Dispositivos que sientan bien

El lanzamiento de Apple Watch renueva la apuesta de los llamados “usables”: por fin existen la infraestructura y el software necesario para crear contenido que sirva para mejorar diferentes segmentos de actividad económica como salud, banca y retail. ¿Se masificará, por fin, la tecnología que llevamos en el cuerpo? Por Florencia Pulla

9 abril, 2015

El secreto mejor guardado de los corredores no es un plato de fideos antes de la gran carrera ni saber, perfectamente, cuándo conviene hidratarse. En los últimos cinco años el verdadero diferencial lo pone la tecnología. Y no cualquier tecnología: cintas que marcan el ritmo cardíaco y la frecuencia respiratoria; sensores en las zapatillas que mandan a cada participante sus estadísticas de recorrido y velocidad; aplicaciones que permiten, en dispositivos como los smartwatches, recibir alertas sobre alimentación en los días previos –y claves– a la gran carrera. Lo cierto es que hoy no son solo los maratonistas los que pueden probar las novedades de wearable sino el público general que, por entusiastas de la salud o por adopción temprana, eligen hacerse de algún dispositivo usable. 

 

En rigor, el término no es nuevo aunque refiere a una tecnología que recuerda más a las zapatillas voladoras que usaba Marty McFly en Volver al futuro que a la realidad de sensores, cintas y relojes que tienen un trabajo menos espectacular pero, definitivamente, más relevante para el día a día de las usuarios. Por decir algo: podría beneficiar a personas con enfermedades crónicas –como la diabetes o la hipertensión que, definitivamente, pueden acortar la esperanza de vida– a llevar mejor su enfermedad; a los bancos, para buscar tecnologías de pago mejores que la vieja billetera; a los negocios que, por fin, podrían alertar a sus consumidores sobre mejores servicios u ofertas de acuerdo a su geolocalización. 

 

Es decir, si los “usables” despegan –si no caen bajo el peso de tecnologías más probadas que podrían canibalizarla; si consigue que el público piense que tener un reloj inteligente en la muñeca es “cool”– podría tener beneficios concretos para la salud, el entretenimiento y las finanzas personales. Nada mal.

 


Pablo Vittori

La tecnología ya está pero…

Pero el cambio es cultural. De la misma manera que los celulares, antes del iPhone solo servían para hacer llamadas y mandar algún mensaje de texto, los dispositivos usables no encontraron su abanderado, eso que los especialistas llaman “killer device”: el producto que, definitivamente, masifique y estandarice. Potencialmente no es un mercado pequeño. Se calcula que el año que viene llegaría a US$ 15.000 millones y los pesos pesados –Samsung, Apple, Cisco, Intel, IBM, Microsoft– están trabajando para no quedarse afuera. 

 

Por su tamaño relativo, la argentina Globant –que este año comenzó a cotizar en el Nasdaq de Nueva York– ya tiene un laboratorio específico de usables y clientes a escala regional y también local. Pablo Vittori, director de Wearables, IoT y Mobile de la compañía, explica bien la evolución de esta tecnología. “No es nada nuevo. Pero el concepto de estar siempre conectados implica tener nuevas interfaces y dispositivos. Entonces la primera ola tuvo que ver con sensores en ropa deportiva que mandaban información al iPod o al mail. Hoy, potenciados por mobile, los smartwatches se usan como segundas pantallas para ver citas, llamadas, un mail. Y eso ayuda a romper una barrera cultural”, explica. 

 

Desde Samsung, que produce la línea Gear de relojes inteligentes, coinciden en que el mercado está en una etapa de transición. “Es muy temprano todavía para llegar a conclusiones sobre penetración. Sabemos, por el nivel de consultas que recibimos, que el interés crece. Especialmente entre los early-adopters”, dice Patricio García Bazarra, gerente Senior de Producto de Movilidad de Samsung Argentina. 

 

Ahora se sumó el anuncio de Apple de que en enero desplegarán los Apple Watch con la expectativa que haga por los usables lo mismo que hizo el iPhone por los celulares inteligentes. 
¿Por qué ahora los fabricantes deciden apostar todo por los usables? El agotamiento en la venta de otros productos puede ser una explicación razonable. Tim Cook confesó a mediados de octubre que en Estados Unidos, su mercado natural, no llegaron a vender los 13 millones de iPad Airs que los analistas preveían como piso para el último cuatrimestre (vendieron, en efecto, 12,3 millones). Y las computadoras personales hace tiempo que manifiestan caídas en las ventas.

 

Pero hay otras razones. El avance de tecnologías que acompañan a los usables, como mobile y big data, los convierten en dispositivos más estables. “El crecimiento en usables tiene que ver con el avance de otras tecnologías. Hoy se puede tener mucha capacidad de almacenamiento y procesamiento en un dispositivo muy pequeño. Pero además hay mejor conectividad y una mayor capacidad de análisis de datos. Porque lo más importante, después de la seguridad, es recolectar información”, dice Reinaldo Affonso, director de Tecnología de Intel para América latina, desde su país natal, Brasil, en exclusiva para Mercado. 

 

Tiene razón. La cantidad de información que genera el usuario de un dispositivo usable es enorme y se necesitan data centers que puedan almacenar y clasificar información y la inteligencia de tecnologías relativas a big data para darle sentido. Las inversiones no son pocas. Especialmente para las startups que dependen de esa infraestructura para crear contenido y asegurar el despegue de esta tendencia. 

…todo depende del contenido

El contenido no es un tema menor. Después de todo, ¿de qué vale tener un smartphone si no por sus aplicaciones, por la capacidad de generar valor agregado y resolver temas clave de la vida personal, social y laboral? 

 

“Recién en el último tiempo los emprendedores se están metiendo en el desarrollo de aplicaciones para usables. Pasó lo mismo con los teléfonos inteligentes. Los usuarios tempraneros los están usando y encuentran nuevos usos todo el tiempo. Hoy no es demasiado caro invertir, además. Desde el lado del diseño industrial las impresoras 3D ayudan mucho a modelar y el hardware open source hace lo suyo para crear prototipos. Hicimos un Hackaton hace poco y recibimos más de 200 ideas sobre este tema, que van desde asistencia a personas ciegas hasta ayudar en los estacionamientos de autos. Hay mucha gente trabajando en robótica; es un mercado que no hace ruido pero que es interesante”, explica Vittori. 

 

Intel, por su parte, también fabrica dispositivos a medida para grandes empresas y, quizás más importante, impulsó el desafío “Make It Wearable” a escala global para desarrollar tecnologías para este mercado. Una pequeña cámara que vuela y se lleva en la muñeca, Nixie, fue uno de los finalistas: la idea es que, como un drone cualquiera, saque fotos volando y después vuelva a su usuario. Usa, claro, un chip Edison de la compañía. 

 

En el segmento de la salud –por lejos el más dinámico de todos los sectores relativos a contenido para Wearable– Santiago Troncar, presidente y co-fundador de SaludMóvil.net, está trabajando en aplicaciones con laboratorios y sanatorios privados como socios estratégicos. AvisaMed es sencilla y sirve para recordar a los enfermos la toma de su medicación. Austral Salud, incluso, la esponsoreó y la recomendó a sus pacientes. “Son la primera tecnología que ha logrado que los pacientes se ocupen en serio de su salud”, asegura. 

 

“Cada vez la gente vive más y por eso salud es un segmento tan grande para la tecnología. Pero que está bastante atrasada respecto a otros sectores: con Internet la gente se divierte y compra de manera diferente pero la atención en los centros de salud, en la relación con el paciente, no cambió mucho. Hoy la tecnología puede ayudar a personas enfermas pero también a personas que quieren cuidar su salud”, asegura. 

 

¿Qué otros sectores podrían usar wearables para potenciar su negocio? Vittori lo explica mejor. “El de salud es el segmento principal por facilidad y proximidad. Pero retail, turismo, banca, son todos sectores que están trabajando mucho en usables. Para los negocios, por ejemplo, podría facilitar mucho el proceso de compra de manera inteligente utilizando información que el usuario cargó en su dispositivo. Paseando por una tienda el usuario puede recibir alertas de descuentos o de stock”. 
Pero en banca el cambio puede ser mayor porque los relojes inteligentes pueden servir para pagar como reemplazo de tarjetas de crédito o incluso para identificarse en instituciones financieras sin llevar documentos. Esa es la idea detrás de Apple Pay o de Google Wallet. El reloj sumado a un teléfono, más una identificación de huellas virtual puede mejorar la seguridad bancaria. Esa también es una noticia cercana al corazón de las personas, aunque no sea de naturaleza cardiovascular.

 

Una versión de esta nota apareció en la edición de noviembre 2014 de Revista Mercado

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