Falsificadores, en la mira de la Comisión Europea

Días atrás, la Comisión Europea propuso nuevas medidas contra la falsificación de productos, procesos y tecnología informática. Desde software pirateado hasta perfumes truchos, se subirán penas y muchos podrían dar con sus huesos en la cárcel.

11 febrero, 2003

El órgano ejecutivo de la Unión Europea auspicia sanciones más
severas, multas más onerosas, prisión y congelamiento de cuentas
bancarias y otros activos. La iniciativa cuenta con el apoyo de los actuales quince
socios, el Parlamento, Suiza y varios futuros miembros. No todos porque, en Chipre,
Malta, Polonía, Eslovaquia y Hungría la influencia económica
y política de los falsificadores “mayoristas” es fuerte (música,
software, farmoquímicos, ropa de marca, indumentaria deportiva).

“Adulteradores, falsificadores, piratas e intermediarios son en realidad
ladrones de propiedad intelectual y, al mismo tiempo, practican o fomentan la
evasión de impuestos. También perjudican a fabricantes, titulares
o licenciatarios de patentes y comercios minoristas que deben competir con copias
a precios ruinosos”. Así opina Frits Bolkenstein, comisiones a cargo
de mercados internos. “La falsificación desalienta investigación
y desarrollo, innovaciones e, inclusive, creatividad artística”.

Por su parte, una coalición de grupos que representan los intereses
del software, la música grabada y la imagen (cine, TV), replican que
las propuestas de Bolkenstein -pese a sus buenas intenciones- no inadecuadas.
“Hemos apoyado varias iniciativas de la CE sobre piratería, pero
la actual dista mucho de proporcionar un marco jurídico eficaz”,
afirma el “lobby” en un comunicado difundido desde Bruselas.

No obstante, ambas partes están de acuerdo en que la legislación
sobre derechos de autor (“copyright”) de la UE debiera aproximarse
a las de Estados Unidos. Por ejemplo, en ese país, cualquier persona
o firma hallada culpable de copiar software sin permiso deberá pagar
indemnizaciones de hasta US$ 150.000 por cada programa pirateado. En cuanto
a la propuesta de Bolkenstein sobre igual tema, las falsificaciones afrontarían
sanciones penales y multa equivalente al doble del precio por ítem más
las ganancias obtenidos por vender copias ilegales.

Por otra parte, cada gobierno tendrá facultades para prohibir la venta
de falsificaciones y confiscar depósitos bancarios. Para recopilar o
contraverificar pruebas, la justicia local podrá obligar a los procesados
a revelar quiénes los proveen de falsificaciones o copias piratas. Pero
la propuesta tiene un hueco difícil de explicar: pese a las declaraciones
del propio Bolkenstein, no abarca personas físicas que copien música
y software por la Red. Algunos analistas no ligados a los respectivos negocios
creen que la CE no quiere llegar a extremos proempresarios como los que, en
California, acabaron con el gato Napster o, en un plano global, presionan contra
Linux y otros sistemas operativos orientados a comunidades abiertas. En cuanto
a música y películas “¿qué tipo de creatividad
fomentaría una legislación dura? ¿la de los Beatles y Astor
Piazzolla o la de Spice Girls, Madonna y Eminem?”, se preguntaban un columnista
italiano.

Sea como fuere, esta semana la propuesta pasa al Parlamento Europeo al consejo
de ministros de la UE. Una vez atravesados los filtros, la futura ley sustituirá
a las existentes en escala nacional. Precisamente, la heterogeneidad de marcos
jurídicos ha provocado un auge de falsificaciones en la UE: en el quinquenio
1998-2002, le restaron unos € 10.000 millones al producto bruto de los
15.

El órgano ejecutivo de la Unión Europea auspicia sanciones más
severas, multas más onerosas, prisión y congelamiento de cuentas
bancarias y otros activos. La iniciativa cuenta con el apoyo de los actuales quince
socios, el Parlamento, Suiza y varios futuros miembros. No todos porque, en Chipre,
Malta, Polonía, Eslovaquia y Hungría la influencia económica
y política de los falsificadores “mayoristas” es fuerte (música,
software, farmoquímicos, ropa de marca, indumentaria deportiva).

“Adulteradores, falsificadores, piratas e intermediarios son en realidad
ladrones de propiedad intelectual y, al mismo tiempo, practican o fomentan la
evasión de impuestos. También perjudican a fabricantes, titulares
o licenciatarios de patentes y comercios minoristas que deben competir con copias
a precios ruinosos”. Así opina Frits Bolkenstein, comisiones a cargo
de mercados internos. “La falsificación desalienta investigación
y desarrollo, innovaciones e, inclusive, creatividad artística”.

Por su parte, una coalición de grupos que representan los intereses
del software, la música grabada y la imagen (cine, TV), replican que
las propuestas de Bolkenstein -pese a sus buenas intenciones- no inadecuadas.
“Hemos apoyado varias iniciativas de la CE sobre piratería, pero
la actual dista mucho de proporcionar un marco jurídico eficaz”,
afirma el “lobby” en un comunicado difundido desde Bruselas.

No obstante, ambas partes están de acuerdo en que la legislación
sobre derechos de autor (“copyright”) de la UE debiera aproximarse
a las de Estados Unidos. Por ejemplo, en ese país, cualquier persona
o firma hallada culpable de copiar software sin permiso deberá pagar
indemnizaciones de hasta US$ 150.000 por cada programa pirateado. En cuanto
a la propuesta de Bolkenstein sobre igual tema, las falsificaciones afrontarían
sanciones penales y multa equivalente al doble del precio por ítem más
las ganancias obtenidos por vender copias ilegales.

Por otra parte, cada gobierno tendrá facultades para prohibir la venta
de falsificaciones y confiscar depósitos bancarios. Para recopilar o
contraverificar pruebas, la justicia local podrá obligar a los procesados
a revelar quiénes los proveen de falsificaciones o copias piratas. Pero
la propuesta tiene un hueco difícil de explicar: pese a las declaraciones
del propio Bolkenstein, no abarca personas físicas que copien música
y software por la Red. Algunos analistas no ligados a los respectivos negocios
creen que la CE no quiere llegar a extremos proempresarios como los que, en
California, acabaron con el gato Napster o, en un plano global, presionan contra
Linux y otros sistemas operativos orientados a comunidades abiertas. En cuanto
a música y películas “¿qué tipo de creatividad
fomentaría una legislación dura? ¿la de los Beatles y Astor
Piazzolla o la de Spice Girls, Madonna y Eminem?”, se preguntaban un columnista
italiano.

Sea como fuere, esta semana la propuesta pasa al Parlamento Europeo al consejo
de ministros de la UE. Una vez atravesados los filtros, la futura ley sustituirá
a las existentes en escala nacional. Precisamente, la heterogeneidad de marcos
jurídicos ha provocado un auge de falsificaciones en la UE: en el quinquenio
1998-2002, le restaron unos € 10.000 millones al producto bruto de los
15.

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