Hacia una biométrica multimodal

La biométrica –una variedad de tecnologías de reconocimiento, como lectura de huellas digitales o reconocimiento del iris - se ha ganado una lamentable reputación por haber sido usada casi exclusivamente para controles policiales o aduaneros.

9 abril, 2008

La tecnología biométrica apareció hace mucho con grandes
promesas y muchas ilusiones pero luego vinieron los desencantos. La evaluación
pertenece a David McIntosh, expresidente de la asociación británica
de biométrica. Aunque admite que las posibilidades son enormes, reconoce
que su evolución ha sido complicada debido, en muchos casos, a que todavía
falta refinamiento tecnológico y a la utilización intrusiva que
hizo de ella, especialmente el sector privado.

En Gran Bretaña, dice McIntosh, la biométrica fue utilizada en
forma bastante masiva por organismos oficiales para implementar programas gubernamentales,
especialmente en áreas como control de fronteras o prevención
de crimen: para tramitación de pasaportes, programas de visados, o para
las enormes bases de datos de criminales.
Esta asociación entre tecnología y búsqueda de criminales
no la baneficia. La gente clama por la protección de sus datos y sus
libertades civiles y politiza el uso de la tecnología.

Pero de espaldas al público, los interesados en estas tecnologías
siguieron haciendo calladas implementaciones. Will McMeechan, director del European
Biometric Forum, dijo a Information Age que ” hay que hacer algunas cosas
calladamente para no llamar la atención, porque en Gran Bretaña,
la prensa popular es muy anti-biométrica”.

¿Cuáles son esas implementaciones? Uno de los casinos más
grandes del Reino, por ejemplo, hace reconocimiento facial para dar la bienvenida
a sus clientes. Y varios bancos usan reconocimiento de voz para autenticar llamadas
telefónicas.

Si se pudiera generalizar este tipo de usos no amenazantes, como programas de
lealtad o puerta para acceder a servicios, la biométrica podría
desprenderse de la imagen negativa que le adjudicaron la seguridad y vigilancia.”

El inconveniente actual es que para realizar tareas como ésas, en primer
lugar hay que lograr mayor grado de refinamiento. En segundo lugar, admitir
que técnicas como reconocimiento de iris, de rostros o de impresiones
digitales no siempre son aceptables para implementaciones de acceso y control.
Por lo general son intrusivas y requieren un hardware de la parte del cliente.
Sería preferible, dice por ejemplo, que operara a la distancia o sin
el conocimiento o cooperación del sujeto. O también funcionar
en la web o por teléfono.

Lo que ya se sabe es que ninguna tecnología va a solucionar todos los
problemas . Para lograr una aplicación exitosa habrá que aplicar
una adecuada combinación de biométricas que elimine el riesgo
de la ambigüedad, opina Andrew Tilbrook del Cetnro Británico de
Tecnología de Defensa.

Por ejemplo, al combinar un lector de pulgares (que tiene margen de error de
uno en 10.000) con software de reconocimiento facial y de voz (ambos con margen
de error de 1 en 1.000) se obtiene un margen de error de 1 en 10.000 millones.
Esta utilización de biométrica “multimodal” podría
llegar a dominar la aplicación de la tecnología.

La tecnología biométrica apareció hace mucho con grandes
promesas y muchas ilusiones pero luego vinieron los desencantos. La evaluación
pertenece a David McIntosh, expresidente de la asociación británica
de biométrica. Aunque admite que las posibilidades son enormes, reconoce
que su evolución ha sido complicada debido, en muchos casos, a que todavía
falta refinamiento tecnológico y a la utilización intrusiva que
hizo de ella, especialmente el sector privado.

En Gran Bretaña, dice McIntosh, la biométrica fue utilizada en
forma bastante masiva por organismos oficiales para implementar programas gubernamentales,
especialmente en áreas como control de fronteras o prevención
de crimen: para tramitación de pasaportes, programas de visados, o para
las enormes bases de datos de criminales.
Esta asociación entre tecnología y búsqueda de criminales
no la baneficia. La gente clama por la protección de sus datos y sus
libertades civiles y politiza el uso de la tecnología.

Pero de espaldas al público, los interesados en estas tecnologías
siguieron haciendo calladas implementaciones. Will McMeechan, director del European
Biometric Forum, dijo a Information Age que ” hay que hacer algunas cosas
calladamente para no llamar la atención, porque en Gran Bretaña,
la prensa popular es muy anti-biométrica”.

¿Cuáles son esas implementaciones? Uno de los casinos más
grandes del Reino, por ejemplo, hace reconocimiento facial para dar la bienvenida
a sus clientes. Y varios bancos usan reconocimiento de voz para autenticar llamadas
telefónicas.

Si se pudiera generalizar este tipo de usos no amenazantes, como programas de
lealtad o puerta para acceder a servicios, la biométrica podría
desprenderse de la imagen negativa que le adjudicaron la seguridad y vigilancia.”

El inconveniente actual es que para realizar tareas como ésas, en primer
lugar hay que lograr mayor grado de refinamiento. En segundo lugar, admitir
que técnicas como reconocimiento de iris, de rostros o de impresiones
digitales no siempre son aceptables para implementaciones de acceso y control.
Por lo general son intrusivas y requieren un hardware de la parte del cliente.
Sería preferible, dice por ejemplo, que operara a la distancia o sin
el conocimiento o cooperación del sujeto. O también funcionar
en la web o por teléfono.

Lo que ya se sabe es que ninguna tecnología va a solucionar todos los
problemas . Para lograr una aplicación exitosa habrá que aplicar
una adecuada combinación de biométricas que elimine el riesgo
de la ambigüedad, opina Andrew Tilbrook del Cetnro Británico de
Tecnología de Defensa.

Por ejemplo, al combinar un lector de pulgares (que tiene margen de error de
uno en 10.000) con software de reconocimiento facial y de voz (ambos con margen
de error de 1 en 1.000) se obtiene un margen de error de 1 en 10.000 millones.
Esta utilización de biométrica “multimodal” podría
llegar a dominar la aplicación de la tecnología.

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