Especies radiadas en los Alpes

Un estudio encargado por la oficina ambiental de Austria indica que en los bosques alpinos hay importantes cantidades de cesio-137 desde que explotó la central nuclear de Chernobil.

14 octubre, 2000

(EFE).- Determinadas especies de setas, frutos y animales de los bosques alpinos siguen sufriendo una elevada carga de radiactividad 14 años después del accidente nuclear de Chernobil, según comunicó la Central de Protección del Medio Ambiente del Gobierno austriaco.

Un estudio encargado por esta Central, para el que se tomaron 900 muestras en diversos bosques austriacos, indica que esos bosques constituyen desde la catástrofe atómica un depósito de grandes cantidades de cesio-137 debido a que los abetos y coníferas absorben las sustancias radiactivas del aire.

Con la caída de agujas de los árboles, el suelo del bosque absorbe cesio y acapara radiactividad que mantiene durante mucho tiempo y transmite a setas, arándanos, musgos, líquenes y helechos.

En la primavera de 1986, varias bolsas de aire altamente radiactivo pasaron por Austria y las intensas lluvias caídas provocaron unas cargas radiactivas relativamente elevadas en comparación con otros países europeos, informó la Central.

Por otra parte, desde el punto de vista sanitario no se considera un peligro comer setas del bosque, porque se suelen ingerir en cantidades reducidas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no comer más de un cuarto de kilogramo de setas por semana, restricción que se impone no sólo por la posible radiactividad, sino también por el alto contenido de metales pesados, motivo por el que los niños y las mujeres embarazadas deben limitarse a comer setas cultivadas.

(EFE).- Determinadas especies de setas, frutos y animales de los bosques alpinos siguen sufriendo una elevada carga de radiactividad 14 años después del accidente nuclear de Chernobil, según comunicó la Central de Protección del Medio Ambiente del Gobierno austriaco.

Un estudio encargado por esta Central, para el que se tomaron 900 muestras en diversos bosques austriacos, indica que esos bosques constituyen desde la catástrofe atómica un depósito de grandes cantidades de cesio-137 debido a que los abetos y coníferas absorben las sustancias radiactivas del aire.

Con la caída de agujas de los árboles, el suelo del bosque absorbe cesio y acapara radiactividad que mantiene durante mucho tiempo y transmite a setas, arándanos, musgos, líquenes y helechos.

En la primavera de 1986, varias bolsas de aire altamente radiactivo pasaron por Austria y las intensas lluvias caídas provocaron unas cargas radiactivas relativamente elevadas en comparación con otros países europeos, informó la Central.

Por otra parte, desde el punto de vista sanitario no se considera un peligro comer setas del bosque, porque se suelen ingerir en cantidades reducidas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no comer más de un cuarto de kilogramo de setas por semana, restricción que se impone no sólo por la posible radiactividad, sino también por el alto contenido de metales pesados, motivo por el que los niños y las mujeres embarazadas deben limitarse a comer setas cultivadas.

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