Gracias a enormes centros de datos, las nubes informáticas podrían contaminar más que los aviones

En informática, los neologismos suelen ser redundantes o torpes. Pero el último, “cloud computing”, define una realidad: servicios cubiertos desde el ciberespacio por redes en enjambre. Pero es una tecnología con serios problemas.

7 junio, 2008

<p>Si bien en ingl&eacute;s es claro &ndash;&ldquo;computaci&oacute;n en nubes&rdquo;-, su versi&oacute;n castellana remite no a nubes, sino a enjambres de servidores. A primera vista, ello supone que la computaci&oacute;n, al ascender al &eacute;ter, pierde peso y se separa del mundo real, tangible. Pero es al rev&eacute;s: los enjambres de sistemas exigen centros f&iacute;sicos de datos cada vez mayores en la superficie.</p>
<p>Existen ya vastos galpones repletos de ferreter&iacute;a y software. Los m&aacute;s grandes albergan ya hasta 80.000 servidores, &aacute;vidos de malgastar energ&iacute;a, generalmente termoel&eacute;ctrica en Estados Unidos. Son, al fin, &ldquo;<em>unquenchable clo</em>uds&rdquo;, nubes o enjambres insaciables. S&oacute;lo en ese pa&iacute;s, se&ntilde;ala la agencia federal de protecci&oacute;n ambiental (AFPA), los centros de datos representaban en 2007 casi 1,5% del consumo el&eacute;ctrico total.</p>
<p>Eso crece. En escala mundial, los centros de datos ya descargan en la atm&oacute;sfera m&aacute;s di&oacute;xido de carbono que Argentina u Holanda, seg&uacute;n la consultora McKinsey, que hizo un trabajo junto con UpTime Institute, un centro de investigaciones. Si la tendencia se mantiene, esas emisiones se habr&aacute;n cuadruplicado hacia 2020 y alcanzar&aacute;n 670 millones de toneladas anuales. Por ende, superar&aacute;n a las de la aviaci&oacute;n comercial.</p>
<p>Sin embargo, los fabricantes de computadoras no cesan de poner en evidencia ese estado de cosas. Mientras las aerol&iacute;neas &ndash;fieles a sus h&aacute;bitos- disimulan el problema esperando alguna panacea, los productores de hardware lo subrayan. &iquest;Por qu&eacute;? Porque va permiti&eacute;ndoles vender las diversas soluciones que desarrollan para mitigar sus efectos.</p>
<p>En cambios las firmas que operan centros de datos son reticentes. Un programa establecido por la AFPA para definir pr&aacute;cticas adecuadas para ese negocio reclut&oacute; apenas 54 voluntarias. En otras palabras, el propio segmento se resiste a admitir sus ineficiencias.</p>
<p>En promedio, descubrieron McKinsey/UpTime Institute, un tercio de los servidores en enjambre suele estar ocioso, pero prendido. En la mayor&iacute;a de centros, los administradores ni siquiera sab&iacute;an qu&eacute; programas corr&iacute;an en cu&aacute;les servidores. Esto hace temer que, tarde o temprano, se imponga desde el gobierno el ahorro de energ&iacute;a… para felicidad de quienes ofrezcan las tecnolog&iacute;as necesarias.</p>
<p>Su gama disponible incluye microprocesadores de n&uacute;cleo m&uacute;ltiple, fuentes energ&eacute;ticas m&aacute;s rendidoras, sistemas refrigerantes inteligentes o software para asignar recursos racionalmente. Por todo eso, los fabricantes de computadoras ya no hablan de desempe&ntilde;o sino de rinde por vatio. &ldquo;Reduzca hasta 45% el consumo de energ&iacute;a&rdquo;, proclama un aviso de Dell. &ldquo;Virtualice servidores &ndash;contin&uacute;a- para optimizar rendimiento&rdquo;. Este lenguaje ha desplazado al de gigahertsios y terabytes.</p>
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