pueden anular o bloquear e-mails en serio. Acaba de confesarlo Yahoo!

28 abril, 2003

“Estamos perdiendo la guerra. No hay soluciones a la vista porque siempre aparecen operadores con recursos capaces de burlar filtros, bloqueos y otras medidas”. Así lo declara en el “New York Times” Lisa Pollock, directora para servicios del megaportal Yahoo! Expertos de America Online, Hotmail y otros correos gratuitos coinciden con Pollock: “los spams son imparables”.

El término “spam” no es una sigla inventada por tecnócratas de la Red ni es de origen norteamericano, sino inglés. Era de la marca de raciones enlatadas usuales durante la II guerra mundial (en Estados Unidos se conocían como “K-rations”), tan inevitables como de pésimo sabor. No hay usuario que no los sufra, especialmente si reingresa a la casilla tras dos o tres días de intervalo: deberá eliminar o bloquear, musitando palabrotas, entre 30 –promedio en Buenos Aires o Montevideo- y 300 spams (como sucede en Nueva York, Los Ángeles o Miami). Poco a poco, la invasión de avisos se contagia ahora a portales de noticias en la Web y los motores de búsqueda suelen disparar, de golpe, series de avisos que acaban “tapando” la barra inferior de la pantalla.

De lejos, avisos y “masajes”, como decía Marshall McLuhan (¡en 1968!) se dividen entre dos tipos dominantes: marketing sexual –las ofertas vía Hotmail dan risa de puro absurdas- y financiero, donde no abundan los escrúpulos. En las primeras no hace falta cliquear sobre el vínculo para encontrarse con palabras y frases inapropiadas para menores. Algunas, ni siquiera para mayores. Por supuesto, los chicos las leen y, después, las discuten con sus amigos. En lo tocante al bloqueo, surte efecto uno o dos días, porque las direcciones cambian constantemente. Por ejemplo, una “orgía con lolitas” puede saltar de Moldavia o Chipre a Surinam o Brasil (obviamente, la geografía del spam es ficticia).

De acuerdo con Brightmail, firma especializada en filtros antispam, 45 de cada cien mensajes son anuncios indeseables. Por su parte, AOL –principal acceso a Internet en EE.UU.- estima en dos millones los “e-mails chatarra” que surgen diariamente. Esto significa 70% de todos los mensajes nuevos.

Por casualidad, esta lluvia de datos coincide con la muerte de Edgar Codd (79 años), inventor del archivo electrónico. Su nombre no le dice nada al público en general, pero gracias a él existen las bases de datos claras y fáciles de emplear, los motores de búsqueda, etc. Hace unos treinta años, Codd descubrió cómo aplicar la teoría de los conjuntos matemáticos para desarrollar “archivos racionales”.

“Estamos perdiendo la guerra. No hay soluciones a la vista porque siempre aparecen operadores con recursos capaces de burlar filtros, bloqueos y otras medidas”. Así lo declara en el “New York Times” Lisa Pollock, directora para servicios del megaportal Yahoo! Expertos de America Online, Hotmail y otros correos gratuitos coinciden con Pollock: “los spams son imparables”.

El término “spam” no es una sigla inventada por tecnócratas de la Red ni es de origen norteamericano, sino inglés. Era de la marca de raciones enlatadas usuales durante la II guerra mundial (en Estados Unidos se conocían como “K-rations”), tan inevitables como de pésimo sabor. No hay usuario que no los sufra, especialmente si reingresa a la casilla tras dos o tres días de intervalo: deberá eliminar o bloquear, musitando palabrotas, entre 30 –promedio en Buenos Aires o Montevideo- y 300 spams (como sucede en Nueva York, Los Ángeles o Miami). Poco a poco, la invasión de avisos se contagia ahora a portales de noticias en la Web y los motores de búsqueda suelen disparar, de golpe, series de avisos que acaban “tapando” la barra inferior de la pantalla.

De lejos, avisos y “masajes”, como decía Marshall McLuhan (¡en 1968!) se dividen entre dos tipos dominantes: marketing sexual –las ofertas vía Hotmail dan risa de puro absurdas- y financiero, donde no abundan los escrúpulos. En las primeras no hace falta cliquear sobre el vínculo para encontrarse con palabras y frases inapropiadas para menores. Algunas, ni siquiera para mayores. Por supuesto, los chicos las leen y, después, las discuten con sus amigos. En lo tocante al bloqueo, surte efecto uno o dos días, porque las direcciones cambian constantemente. Por ejemplo, una “orgía con lolitas” puede saltar de Moldavia o Chipre a Surinam o Brasil (obviamente, la geografía del spam es ficticia).

De acuerdo con Brightmail, firma especializada en filtros antispam, 45 de cada cien mensajes son anuncios indeseables. Por su parte, AOL –principal acceso a Internet en EE.UU.- estima en dos millones los “e-mails chatarra” que surgen diariamente. Esto significa 70% de todos los mensajes nuevos.

Por casualidad, esta lluvia de datos coincide con la muerte de Edgar Codd (79 años), inventor del archivo electrónico. Su nombre no le dice nada al público en general, pero gracias a él existen las bases de datos claras y fáciles de emplear, los motores de búsqueda, etc. Hace unos treinta años, Codd descubrió cómo aplicar la teoría de los conjuntos matemáticos para desarrollar “archivos racionales”.

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