Gestión de Internet ¿hegemonía tecnológica o juego político?

La puja por manejar los dominios en Internet parece aún lejos de zanjarse. Sigue en pie un incómodo compromiso refirmado en 2005: Estados Unidos administra la Red. El resto se dedica a debatir sobre la “brecha digital” entre paìses ricos, pobres e in

21 abril, 2007

Por supuesto, nada ha hecho más por la libre información –no necesariamente el conocimiento, solía apuntar Peter Drucker- que Internet. Su perpetua mutación, siempre imprevisible, la ubica a años luz del proyecto militar norteamericano que originara la Red (Arnet)en los años 60 y explica, de paso, el papel de Washington en su administración. Las discusiones, empero, no pudieron disimular un hecho objetivo: el éxito de Internet se debe a que es un espacio descentralizado, no regulado y casi sin contralores.

En varios sentidos, es un ámbito muy parecido a la música occidental desde ell siglo XV, ya liberada del corsé religioso (algo que a la ciencia le tomó 250 años). Resulta, pues, curioso que algunas propuestas para quebrar la hegemonía estadounidense provengan de países –China, por ejemplo- donde impera la censura y no hay libre debate de ideas.

Entretanto, se mantiene una meta: llegar a 2015 con 50% de la población en la Red, contra el magro 15% actual. Pero pocos recordaban una pregunta formulada hace años por William Gates: “¿Cómo universalizar la Red, o sea las computadoras, si la mitad del mundo carece de electricidad?”. Podría apelarse a dispositivos portátiles múltiples, pero ¿cuánta gente, fuera de las economía centrales, puede pagarse un celular de última generación? En igual plano, la recién presentada PC a US$ 100 es inasequible para africanos o latinoamericnos que sobreviven con menos de dos dólares diarios.

Por eso, resulta más fàcil centrarse en Icann. Vale decir, la sigla de “Internet Corporation for Assigned Names and Numbers” (entidad para dominios en Internet), organismo privado que opera como contratista del gobierno estadounidense. Sin duda, coordinar ese sistema tiene enorme significancia polìtica. Por ejemplo, muchos países se escandalizaron cuando Icann estudiaba crear el sufijo “.xxx” para sitios pornográficos.

Tal fue el cimbronazo que se ha suspendido su aplicación por tiempo indeterminado. A muchos regímenes, en efecto, los desvelan más el sexo explícito y la ideas heterodoxas que los niños muertos de inanición o el terrorismo mayorista.

Desde hace tiempo, Washington sostiene que pasar el contralor de Internet a la ONU o a una agencia intergubernamental separada facilitará injerencias burocráticas, económicas y políticas capaces de frenar el desarrollo o la evolución –que no son lo mismo- en la Red. Ante el disenso y sin aviso previo, en 2006 la Comisión Europea, sin retirar totalmente su apoyo a cambios en Icann, propuso un compromiso entre las posiciones opuestas.

Muchos emitieron suspiros de alivio. En el fondo, casi nadie quería desplazar a EE.UU. del sistema. Inclusive los propios europeos, poco dispuestos que que ganaran influencia gobiernos nada propicios a la libertad en el ciberespacio. Particularmente, China, Irán, gran parte del bloque islámico, el africano y –por según trasunta su acatamiento a presiones de Beijing-, Google, Yahoo y MSN. Esos países no permiten que sus habitantes sean “contaminados por contenidos indeseables”: sexo, ideas democráticas, pluralismo religioso, etc.

La eventual participación de regímenes totalitarios, autoritarios y represivos en la supervisión de la Red sería un mal trago, aun para las ONG defensoras del ambiente o los derechos civiles. Todas ellas e innumerables grupos de disidentes tienen en Internet un instrumento indispensable para su propia subsistencia. Pero una cosa quedó clara: la difusión de telefonía móvil y asistentes digitales personales (ADP) podría ser la verdadera clave. Sobre todo si –en vez de PC a cien dólares- se ofrecieran a los mercados periféricos ADP múltiples a bajo precio, no los más de US$ 2.500 que cuestan algunos juguetes de lujo

.

Volviendo a Icann, debe admitirse que –desde su incepción- muchos expertos han pensado en construir un sistema no tan condicionado a los dominios de mayor jerarquía (DMJ). Eso no comporta tener dos o tres redes, sino un sistema de direcciones no sujeto a los DMJ. En tanto se lo coordine por vía multijerárquica, esa eventual reforma no surtiría efectos contraproducentes.

Lo que casi nadie quiere es una ruptura entre el actual sistema único por DMJ, que genere varios sistemas. Ahí sí que habría conflictos reales en un contexto anárquico, expuesto a todo tipo de injerencias indeseables. Finalmente, los gobiernos remisos a una Internet sin cortapisas disponen de recursos para condicionarla, aun sin cooperaciòn de los motores occidentales de búsqueda. Si, verbigracia, China quiere censurar contenidos, la basta armar una lista de proveedores y bloquearlos vía sus servidores locales.

Por supuesto, nada ha hecho más por la libre información –no necesariamente el conocimiento, solía apuntar Peter Drucker- que Internet. Su perpetua mutación, siempre imprevisible, la ubica a años luz del proyecto militar norteamericano que originara la Red (Arnet)en los años 60 y explica, de paso, el papel de Washington en su administración. Las discusiones, empero, no pudieron disimular un hecho objetivo: el éxito de Internet se debe a que es un espacio descentralizado, no regulado y casi sin contralores.

En varios sentidos, es un ámbito muy parecido a la música occidental desde ell siglo XV, ya liberada del corsé religioso (algo que a la ciencia le tomó 250 años). Resulta, pues, curioso que algunas propuestas para quebrar la hegemonía estadounidense provengan de países –China, por ejemplo- donde impera la censura y no hay libre debate de ideas.

Entretanto, se mantiene una meta: llegar a 2015 con 50% de la población en la Red, contra el magro 15% actual. Pero pocos recordaban una pregunta formulada hace años por William Gates: “¿Cómo universalizar la Red, o sea las computadoras, si la mitad del mundo carece de electricidad?”. Podría apelarse a dispositivos portátiles múltiples, pero ¿cuánta gente, fuera de las economía centrales, puede pagarse un celular de última generación? En igual plano, la recién presentada PC a US$ 100 es inasequible para africanos o latinoamericnos que sobreviven con menos de dos dólares diarios.

Por eso, resulta más fàcil centrarse en Icann. Vale decir, la sigla de “Internet Corporation for Assigned Names and Numbers” (entidad para dominios en Internet), organismo privado que opera como contratista del gobierno estadounidense. Sin duda, coordinar ese sistema tiene enorme significancia polìtica. Por ejemplo, muchos países se escandalizaron cuando Icann estudiaba crear el sufijo “.xxx” para sitios pornográficos.

Tal fue el cimbronazo que se ha suspendido su aplicación por tiempo indeterminado. A muchos regímenes, en efecto, los desvelan más el sexo explícito y la ideas heterodoxas que los niños muertos de inanición o el terrorismo mayorista.

Desde hace tiempo, Washington sostiene que pasar el contralor de Internet a la ONU o a una agencia intergubernamental separada facilitará injerencias burocráticas, económicas y políticas capaces de frenar el desarrollo o la evolución –que no son lo mismo- en la Red. Ante el disenso y sin aviso previo, en 2006 la Comisión Europea, sin retirar totalmente su apoyo a cambios en Icann, propuso un compromiso entre las posiciones opuestas.

Muchos emitieron suspiros de alivio. En el fondo, casi nadie quería desplazar a EE.UU. del sistema. Inclusive los propios europeos, poco dispuestos que que ganaran influencia gobiernos nada propicios a la libertad en el ciberespacio. Particularmente, China, Irán, gran parte del bloque islámico, el africano y –por según trasunta su acatamiento a presiones de Beijing-, Google, Yahoo y MSN. Esos países no permiten que sus habitantes sean “contaminados por contenidos indeseables”: sexo, ideas democráticas, pluralismo religioso, etc.

La eventual participación de regímenes totalitarios, autoritarios y represivos en la supervisión de la Red sería un mal trago, aun para las ONG defensoras del ambiente o los derechos civiles. Todas ellas e innumerables grupos de disidentes tienen en Internet un instrumento indispensable para su propia subsistencia. Pero una cosa quedó clara: la difusión de telefonía móvil y asistentes digitales personales (ADP) podría ser la verdadera clave. Sobre todo si –en vez de PC a cien dólares- se ofrecieran a los mercados periféricos ADP múltiples a bajo precio, no los más de US$ 2.500 que cuestan algunos juguetes de lujo

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Volviendo a Icann, debe admitirse que –desde su incepción- muchos expertos han pensado en construir un sistema no tan condicionado a los dominios de mayor jerarquía (DMJ). Eso no comporta tener dos o tres redes, sino un sistema de direcciones no sujeto a los DMJ. En tanto se lo coordine por vía multijerárquica, esa eventual reforma no surtiría efectos contraproducentes.

Lo que casi nadie quiere es una ruptura entre el actual sistema único por DMJ, que genere varios sistemas. Ahí sí que habría conflictos reales en un contexto anárquico, expuesto a todo tipo de injerencias indeseables. Finalmente, los gobiernos remisos a una Internet sin cortapisas disponen de recursos para condicionarla, aun sin cooperaciòn de los motores occidentales de búsqueda. Si, verbigracia, China quiere censurar contenidos, la basta armar una lista de proveedores y bloquearlos vía sus servidores locales.

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